EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Venta de Bancomer/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Un banco es una institución que te prestará dinero si demuestras que no lo

necesitas”. Bob Hope

una gran discusión ha generado la propuesta del BBVA español para comprar el 40 por ciento que no tenía ya de Bancomer. Los cuestionamientos a la operación han sido muy diversos: desde el señalamiento de Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, de que la operación sacaría a Bancomer de la Bolsa Mexicana de Valores y por lo tanto disminuiría el flujo de información pública sobre la banca, hasta el de Mario di Constanzo, asesor financiero del PRD en la Cámara de Diputados, que afirma que la transacción es simplemente ilegal.

Las objeciones principales, sin embargo, se han enfocado a dos puntos: la mayor concentración de la banca en manos extranjeras y la exención de impuestos a las utilidades que pudieran surgir de la operación.

El cuestionamiento que mayor atención ha generado es el de la propiedad extranjera. La operación debe impedirse, dicen algunos, porque no es bueno que la banca esté controlada por empresas extranjeras.

Esto, sin embargo, tiene poco sentido. A los mexicanos nos conviene tener una banca que funcione bien, pero la operación de estas instituciones no tiene nada qué ver con el pasaporte de sus accionistas.

En este momento hay una gran inversión extranjera en la banca mexicana. La razón es que las instituciones propiedad de mexicanos quebraron a mediados de los años noventa y no hubo empresarios nacionales que quisieran o pudieran recapitalizarlas. Si no se hubiera levantado la prohibición a la propiedad de bancos por extranjeros, nuestro país se habría quedado sin banca o más bien tendríamos un mercado altamente monopolizado.

Mucho se dice que la banca está haciendo actualmente un mal trabajo. Y quizá sea cierto: los créditos al sector productivo, ciertamente, son caros y escasos. Pero esta situación existe desde que en 1982 José López Portillo “nacionalizó” una banca que ya era nacional y que funcionaba razonablemente bien. Si queremos tener una banca que otorgue más crédito al sector privado y que sea competitiva con la de otros países, debemos tener leyes que faciliten su labor y que permitan, sobre todo, la recuperación de créditos. Pero esto es independiente de la nacionalidad de los banqueros.

Una objeción más inquietante tiene qué ver con el hecho de que los bancos mexicanos han logrado conservar su valor y por ello pueden ser vendidos hoy a precios relativamente altos, debido al rescate y la recapitalización que llevó a cabo el Fobaproa con el dinero de los contribuyentes. Este tipo de complicaciones siempre surge cuando el Estado rescata empresas privadas. Si la firma quiebra el público sale perjudicado, especialmente en el caso de un banco cuyo capital es proporcionado en un 90 por ciento por el público y no por los dueños. Pero si la empresa tiene éxito y sube su valor, es lógico que se piense que el erario debe tener cuando menos una participación en el beneficio.

La solución teórica es que el Gobierno no debió haber rescatado a la banca. Pero esto habría significado que millones de mexicanos perdieran sus ahorros.

La venta de Bancomer por los accionistas mexicanos que le quedan no generará Impuesto Sobre la Renta debido a que la transacción se llevará a cabo a través de la bolsa y las ganancias de bolsa no están gravadas en nuestro país. Ésta es una disposición que no se puede cambiar para un caso en particular, porque ello sería inconstitucional. Sin embargo, esta operación, como la anterior venta de Banamex a Citibank, debería obligar a replantearnos la exención abierta que tenemos a las ganancias en bolsa.

Para resumir, a mí no me preocupa que la banca quede en manos de extranjeros: si los nuevos banqueros son mejores, los mexicanos nos beneficiaremos de tenerlos aquí. Pero sería miope no reconocer que el rescate y la recapitalización de los bancos por el Fobaproa siguen generando problemas éticos y de justicia. Por otra parte hay dudas serias acerca de si es correcto mantener un sistema que cobra impuesto a las utilidades cuando se obtienen en el trabajo cotidiano pero no si proceden de una transacción en bolsa.

De cualquier manera, lo que no se puede hacer en el caso de Bancomer es cambiar las reglas una vez que se ha anunciado la transacción. No hay razón legal para que las autoridades impidan la venta de la parte de Bancomer que no es ya propiedad del BBVA.

López Portillo

La muerte de José López Portillo reavivará las reflexiones sobre un político que asumió la presidencia con una imagen liberal, que contrastaba con la de su predecesor Luis Echeverría, pero terminó estableciendo el control de cambios y estatizando la banca.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 74500

elsiglo.mx