César Rodríguez Tovar ya es todo un personaje del centro de Gómez Palacio
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Una enfermedad hereditaria, dejó a César Rodríguez Tovar postrado para siempre en una silla de ruedas. Hoy en su ?Borgettimóvil?, como así lo bautizó, se gana la vida vendiendo dulces y cigarrillos en diferentes puntos de la ciudad.
Su primer destino es en el patio trasero de la presidencia municipal, donde llega a las diez de la mañana y se retira a las dos de la tarde. Debajo de la sombra de un árbol establece su carro, el cual fue diseñado especialmente para él por el dueño de Bicicletería Orozco. Durante tres años en el lugar ha logrado el respeto y el cariño de todo el que acude al recinto oficial.
La gente ya lo conoce y los niños lo buscan mucho. Dice con especial alegría que la alcaldesa, Leticia Herrera, lo quiere mucho, pues ella le obsequió su silla de ruedas y lo motivó a ser comerciante, al grado de que también le regaló la mercancía que por primera vez expendió al público.
César tiene ahora 41 años. Platica que cuando tenía 22, su mal empezó. Se trata de un síndrome que se llama espinocerebeloso y que dos de su hermanos lo padecieron, ambos ya murieron. Recuerda que él estaba muy pequeño cuando ellos cayeron en una silla de ruedas.
Actualmente le sobreviven cuatro hermanos, pero él es el único que está enfermo. Luego de indagar en su historia familiar, los médicos concluyeron que era una enfermedad idéntica a la de sus hermanos. El diagnóstico fue de que se trata de un mal hereditario y que no es curable.
Cuando sintió que sus piernas se debilitaban, trabajaba en una panadería. Luego empezó a perder el equilibrio y no podía pronunciar bien las palabras. Comenta que sentía que su lengua se trababa. Como es normal, se asustó y decidió ir al Instituto Mexicano del Seguro Social donde lo trasladaron a la Clínica de Especialidades para practicarle todos los estudios pertinentes.
Cuando salió del hospital, César empezó a experimentar cambios más severos en su cuerpo y articulaciones. Sus piernas ya no le respondían, no se podía sostener. Su lengua parecía de hierro, pues se atoraba entre sus dientes cuando intenta pronunciar alguna frase.
Sin remedio, comprendió que el padecimiento estaba avanzando. No le quedó otra más que ser fuerte y resignarse. Habla con voz muy pausada y así explica que nunca renegó de la vida. Se considera de las personas que piensan que hay que aceptar lo que Dios manda.
Al transcurrir el tiempo, ya era imposible levantarse sin ayuda. César vive con su padre, quien lo asistía para sostenerse. Puede caminar pero a paso muy lento y aferrado a algo. De hecho en su casa puso unos barrotes sobre la pared que van desde su cuarto hasta los pasillos que conducen al cuarto de baño.
A simple vista, sus piernas no parecen estar débiles. Se ven fuertes, pero como él comenta, ?parecen de papel cuando intento caminar?.
No podía derrotarse. Movido por la necesidad, solicitó una silla de ruedas que le fue otorgada por la Alcaldesa. Así salió a ganarse la vida en las calles.
Para un hombre que siempre se ha decidido a trabajar, ganarse la vida pidiendo no era muy satisfactorio para él. Así fue como el propietario de la Bicicletería Orozco, le propuso adecuar su silla de ruedas como una especie de carrito.
Le instaló una rueda delantera que es maniobrada por un volante que al accionarlo con sus manos hacia atrás y hacia delante, permite el movimiento del vehículo. Sobre la llanta adherida, fue colocada una especie de canasta donde él porta su mercancía.
César ahora puede desplazarse a muchas partes. La presidencia municipal es su primer punto, luego acude al mercado José Ramón Valdés, donde se queda hasta las dos de la tarde. El tercer sitio es la Plaza de Armas, donde agotado por todo un día de trabajo, se retira a su casa a las nueve de la noche.
La gente que conoce a César, lo califica como un hombre muy luchista y trabajador. Además de una persona muy optimista pese a su condición. Él ha dado muestras a propios y extraños sobre su entereza y don de gente.
Considera que las personas discapacitadas como él tienen un gran valor y pueden ser de mucho provecho para la sociedad. ?Nadie en estas condiciones debe pensar que es una carga, uno no debe serlo, por eso no hay que derrotarnos?.
César es fanático del equipo de futbol Santos Laguna, pero admira mucho a Jared Borgetti, del que conserva cientos de fotografías. Con él se ha tomado varias y con su silla de ruedas adaptada muchas veces se ha trasladado a Santa Rita para verlo entrenar.
De hecho su unidad está pintada con los colores del Santos y el logotipo. En la parte de atrás del asiento, hasta hace poco, se podían apreciar las firmas de todos los jugadores. ?Me encanta el futbol y admiro mucho a Borgetti?, afirma.
El único día que no trabaja es el domingo. Descansa viendo televisión, pero cuando juega su equipo favorito es un día especial.