El ?terrible pecado? cometido por Rocco Buttiglione es haber externado clara y públicamente su idea respecto del absurdo de la equiparación jurídica con matrimonio de la unión entre dos homosexuales o respecto del derecho que éstos invocan para poder adoptar niños.
Rocco Buttiglione es un filósofo italiano metido activamente en la política de su país actividad en la que ha destacado en el Ministerio de Políticas Comunitarias tanto como en su actividad universitaria previa, en la que era reconocido como excelente catedrático y prolífico autor de libros y revistas, en tal virtud fue postulado como candidato a una de las ?Comisarías? o especie de secretarías de la Comisión Europea, específicamente la de Libertad y Justicia; candidatura que fue rechazada a última hora del lunes 11 de octubre por un organismo de la Unión Europea con derecho a veto: la Comisión de Libertades.
Buttiglione cuenta con el apoyo del próximo presidente de la Comisión Europea, el portugués Joao Manuel Durao Barroso. Tanto el primer ministro italiano Silvio Berlusconi como sus diversos aliados de Gobierno, consideran que se trata de una ?persecución? contra la figura del veterano político democristiano por su integridad entre sus ideas y su conducta política y acusó a los miembros de la Comisión de Libertades de caer en la ?vulgaridad propagandística? por los argumentos utilizados.
Buttglione afirmó que no le dejan formar parte del Gobierno europeo porque es católico y porque pertenece al Gobierno de Berlusconi y acusó a la prensa extranjera de malinterpretar malévolamente sus declaraciones sobre la homosexualidad y el matrimonio. El ?terrible pecado? cometido por Rocco Buttiglione es haber externado clara y públicamente su idea respecto del absurdo de la equiparación jurídica con matrimonio de la unión entre dos homosexuales o respecto del derecho que éstos invocan para poder adoptar niños.
Ya se ve que en la ?moderna? Europa donde la libertad se confunde con el libertinaje, hablar claro cuesta caro porque se es tildado de integrista, intolerante, radical etc., en tanto que se plantea como ideal: o bien el leguaje ambiguo y poco comprometido, al estilo de la veleta que se mueve del lado del viento que sople más fuerte, sin mantener ideas propias y claras, o bien la declaración rotunda, intolerante, integral y radical pero del libertino que no tiene empacho en proclamar como verdad absoluta la inmoralidad en la que está inmerso y que busca implantarla como verdad no sujeta a cuestionamiento.
Esa ha sido la estrategia para la legalización y posterior liberalización social del divorcio, del adulterio, de la promiscuidad sexual, de la pornografía y ya entrado en gastos y por la misma vía: la anticoncepción, el aborto, la manipulación genética, la eutanasia y la eugenesia. Estos radicales personajes desde altas esferas de organismos internacionales, o Gobiernos nacionales imponen su amoral concepto de las relaciones sociales a través del control político legislativo y de la utilización de los medios informativos, especialmente la producción cinematográfica o de series televisivas donde van presentando modelos de vida ?progres? a los cuales cuando se les refuta o contradice, se recibe una andanada de improperios y descalificaciones más fundadas en la agresión histérica que en la racionalidad última de sus argumentos.