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Verdades y Rumores

Agente 007

Nuestros subagentes en Gómez Palacio nos reportan un incidente en verdad lamentable. Resulta que el tesorero municipal, Carlos García González, citó a una reportera de El Siglo de Torreón en el Hotel Villa Jardín para intentar explicar ciertas irregularidades que tienen qué ver con el manejo de los recursos públicos. Hasta ahí, nada extraordinario, salvo la distinguida concurrencia en las mesas aledañas, algunos de apellido Herrera. Una vez terminada la entrevista, se aproximó a la reportera el director general de la Policía Ministerial de Durango, Eulalio Aldama Enríquez, quien extendió la mano cual intentona de saludo mientras voz en cuello decía: “Tome, para unos refrescos” con toda la intención de ser escuchado por los comensales, tal vez para agradar a sus patrones. El policía pretendía entregar cierta cantidad de dinero, algunos billetes de doscientos pesos, a la reportera, quien por supuesto, se negó. El subagente creyó distinguir algunas sonrisas entre los funcionarios, incluyendo al Tesorero. Si se tratase de personas educadas, de funcionarios públicos con verdadera vocación de servicio, sólo cabría interpretar el hecho como fruto de la desesperación y aún a la torpe extensión de estilos y tratos, pero como no es así, queda el recurso de atribuirlo a su naturaleza, o a su servil actitud ante quienes controlan el Municipio. Ni hablar, con ésos nos tocó convivir...

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El alcalde Guillermo Anaya se había fajado los pantalones y con base en los estudios de Ingeniería de Tránsito decidió modificar la circulación en un importante sector de la ciudad, ello a pesar de cierta oposición, señalando que los cambios eran necesarios y que por lo tanto “el progreso de Torreón no es negociable”; inclusive el día de ayer se informó a la comunidad mediante desplegados en los periódicos que a partir de las 7:00 A.M. se modificarían las circulaciones, para lo cual un día antes estuvieron cambiando los semáforos de la calle Doce y de la calzada Cuauhtémoc en los cruceros de avenida Arista y avenida Lerdo de Tejada. Todo parecía caminar sobre ruedas con la anunciada firmeza del Alcalde, pero ¡Oh sorpresa! pasaron las horas y el anunciado cambio no ocurrió porque según parece al Alcalde se le cayeron los pantalones y reculó, se echó para atrás exhibiendo así su falta de carácter para gobernar, la incapacidad de su equipo de colaboradores y la ligereza con la que se toman decisiones. Su firmeza resultó puro cuento chino, cual si fuera de la “Chimoltrufia” (como digo una cosa, digo la otra) buscando justificarse ante la comunidad ahora sale con el infantil argumento de que el proyecto de cambio de vialidades se pospone porque “falta información a la ciudadanía, mucha de la cual se encuentra de vacaciones y es mejor esperar para que no ocurran accidentes”. La realidad es que el crecimiento de la ciudad y el número de vehículos que circulan están exigiendo importantes modificaciones que no pueden estar al capricho de unos cuantos que se dicen afectados. Con estas cositas lo menos que debería hacer el Alcalde es pagar de su bolsa los desplegados y gastos inútiles por el cambio de semáforos. No cabe duda que con esas flaquezas y contradicciones su imagen de gobernante se deteriora.

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Es preocupante y así lo comentan numerosos torreonenses, la frecuente oposición que se observa en nuestra ciudad cuando el Gobierno pretende realizar obras. El comentario viene al caso con relación al proyecto de construcción de las presas “El Tigre” y “Cañón de la Cabeza” en el río Aguanaval. Los opositores (que por lo visto no faltan) argumentan razones ecológicas en perjuicio del medio ambiente, señalando con astucia que desde la construcción de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, se originaron graves problemas ecológicos, señalando entre otros: el abatimiento de los mantos acuíferos y consecuente contaminación de arsénico en numerosos pozos, la deforestación de parajes del río Nazas entre ellos Raymundo y el agotamiento del agua en Viesca. En ello pudieran tener razón, pero estos argumentos que se manejan para desprestigiar el proyecto sobre el Aguanaval no se pueden aplicar para este plan, porque en el caso de la presa “El Tigre” su almacenamiento es mínimo y sólo captaría el 0.75 del agua que pudiera llevar el río. En cuanto a la del “Cañón de la Cabeza” es de todos conocido que no se trata de una presa almacenadora, no habrá compuertas, el mencionado proyecto señala que su cortina tendrá un tubo de cuatro metros de diámetro por donde siempre fluirá el agua, su función es controlar las grandes avenidas, permitiendo un máximo de desfogue que evitaría el desbordamiento del río y la afectación de diversos poblados ribereños, entre ellos Congregación Hidalgo y grandes extensiones de sembradíos. Las autoridades de Conagua argumentan que no solamente se evitarán las inundaciones sino también se aprovechará el agua que se pierde en los temporales lluviosos, permitiendo en esos casos desfogarla lentamente, en veinte o cuarenta días según el caudal, lográndose una mayor recarga de los mantos acuíferos. Sobre esto cabría preguntarse: ¿si todo suena tan bonito por qué existen opositores? Al decir de los enterados la realización del proyecto afecta los intereses económicos de algunas personas, entre ellos ejidatarios y pequeños propietarios que sin control ni costo y por muchos años han explotado el agua proveniente de unos manantiales ubicados en lo que sería el vaso de la presa; además como práctica de esa mala costumbre también extraen a su antojo y sin control el vital líquido del Aguanaval. Con la construcción de las presas surgiría una nueva regulación por parte de Conagua, cosa que parece no gustar a los que por años han hecho de las suyas al amparo de “a río revuelto ganancia de pescadores”. Lo cierto es que la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat) es el organismo que con fundamento en los estudios de impacto ambiental deberá resolver si procede o no la construcción de las presas.

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Los funcionarios lerdenses están haciendo hasta lo imposible por evitar que se les aplique un descuento para reponer el dinero que no justificaron en la Cuenta de Gastos. Ahora dicen que los saldos presentados en la Cuenta Pública de 2003 no son reales y que su saldo es mucho menor, quejándose además porque la Tesorería no les recibió comprobantes porque carecían de valor fiscal. Por otro lado se sabe que en la lista de deudores también hay inocentes, como pudiera ser el caso del secretario del Ayuntamiento, Jesús Prado, del chofer y secretario particular del Alcalde, quienes aparecen con saldos elevados, pero los que de esto saben aseguran que se trata de dinero utilizado por el alcalde González Achem, o sea que son prestanombres. Independientemente de lo anterior, todos saben que tienen que dejar pagada esta cuenta porque es muy probable que la próxima administración la ganen los panistas con doña Rosario a la cabeza, de la que dicen viene con la espada desenvainada para “checar” las cuentas.

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