Inmediatamente después se tecleó el nombre de Raúl Sifuentes Guerrero, el secretario general de Gobierno y nuestra aguantadora computadora empezó a parpadear. Una vez repuesta, lanzó su electrónico juicio, en el que se hace énfasis en que a lo largo del año ha sido factor de gran división dentro del PRI por sus intentos de crear una gran estructura en su entorno, con miras a obtener la nominación como candidato a gobernador. Se ha dedicado a manejar la política interna del Estado, pero para su propio beneficio y el de sus incondicionales; en una franca labor de zapa ha trabajado en contra de algunos de los que integran el gabinete de Enrique Martínez. Sifuentes Guerrero ha sido de los funcionarios que bien ha sabido aprovechar su puesto para candidatearse y no son pocos los que aseguran que algunas presidencias municipales de la Entidad sobre todo Francisco I. Madero y más aún Matamoros, le han representado una especie de “caja chica” económica y política. La computadora sin más le aventó un deslavado SEIS. Le fue bien.
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El cibernético cerebro continuó con su labor, ahora con Jorge Viesca Martínez, el secretario de Obras Públicas del Estado de Coahuila. De profesión ingeniero mecánico, se metió al asunto de las construcciones, en las que cometió tantas pifias que le significaron problemas en obras como el puente “Otilio González” en Saltillo y en el DVR en Torreón; a lo largo del año no se caracterizó precisamente por impulsar la conservación de caminos y carreteras estatales. De acuerdo a señalamientos del propio presidente de Canacintra, en Saltillo, ha beneficiado a empresas constructoras que son sus amigas y la característica más grave es su espíritu belicoso, ya que se peleó con reporteros, con materialistas, con funcionarios municipales y en su gestión ha despedido por lo menos a cuatro delegados del Autotransporte Estatal en la región. Sale entonces, la primera calificación reprobatoria de la jornada, un horroroso y bien ganado CINCO.
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Otro secretario del Gobierno coahuilense, Javier Guerrero García, de Finanzas, aparece en la pantalla. Hombre bien intencionado y con buena fama entre el empresariado de la Entidad, podría haber salido con una alta calificación, salvo por un par de detalles: abiertamente ha aprovechado la pasarela que significa la Secretaría de Finanzas y la coordinación nacional de los Secretarios de Finanzas que acaba de terminar. Aunado a lo anterior, ahora el foro que le representa la Comisión Interestatal de Desarrollo Regional, (Cider), la ha aprovechado bien y bonito pero, ¿en dónde quedó aquel convenio de coordinación con la Federación en el que Coahuila apoyaría en las labores de combate al contrabando y a la “piratería”? Le correspondería a Finanzas ejecutarlo, sin embargo, apenas un centenar de vendedores de ropa usada y dos que tres organizaciones de “onappafos” que le organizaron plantones y manifestaciones así como discusiones fuertes con Enrique Martínez y reculó. Por eso logra un respetable OCHO y la computadora le aconseja ir a la Basílica de Guadalupe a dar gracias a la Virgen.
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Al teclear el nombre de Ignacio Diego Muñoz, secretario de Planeación de Desarrollo Económico, los resultados se desplegaron de inmediato en la pantalla: el juicio electrónico le otorga un triste SEIS, ya que simplemente el funcionario disfrutó durante el año del “vuelito” que le dejó José Antonio Murra Giacomán en la dependencia a su cargo, ya que prácticamente cosechó algunas de las inversiones y programas ya concretados por la anterior administración gubernamental. Nunca reconoció las cifras de INEGI sobre desempleo y al parecer tanto se preocupaba por el impulso económico de la Entidad, que una buena parte de su tiempo se la pasaba jugando golf en exclusivo club de Saltillo, pero eso sí, jamás dejó de firmar puntualmente en la nómina.
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Toca el turno al acalde de Torreón, Guillermo Anaya Llamas y la máquina de inmediato coloca en pantalla y en brillantes letras verdes la calificación de SIETE. El presidente municipal sigue “verde”, ya que si bien la suma de sus planes y proyectos tienen por única intención el lograr avances concretos en la modernización de la ciudad, a la hora de la negociación y operación política, casi todo se le cae. La poderosa “Pony” también hace énfasis en que la búsqueda de reflectores a través de canales de televisión lo llevó a desestimar los señalamientos que se le hicieron en medios impresos. La actitud amable y dispuesta del ex diputado federal cambia radicalmente al asumir la Presidencia Municipal pues a los colonos dejó de recibirlos, igual que a los transportistas, a los gays, a las cortesanas etc. y a casi toda manifestación le daba un matiz partidista sin tomar en cuenta las peticiones ciudadanas en donde las hubo. Además, “a última hora decidió”, con el más fino estilo priista, “meterle la uña” al erario público para premiarse y premiar con un “bono de productividad” a dieciséis de sus “esforzados” directores, “por el buen trabajo desempeñado”, como si laboraran por “amor al arte” y no cobraran un sueldo por ello. Sin embargo, la computadora señaló que los bulevares Independencia y Diagonal Reforma le valieron reconocimiento de la ciudadanía e influyeron en su calificación para que no resultara reprobado por “alegre uso de lana ajena”, (léase del pueblo.) Lástima que no les hizo segundos pisos; a lo mejor hubiera sacado diez.
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Eduardo Jiménez Saracho, titular de Desarrollo Urbano, logró apenas un feíto SIETE ya que varios fueron los señalamientos públicos que le hicieron por la obra asignada directamente en Simas a la empresa de su propiedad JIMSA, lo cual lo mantiene pendiente aún en la Secretaría de la Contraloría del Estado por una denuncia interpuesta por violación a la Ley de Responsabilidades a Servidores Públicos. Posteriormente reconoció que “le trabajaba a Obras Públicas del Estado” haciendo estructuras de acero para las columnas del DVR y lo que ha sido la fase de reparación. De esto ni su jefe Guillermo Anaya lo sabía. A su cargo ha estado emitir todas las licencias de construcción de este Gobierno, algunas de las cuales curiosamente son de empresas o fraccionamientos que su empresa construye. “Señor, no me des, ponme donde haya”.
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Al tesorero torreonsense, Jorge Handam Hernández, el cerebro electrónico le otorgó un SIETE, ya que pese a su excesivo cuidado en el manejo de los recursos públicos, “recibió” junto a otros directores generales un “bono de productividad equivalente a un mes de sueldo y ahora mantiene listo el segundo bono para este 2004. Este funcionario ha realizado un papel más bien gris, de conflicto constante con direcciones y departamentos, siempre bajo la tutela de la contralora, Natalia Virgil que dicen le tripula el cerebro.
Le tocó el turno al mandamás en Obras Públicas Municipales, Gerardo Berlanga Gotés, quien logró un apurado SIETE ya que entre sus desaciertos, destaca la falta de atención a los programas de pavimentación en la ciudad argumentando siempre la falta de recursos, de manera que este servicio sigue siendo de los más rezagados. En obras importantes como la modernización del bulevar Diagonal Reforma tuvo algunas fallas, como el tipo de focos que se escogieron que no iluminan lo suficiente y son peligrosos en esa vialidad. Los trabajos en cuanto a la calidad de la obra, se verán con el tiempo. Como quiera trabajó y le valió para quedar entre los aprobados.
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Ahora aparece en pantalla el nombre de Nohemí Gaspar Anaya, jefa de la Jurisdicción Sanitaria Número Siete. Para que “embone” con los de arriba, la cibernética máquina le otorgó también un SIETE, ya que el transporte del rastro está a cargo de este organismo, pero opera sin refrigeración y de manera insalubre, a pesar de que llevan la carne a San Pedro. En diversas ocasiones ha sido fuertemente criticado por los regidores el estado insalubre de los baños de las escuelas primarias en la región y la descarga incontrolada de aguas residuales que generó múltiples enfermedades entre los pobladores de los ejidos Virginias y Las Vegas, lo que le restó puntos, como también los tiraderos de basura al aire libre y la falta de control en el rastro, que no cuentan con un veterinario que certifique que los animales están sanos y la falta de control en las “muchachas malas” pues son unas pocas las que se hacen el examen médico reglamentario y aún así se les permite laborar.
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Llegó el momento de teclear el nombre de la alcaldesa de Lerdo, Rosario Castro Lozano, cuya flamante administración ha estado marcada por un revanchismo político que tuvo su primera expresión en el despido de por lo menos treinta y seis integrantes del Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento de Lerdo y otras treinta personas de confianza de la anterior administración municipal. Otra actitud revanchista fue la cancelación del paquete de licencias que el Cabildo de la anterior administración autorizó para la venta de bebidas embriagantes, así como la anulación de todas las actas de cabildo 2001-2004; en consecuencia todos los acuerdos quedaron sin validez. Si bien la alcaldesa ha puesto orden financiero y ciertamente tanto funcionarios como regidores siempre están en oficinas, la “Pony” le otorga sólo un SIETE, ya que además doña Rosario se ha caracterizado por centrar la información en su persona, pocos funcionarios por no decir todos, han tenido la oportunidad de figurar en los medios de comunicación. Esto ha provocado que la alcaldesa diga una cosa y ellos otra, tal y como sucedió con Guillermo Picaso, tesorero interino, quien dijo en el primer mes de la administración que sí había dinero para la gasolina y los sueldos, mientras Rosario decía que no. Desde entonces el funcionario tiene prohibido hablar con los medios de comunicación. Qué feo.
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Pero el anterior alcalde, Luis Fernando González Achem, no podía quedar fuera del ejercicio y como la suma de problemas que atravesó su administración quedaron irresueltos y finalmente endosados como herencia, el juicio electrónico fue implacable: un espantoso CINCO. Luis Fernando justificó la incapacidad de resolver los problemas en tiempo y forma por la falta de recursos y tampoco pudo atraer inversiones ni resolver conflictos graves como el del relleno sanitario o la planta tratadora de aguas residuales, por lo que su gestión pasa ya a la historia como una de las más tibias y problemáticas en el pasado reciente de la sufrida “Ciudad Jardín”.
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Ahora aparece en la pantalla el nombre de Emilio Bichara Marcos Wong, alcalde de San Pedro. Antes de emitir la calificación correspondiente, la máquina puntualiza la falta de transparencia en el manejo de los recursos económicos; el que nunca se aclaró cuánto puso el Municipio para la “megaboda” que se aventó, ni cuánto puso él de su bolsita; el espinoso asunto del cobro por la producción de algodón a los campesinos, así como el hecho de que no se ha logrado frenar la pérdida de empleos y los altos niveles de drogadicción, como elementos que restan puntos, por lo que la calificación otorgada por la computadora fue de un desangelado SEIS.
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Sigue el turno de José Luis Marrufo Álvarez, alcalde de Francisco I Madero. La “Pony” destaca que a principios del año todavía tenía a sus hijos en la lista de proveedores del Ayuntamiento; persisten los “aviadores” en la nómina municipal y no se han hecho obras de relevancia para el Municipio. Taxistas, campesinos, habitantes de ejidos, ONG’s y hasta los bomberos, realizaron manifestaciones públicas en su contra, se le rechazaron dos cuentas públicas, sus policías constantemente son señalados por abuso de autoridad. La calificación que salió finalmente en la pantalla después de hacer la computadora extraños ruidos, fue reprobatoria: un pavoroso CUATRO.
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Otro alcalde en problemas, según el cerebro cibernético de nuestra máquina, es el de Matamoros, Felipe Medina Cervantes, ya que en su feudo persiste el clandestinaje en la venta de alcohol, tanto en la cabecera municipal como en los ejidos, así como el desorden en el centro de la ciudad y que todavía no se implementa ninguna medida para mejorar su imagen y actividad comercial. Otros detalles que restan puntos, son sus constantes problemas con los regidores de oposición y el haber contratado a una persona con antecedentes penales, para delegado de Tránsito en la ciudad. La computadora escribió en su pantalla que por haber sufrido mucho pudo haber aprobado; sin embargo, es su confrontación con el alcalde de Torreón, Guillermo Anaya, su oposición al proyecto de modernización del transporte público, “Trans-Siglo” y el haber alimentado la protesta priista con manifestación, bloqueo y secuestro de camiones de basura, lo que más le pesa en contra, logró un feo CINCO.
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La computadora empezó a “resoplar” y a lanzar gemidos como de agonía cuando tecleamos el nombre del ahora ex gobernador de Durango, Ángel Sergio Guerrero Mier. Lanzó un par de bocanadas de humo blanco que alarmaron a los subagentes presentes en la ceremonia de calificación, por fin se desplegó en la pantalla un espantoso CUATRO acompañado de un razonamiento: Don Ángel Sergio endeudó a la Entidad, ya que al inicio de su administración la deuda pública era de seiscientos millones de pesos, pero al final de la misma, la cifra había ascendido a los dos mil setecientos millones. No realizó ninguna aportación de importancia para La Laguna de Durango; las obras que impulsó quedaron inconclusas y sin recursos para terminarlas y otras, como el bulevar Guadalupe Victoria, presentaron serias deficiencias. Nunca solucionó el problema del transporte, otorgó concesiones al por mayor y creó a un monstruo que ni él supo cómo controlar y sólo para rematar, durante su gestión, las dependencias del Estado en La Laguna operaron como un simple membrete, ya que carecían de facultades o recursos para solucionar problemas. ¡Qué lindo angelito!
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A continuación aparece el nombre del flamante gobernador del vecino Estado, Ismael Hernández Deras, quien a pesar de estar recién estrenado. Ya “hizo agua” y la computadora lo calificó. Recibió una administración endeuda y se le ocurrió pedir otro crédito para aumentar más la cuenta; se tardó demasiado en designar a su equipo de colaboradores en la región y hasta la fecha hay algunas designaciones pendientes. Las cosas siguen igual y las oficinas locales no tienen capacidad para resolver problemas. En un inicio sus visitas a la región fueron constantes, pero conforme fueron surgiendo los cuestionamientos, discretamente empezó a ausentarse y además, ordenó algunas auditorías, pero a final de cuentas no le fincó responsabilidad a ninguno de los anteriores funcionarios que endeudaron a la Entidad. Por todo eso, la calificación no podía ser mayor a un SIETE y eso por ser nuevo en el oficio.
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La ex alcaldesa Leticia Herrera Ale que recientemente dejó la silla no podía quedar fuera. Destacan como puntos buenos el que su sueldo lo donó a obras de beneficencia y que brindó muchos apoyos a colonias marginadas. Sin embargo, anunció que el Gobierno del Estado pagó veinte millones de pesos para el retiro de los patios de maniobras de Ferromex y las vías continúan físicamente en el lugar en que han estado siempre. Inauguró la primera etapa de la Unidad Deportiva y las instalaciones no tienen ni siquiera drenaje o agua potable; se retiró del cargo durante quince días para apoyar la campaña de proselitismo del ahora alcalde y ordenó dos auditorías externas, pero se negó a dar una copia a los regidores, aunque se pagaron con recursos públicos. Había anunciado que en su administración no habría bono de marcha, pero se abstuvo de votar cuando los regidores se autorizaron una compensación de cien mil pesos y finalmente se negó a elaborar el Reglamento de Acceso a la Información. Por todo ello, la calificación que surgió de la máquina fue un SIETE PUNTO CINCO, que hubiera sido menos si no fuera porque durante tres años engalanó con su presencia el Palacio Municipal.
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Le toca el turno al novel alcalde Octaviano Rendón Arce, que tomó una administración sin dinero y arrancó el plan de los cien días casi tres semanas después de rendir protesta. Designó un equipo de trabajo repleto de ex funcionarios municipales que en anteriores administraciones fueron cuestionados por su desempeño y para rematar, solicitó dos créditos por diez millones de pesos cada uno. La calificación que logró fue un SIETE, ya que opera a su favor, además de estar “nuevito”, el haber ordenado una reestructuración del organigrama para un mejor funcionamiento del Ayuntamiento, así como las reuniones con los alcaldes de Torreón y Ciudad Lerdo para impulsar proyectos conjuntos.
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Al teclear la palabra Sideapa, aparecen dos nombres y dos calificaciones: Primero el ex director, Adelmo Ruvalcaba Nieto, con horripilante CINCO, ya que no realizó obras de drenaje pluvial para evitar las inundaciones en colonias; nunca informó cuánto tuvo que pagar a un particular para que pudiera funcionar la planta de tratamiento, esto porque el decreto de expropiación no estaba bien fundamentado. Durante buen tiempo se negó a publicar la nómina en Internet y endosó una deuda a la actual administración, aunque nunca informó sobre la existencia de estos pasivos. Además permitió que se incrementara el monto del adeudo de morosos con el sistema y nunca dio a conocer el resultado de la auditoría externa que ordenó la alcaldesa doña Leticia. Luego aparece la actual directora, Yadira Graciela Narváez Salas, con un bonito y cantarín OCHO que pudo haber sido nueve, ya que en tres meses ha puesto en marcha la construcción de drenaje pluvial en la colonia Chapala, Álamos, Infonavit, Santa Rosa y en el bulevar Miguel Alemán e inició un programa para recuperar los rezagos de los usuarios, pero aún es hora que no convoca a una reunión de la junta directiva de la paramunicipal y por ello la computadora le sacó tarjeta amarilla y le bajó un punto.
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Toca el turno a la palabra tesorería, y aparece el nombre del ex, Carlos García González, que si bien disminuyó en un pequeño porcentaje la deuda pública del Municipio, obtiene sólo un piadoso SEIS, ya que en la auditoría externa se descubrió que pagó una operación de su madre, lo que es no tener, aunque aseguró que repuso el dinero, no hay manera de comprobarlo y nunca aceptó publicar en Internet la nómina del Ayuntamiento. El actual tesorero, Antonio Calzada López, logra un OCHO ya que tiene experiencia en este tipo de puestos porque fue el encargado de manejar las finanzas del Congreso del Estado en la anterior legislatura, pero no es administrador ni contador público, es ingeniero titulado y tardó demasiado en presentar el Presupuesto de Egresos para 2005, pero como se está estrenando, la computadora tuvo compasión de él para que pase en paz la Navidad.
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Y ya a punto de tronar por calentamiento, la poderosa “Pony” de dos mil “chips” y memoria de elefante, hizo su último esfuerzo y liberó las calificaciones que corresponden al anterior y actual titular de Obras Públicas en Gómez Palacio: así al ex, José Guadalupe Díaz Hurtado, le da sólo un SEIS, ya que no terminó la nueva Unidad Deportiva ni realizó obras ni proyectos de importancia y al actual, Alfredo Alarcón Villarreal, le otorgó un SIETE, ya que tiene experiencia en los cargos públicos y conoce la problemática del Municipio. Sin embargo se incorporó al puesto quince días después de iniciada la administración porque no había soltado “el hueso” como secretario de Obras Públicas del Estado y en estos tres meses no ha llevado a cabo ningún proyecto y obra de importancia. Ojalá y reaccione.
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Y no habiendo más que agregar, este su 007 se quita toga y birrete, guardándolos en el closet con bolitas de naftalina hasta el próximo año, deseando a sus lectores un feliz y próspero 2005.