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¡Vamos México!

Adela Celorio

Lo que molesta de los pobres es que siempre están hablando de dinero. Que las marchas no sirven de nada, afirma el Querubín que anda de esquirol. Y con la manía persecutoria que lo aqueja últimamente, López Obrador quiere convencernos de que se trata de otro complot en contra suya.

De todos modos pienso ir, al fin que mi amiga Cotilla ya ofreció que si me desarmo en el camino, ella me lleva de cantarito de arroz. ¡Vamos México! vamos todos porque esta es de momento, la forma en que la sociedad civil -organizada libremente y no acarreada- ha encontrado para exigir a los funcionarios públicos que funcionen.

Que usen todos los medios que estén a su alcance para combatir esa perversidad que es todo secuestro. Bastaría con que sólo uno de ellos hubiera ocurrido, para escandalizar a cualquier sociedad medianamente civilizada.

Y ¡por favor! no se trata de aumentar la cantidad de policías sino de promover la calidad de los ciudadanos. La seguridad pública no se da por mandato, es el fruto maduro de la justicia social, de la madurez cívica, la educación y el buen gobierno que un pueblo logra darse a sí mismo. Aunque nada justifica la perversidad de las mentes criminales que con premeditación, alevosía y ventaja comercian con la vida de los ciudadanos; de alguna manera la explica, la irritación que provoca la vergonzosa existencia de cuarenta millones de pobres que observan la impunidad con que se mueve en nuestro país gente como los Madrazos, Gordillos, Salinas o los estrepitosos hermanitos Hank.

A fuerza tiene que doler a unos más que a otros desde luego, el rescate que los ciudadanos pagamos por los bancos, para que una vez saneadas sus arcas, los “dueños” los vendieran al extranjero. Y ni qué decir lo que ofende la burguesía eclesiástica siempre al servicio del buen postor y cuya más reciente maroma ha sido la de nombrar a Santo Tomás Moro el patrono de los políticos ¡Háganme el favor! También habría que considerar el respeto que nuestra sociedad ofrece al dinero sin importar demasiado su procedencia.

Yo hasta pensaría -es un decir claro- que también influye la irresponsabilidad de quienes construyen dobles pisos de periférico para beneficiar a una minoría de automovilistas, mientras dieciocho millones de peatones están en manos de los talibanes que tienen concesionada esa ignominia que llamamos aquí transporte público. Hay mucho qué hacer para rescatar la seguridad. De momento, ¡Vamos México! Vamos todos a la marcha del próximo domingo.

adelace@avantel.net

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