Caso Peñoles|Por la cercanía con la planta hubo la necesidad de cambiarse de casa.ñ
EL SIGLO DE TORREÓN
Alfredo,de ocho años de edad, tiene plomo en la sangre
TORREÓN, COAH.- Alfredo Ríos Mendiola tiene ocho años de edad. Sus primeros tres los vivió en la colonia Luis Echeverría, a seis metros de la barda de Peñoles y al detectarle 71.5 microgramos de plomo por decilitro de sangre (mc/dl), su mamá se lo llevó lejos de la fuente de contaminación, sin embargo, a cinco años de distancia, dos quelaciones y otros tratamientos, todavía maneja 26.5 mc/dl.
Eva Mendiola, madre de Alfredo, cuenta que desde 1999 le cambió la vida a toda la familia, pues había que buscar la forma de recuperar la salud del pequeño. “Yo me cambié con mi hijo a una casa en renta en la colonia Villas del Valle y el resto de la familia se quedó en la Luis Echeverría, hasta que Peñoles compró la vivienda”.
Además del plomo, dice, Alfredo tenía 4.5 microgramos de cadmio por decilitro de sangre, cuando lo permisible es un microgramo en los adultos y 158 de arsénico. La norma de arsénico es de 50 en adulto.
En 1999, el pequeño estuvo internado tres meses; en mayo, junio y diciembre, en la clínica del Magisterio, donde lo sometieron al primer tratamiento de quelación. El otro fue en 2003 en el Hospital General.
Alfredo presenta déficit de atención e hiperactividad, lo cual hizo que su mamá se movilizara y lograra que, dentro del Programa de Metales, lo vieran varios especialistas, como el hematólogo (de la sangre), nefrólogo (riñón), neurólogo, sicólogo, cardiólogo y el pediatra, además de recibir terapia de lenguaje.
A la fecha, al niño le han hecho 43 muestras de plomo y en el último, hace tres semanas, le detecta-ron todavía 26.5 mc/dl. Además de las cefaleas (dolores de cabeza), padece taquicardia. “Me late recio el corazón y a veces me duele”, dice Alfredo, presente durante la entrevista.
Con la reestructuración del Programa de Metales, explica Eva, se bloquearon los servicios con los especialistas y es por eso que muchas madres prefieren no batallar para que sus hijos sean atendidos, pero si se hace presión se recibe la atención como debe ser.
“Hemos visto que los cinco años de atención en el Programa de Metales, les ha ayudado. Si los niños fueran atendidos en forma adecuada, se podría mejorar la calidad de vida, por eso es necesario también que se practiquen otra vez los estudios de cadmio y arsénico”.
Así como Alfredo, dice su mamá, hay miles de niños, pero la mayoría de las madres no conoce la situación real y no presionan, además de la negligencia mostrada por las autoridades de la Secretaría de Salud y de la empresa.
Falta de atención
En 1983, el toxicólogo, Víctor Calderón, realizó un estudio a 100 niños que vivían cerca de Peñoles. Ya en ese tiempo presentaban altos niveles de plomo, pero como la sociedad no sabía el riesgo que representaba ni el daño que se causaba, nadie hizo nada.
“Si desde entonces Peñoles hubiera tomado medidas de remediación, no habría los problemas que tenemos ni los miles y miles de niños afectados”, asegura Eva Mendiola, quien junto con otras madres de familia, ha luchado porque sus hijos reciban la atención médica necesaria.
La presión de las madres, añade, ha sido fundamental para que se atienda este enorme problema de salud que padece la población infantil de Torreón.