EFE
MANILA, FILIPINAS.- Un nuevo tifón, “Nanmadol”, entró ayer en Filipinas con vientos de hasta 150 kilómetros por hora, cuando se intenta verificar el número de muertes causadas por la depresión tropical “Winnie”.
La cifra de víctimas mortales provocadas por “Winnie” varía según la fuente: el último informe de la Policía incluye 412 muertos, 63 heridos y 177 desaparecidos, mientras que el Ejército habla de 399 muertos y 300 desaparecidos, y el Consejo Coordinador de Desastres Nacionales (NDCC, por sus siglas en inglés) de 182 fallecidos y 45 desaparecidos, eso sí, todos estos últimos identificados.
Las dificultades para concretar datos estriban en el mal tiempo, las inundaciones y los cortes de carreteras, que dejaron incomunicadas a las principales provincias afectadas (Quezón, Rizal, Aurora, Bulacan, Nueva Ecija y Camarines del Norte), y en la falta de coordinación informativa entre los distintos cuerpos gubernamentales.
Pero la Administración afronta otros problemas más urgentes y graves que el hecho de que las cifras no cuadren.
Una de las viceministras de Bienestar Social, Celia Yangco, declaró que “cada hora que pasa se convierte en un problema mayor la necesidad de enterrar a los cadáveres y la carencia de ayuda humanitaria para atender a los afectados”.
En este sentido, España donó a la Cruz Roja de Filipinas ayuda humanitaria por valor de 66 mil euros (87 mil 747 dólares) para los miles de damnificados, según se anunció ayer. El NDCC tiene contabilizadas entre los damnificados 37 mil 418 familias o 168 mil 214 personas.
La ayuda consiste en lonas, colchones, recipientes para almacenar aguar potable, arroz y medicinas, entre una lista de material de emergencia confeccionada por la Cruz Roja de España, que colaborará con la sección filipinas en su distribución.
La viceministra Yangco informó por su parte de 349 fallecidos (114 en Real, 100 en Infantas y 92 en Nakar, todas estas ciudades de Quezon y 43 en las demás provincias) y 150 desaparecidos.
Funcionarios de Bienestar Social y de otros ministerios, miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía colaboran sin embargo en las tareas de rescate y alojamiento de los damnificados.
Las cadenas de la televisión local divulgan imágenes de helicópteros militares socorriendo a familias enteras que estaban subidas a los tejados de zinc de sus casas en medio de un mar de agua y lodo.