Ayer
Ayer te oí reír, tu risa cual cascada,
se metió hasta el fondo de mi alma.
Ayer te vi sufrir, y desolada,
perdí la dicha la quietud la calma.
Ayer te vi partir, desesperada,
clavé veinte puñales en mi pecho.
Ayer te vi morir, y desolada,
me dejaré morir sobre mi lecho.