Claro que el hueco dejado por Jared Borgetti es importante. Su misión para superarse empezó desde el primer día de su llegada a La Laguna. No esperaba tanto y logró mucho. Puso siempre su mejor esfuerzo y sus logros escritos quedaron ya.
Quienes llegan a figuras tienen que dedicar muchos esfuerzos y tiempo. Siempre comentábamos que Jared era de los que después de cada entrenamiento pedía un portero para practicar, muchas veces solitario, sus tiros de todos los ángulos.
Fallaba a veces y todos lo veíamos reclamarse a sí mismo, como autorregañándose. A la siguiente jugada borraba todo y seguía adelante. Fue consiguiendo con el tiempo una paz y una tranquilidad muy especial para cuando estuviera fuera de la cancha.
Esto le permitió tener una vida familiar apacible y unida. Mónica, su esposa y compañera, sufre hoy la realidad de cambiar de casa, pero acepta seguir los pasos del compañero de su vida con el que ha procreado dos lindas bebitas.
Varias veces hemos ido a platicar a su casa y ahí el ambiente es el apropiado para que crezcan esas pequeñas laguneritas que han llegado a ese hogar, donde habitan Jared y Mónica, tan involucrados en tareas de beneficio para los desprotegidos.
Con algunos jugadores, que ni figuras son ni tienen algo que presumir, se batalla un poco o un mucho para platicar con ellos. Con Jared nunca. Siempre ha estado dispuesto al diálogo y sobre todo le gusta escuchar los comentarios sobre su persona. Que tenga éxito a donde va.