En el Tribunal Superior de Justicia de Coahuila que tiene por capitán a Ramiro Flores Arizpe, están ocurriendo cosas extrañas que denotan una negra intención por tapar presuntas pillerías de ciertos funcionarios y empleados judiciales. Lo anterior viene a colación, porque a principios del año el Consejo de la Judicatura que también preside don Ramiro, inició una investigación en el juzgado penal de San Pedro, dirigida por el licenciado Jesús Torres Charles, comentándose que los resultados fueron alarmantes al detectarse que el juez penal Héctor Zamarripa y el secretario de apellido Rosas, le habían dado un buen llegue a los dineros depositados por concepto de fianzas, multas, reparaciones de daño etc., para ello endosaban los certificados de depósito a favor de una secretaria escribiente del juzgado, la que a su vez los cobraba en el banco. Se dice que el desfalco fue superior a dos millones de pesos y que ante los hechos, para no levantar polvareda, el mencionado juez pidió licencia por seis meses y el secretario renunció al cargo. Esta simplista decisión apartada de la Ley al no consignar a los presuntos responsables, denota un interés proteccionista hacia los citados funcionarios, fomentando así la impunidad, pues ahora los demás jueces y empleados judiciales ya saben que si los llegan a descubrir metiendo las manos en el cajón ajeno, bastará que pidan licencia y aquí no ha pasado nada.
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Sobre este penoso caso que habla mal de la justicia en Coahuila, los que dicen saber aseguran que el ex juez Zamarripa resultó intocable de la Ley porque goza del “fuero de la amistad” proveniente del secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes Guerrero, del que dicen lo puso en el cargo y fue su socio en un despacho jurídico que tenían frente a la Presidencia Municipal de San Pedro. ¿Será?
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Gran indignación existe entre los vecinos de un centro social cuya parte trasera se ubica sobre la calle México de la colonia Granjas San Isidro, por el insoportable ruido que ahí se genera con los bailongos y pachangas que se organizan cada fin de semana. Cansados de suplicarles a los dueños que moderaran el volumen de los aparatos de música sin obtener respuesta, los afectados demandaron ante los Tribunales Administrativos la cancelación de la autorización municipal para esos bailes, obteniendo una resolución favorable. Pero no obstante la notificación que de tal resolución notificó el presidente del Tribunal, Jorge González Ruiz, el tesorero, Jorge Handam y el director de ingresos, Isaac Villanueva, se hicieron de la vista gorda, dándoles tiempo a los dueños del local para que se ampararan, según se dice, porque el tesorero es amigocho de uno de los dueños del ruidoso antro. La resolución de cancelación debería haberse cumplido dentro de diez días posteriores a su notificación y sin embargo, Handam no la acató, permitiendo que entrara el amparo y así dejar las cosas como están, es decir, con puertas abiertas para que siga el relajo, en perjuicio de los vecinos que hartos de no poder dormir. Ante la impotencia y las vaciladas de las autoridades, han decidido tomar la calle, pues están convencidos de que esa es la única forma en que los chicos de don Memo Anaya le hacen caso a los reclamos ciudadanos. Lo anterior confirma que al equipo del Alcalde le están faltando riendas de mando y ante la debilidad del jefe de la comuna cada quién hace lo que le viene en gana. Pobre Torreón.
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En un acto a todas luces arbitrario y aplicando las viejas formas que tanto daño causaron a la Universidad Autónoma de Coahuila, la directora de la escuela de Ciencias Biológicas en Torreón, Josefina Rodríguez, manipuló al consejo directivo de esa institución para sancionar a cuatro maestros y dos alumnas, sólo por motivos políticos. Se dice que la arbitrariedad y abusos de la citada directora llegan al extremo de poner en riesgo la situación académica de las alumnas Claudia Muñoz y María del Rosario García, las cuales presentaron su examen profesional con mención honorífica y la segunda de ellas sacó el mejor promedio de su generación haciéndose acreedora a una beca para estudiar la maestría, misma que ahora está en riesgo de perder. Nada de eso le importó a doña Josefina y seguramente asesorada por quienes han hecho de esa escuela un feudo de poder, manipuló a los consejeros para que como mansos corderitos, siguiendo el cencerro del amo, actuaran como ella les pidió, aunque al hacerlo violentaron procedimientos y se excedieron en sus facultades, lo que seguramente será enmendado por las autoridades superiores. Mucha atención tendrá que poner a este asunto el rector Jesús Ochoa, pues en su intención de reelegirse no debe permitir que los grupos de poder enquistados en la Universidad, como es el caso, hagan y deshagan a su antojo, como si se tratara de un negocio privado. Es notorio que ya se comenzaron a encender los focos rojos en la Unidad Torreón y si no ataja los problemas a tiempo se le pueden salir de control y después ya ni llorar será bueno.