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Un paseo por Nueva York

SUN-AEE

NUEVA YORK, EU.- Es capaz de provocar cualquier sentimiento, menos indiferencia. ¿A quién podría darle lo mismo visitar o no la moderna Torre de Babel donde el idioma cambia de una manzana a otra?

Aquí conviven irlandeses, chinos, italianos, griegos, rusos, hispanos y judíos ortodoxos, entre muchos otros.

La diversidad y la tolerancia son las reglas de este lugar y sus protagonistas los propios neoyorquinos enfundados en sus trajes Hugo Boss, bolsos Louis Vuitton y sus celulares de alta tecnología. Y qué decir de su andar, nadie en el mundo transita como los neoyorquinos con ese aire de grandeza. Caminan por las calles sin fijarse en el que va a su lado; van memorizando frases, haciendo cuentas, hablando solos y la prisa junto al glamour los definen.

Desde la camioneta que nos lleva del aeropuerto JFK a Manhattan la escena nos parece conocida, a fuerza de haber visto cientos de películas filmadas aquí: un mar de edificios de no menos de 50 pisos, puentes y túneles que unen a la isla con el resto de los barrios. Sin duda son imágenes que evocan emoción. Apenas estamos entrando a Nueva York por uno de los túneles que sorprendentemente cruzan el mar y los rascacielos que están frente a nuestros ojos son familiares, incluso para los que nunca habíamos estado aquí. Sí, inconfundiblemente es Nueva York, la ciudad más visitada del mundo.

Llegamos al aeropuerto a las 15:00 horas. El vuelo desde la Ciudad de México dura cinco horas y del aeropuerto JFK a Manhattan se hace una hora aproximadamente, así que nuestro único interés es devorarnos la isla en lo que resta del día.

Nos hospedamos en el hotel Embassy Suites, ubicado en el corazón del llamado distrito financiero, muy al sur de la isla, donde se encontraban las Torres Gemelas, sitio al que se le denomina hoy Zona Cero o ?Ground Cero?, como le nombran los neoyorquinos.

Las lentes de las cámaras apuntan durante el día y la noche al enorme hueco que dejaron las torres y se comprende por qué el sitio en verdad es impactante. Hay un puente que atraviesa el terreno que ahora está en construcción con un nuevo proyecto de torre. Desde ahí es posible comprender visualmente la magnitud de lo ocurrido. Se percibe una gran ausencia. La mirada de la gente cambia cuando desde lo alto mira hacia abajo, se entristecen o simplemente abren los ojos en señal de admiración.

Estar parado frente al enorme terreno provoca todo tipo de reacciones. En todo Manhattan hay vida nocturna y de cualquier tipo, sin embargo, el barrio de Soho es conocido por su variedad y por ser el sitio trendy (lugar de moda) en Nueva York. Aquí la noche termina a las 2:00 de la mañana por ley. Así que no es tan joven en realidad. Los bares y antros en general tienen un cover de 20 dólares y diez dólares por copa. La especialidad es el martini y el favorito el de manzana. Pero como se trata de conocer lo más que se pueda la estrategia es entrar a un bar y salir a buscar otro que dé 360 grados en música, estilo y gente.

Al día siguiente de nuestra llegada vamos del distrito financiero al Museo Guggenheim. Veinte minutos en el metro bastarán para llegar hasta ahí, claro, sin contar el número de equivocaciones antes de tomar la línea correcta, pero tampoco hay que alarmarse, porque con un mapa en mano y preguntando es fácil ubicarse.

Eso sí, hay que estar pendiente del tren que pasa, porque en un mismo carril pueden transitar las líneas uno, dos y tres, así que es necesario fijarse para tomar la correcta.

Bueno, decía que el primer punto del día es Guggenheim, uno de los museos más importantes de Nueva York. Su estructura es uno de los símbolos más reconocidos en arquitectura orgánica. Posee exposiciones permanentes donde destacan cuadros de Picasso que no son precisamente cubistas, por lo que llama la atención ver obras del pintor de naturaleza muerta o retratos.

La exposición estrella es Imperio Azteca, que integra 435 obras provenientes de colecciones públicas y privadas. Se trata de la primer exposición en Estados Unidos dedicada al tema en más de 20 años. Causa orgullo ver a cientos de personas de todo el mundo admirarse con el dios Águila.

Proponerse caminar durante ocho horas continuas puede parecer en un principio asunto de atletas, sin embargo en Nueva York no es así porque hasta el que tiene menor condición física lo logra. Cada calle invita a ser explorada. Del Guggenheim queda cerca Central Park, así que es un delito no recorrerlo; si no todo, por lo menos caminar una parte.

Al principio dije que Nueva York traía a la mente imágenes ya vistas antes en cine o televisión y cuando se llega a Central Park esta sensación crece. Se pueden ver lo rojizo de los árboles, que cambian de coloración según la temporada. Los perros corren, la gente anda en bicicleta o patines por el circuito o simplemente come un sándwich. Central Park es un lugar que cambia el ruido de las bocinas de los autos y el bullicio citadino por el cantar de los pájaros y el suave caer de las hojas de los árboles en el aire. Es un escape de la ciudad.

Después de este relajante recorrido me subí al autobús turístico de dos pisos. Por 45 dólares recorre todo Manhattan, se puede subir y bajar las veces que se desee y el boleto sirve para dos días, así que no se diga más, ¿dónde es la parada?

El autobús me llevó a la Quinta Avenida, tal vez la más transitada de Manhattan y también la más cara. Aquí todas las firmas de diseñadores reconocidos se dan cita y si no se traen mínimo 300 dólares para una blusa de Saks, tampoco es como para deprimirse, porque tan sólo ver es emocionante. Para no salir con las manos vacías se puede adquirir una pashmina inglesa en cualquier esquina y enredarla en el cuello al más puro estilo neoyorquino.

Buen teatro

Como se sabe, una de las característica principales de Broadway es su calidad teatral y, contra lo que podría pensarse, asistir a una puesta en escena aquí ya no es como antes, un asunto de millonarios. Hay obras desde 40 dólares, así que no basta con caminar por la calle y tomar la foto sino lo ideal es entrar.

Y por el idioma ni se preocupe, la mayoría son obras musicales, con ver la escenografía y escuchar la música en vivo saldrá emocionado.

Un buen tip es esperar a comprar los boletos unos minutos antes de que dé inicio la función, ya que en ocasiones baja el costo de los boletos si estos no se vendieron en su totalidad.

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