Esta Eurocopa nos ha hecho gozar de buenos espectáculos futbolísticos y luego, entre partido y partido se asoman caras muy conocidas, muy famosas. Por ejemplo cuando juega Portugal las cámaras captan la imagen del que fue un gran ídolo: Eusebio.
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Lo recordamos como la estrella del Benfica y que fue nueve veces campeón de liga, cinco de Copa y dos en la Eurocopa. Allá por 1965 se le entregó el Balón de Oro como el mejor futbolista de Europa y también recibió la Bota de Oro, aparte de muchos otros trofeos.
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Hoy que lo vemos, notamos que el tiempo no lo ha dañado mucho. Se le ve rozagante, un poco gordito pero con la alegría de quien goza lo que hace. Pasó brevemente por el futbol mexicano, pero ya no venía con aquellas facultades que tanto le ayudaron.
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La Eurocopa ha vuelto a mostrar que en futbol no hay equipos de permanencia voluntaria en el estrellato. Fuera han quedado los grandes como Francia, Italia y la misma Alemania, siendo una de las sorpresas Grecia que se apresta a revivir los Juegos Olímpicos.
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En futbol hay que gozar del momento de fama, pero hay que seguir trabajando abajo, donde están las fuerzas básicas, donde está el futuro de todos los equipos y de todas las naciones, quienes descuidan renglón tan importante definitivamente no tienen mañana.
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Aquí nos da gusto asomarnos a los campos de tierra, donde los niños y los jovencitos aprenden y sueñan. Hay sinceridad e ilusiones. Todos quieren un poco de atención, primero de sus padres, luego de sus maestros y después de sus compañeros.
