TORREÓN, COAH.- Desde las diez de la mañana el día fue diferente en el Estadio Corona, el administrador temporal de Santos Laguna pidió a Luis Bretado hacerse cargo del juego ante el Real San Luis; ver a un personaje como don Luis dio tranquilidad a todos quienes acostumbran laborar en el inmueble cuando hay partido de futbol.
Puntuales a la cita llegaron los vendedores de refresco y cerveza, al frente el popular “Marín”, había incertidumbre, pero todo volvió a la normalidad ante la presencia del acostumbrado encargado del Corona. El manejo interno de la organización había cambiado y las caras de duda eran comunes, mientras el grupo de trabajadores esperaba indicaciones para el desarrollo de su labor.
El reloj avanzaba y en los alrededores del escenario no se respiraba el ambiente festivo que es característico de esta plaza: “Mira, ahí está el autobús, seguramente sí habrá juego”, dice una joven dama a su pareja. “Dos de Sombra Norte, o Modelo o Victoria, no sé, queremos de Sombra Norte”, el vendedor se acerca y no hay más remedio que vender el ticket al precio, la escasa demanda no permite elevar el precio del boleto, hoy es día de conformarse con poca ganancia.
Santos Laguna salta a la cancha, el estadio no está lleno, pero los aficionados premian al equipo con una calurosa ovación, la gente sabe que aún no se recibe el pago correspondiente a la primera quincena de marzo y algunos piensan que el jugador tendría derecho a manifestarse, otros dicen que el futbolista gana mucho dinero y debe estar dispuesto a enfrentar las malas rachas.
Real San Luis es el visitante, no es un rival atractivo, en la cancha desplegan un futbol ratonero que no es del agrado del público, Santos Laguna insiste por diferentes vías, hay algunas aproximaciones, pero el gol no cae en la portería de Cristian Martínez. En el interior, el ruido es ensordecedor, entre la música y el sonido local no permiten la charla en las tribunas y los diálogos con mímica no se hacen esperar.
“Deben meter a Rogelio López, el chavo trae ganas”, comenta un aficionado, cuando Eduardo de la Torre llama a Johan; los gritos de rechazo al ingreso del gemelo Rodríguez poco a poco se multiplican y cuando el jugador ingresa a la cancha, la rechifla es general. La afición pronto olvidó lo que este jugador ha dado a la institución, pero bien presente tiene las malas actuaciones, esas que el regiomontano no ha podido superar.
No hay reacciones, ni en jugadores ni de aficionados, por la situación que vive actualmente la organización santista, parecía una tarde como cualquier otra, hasta que Héctor Altamirano anota el 1-0, se despoja de la playera y recibe otra con la leyenda: “un guerrero nunca muere”, para referirse a los problemas extracancha que el plantel ha vivido en los últimos días.
Termina el partido, los tres puntos se quedan en casa, Johan Rodríguez es el primero en ingresar al vestidor, su malestar es evidente, pero el jugador tiene lo necesario para revertir la situación y pronto los abucheos deberán convertirse en aplausos.
Rodrigo Fernández, administrador del equipo, entra al vestidor y charla con el plantel al término del partido; la consigna es dar tranquilidad al grupo, decirles que pronto recibirán sus pagos pendientes e invitarlos a mantener su máximo esfuerzo, porque la afición no los abandona, el estadio no se llenó ayer, pero sí se notó la presencia de los fieles seguidores de la causa.