Zagreb, (EFE).- Muchos traumas por los masivos abusos y torturas sexuales cometidos contra decenas de miles de personas en la guerra de la ex Yugoslavia recién están siendo destapados, aunque hayan transcurrido más de diez años de la guerra de independencia.
Una mujer de la ciudad croata de Vukovar confió días atrás a un diario que fue sistemáticamente violada durante un mes en la guerra, en 1991, por cuatro serbios ex vecinos suyos.
Contó su caso para alentar a otras muchas mujeres de esa ciudad y otras de la ex Yugoslavia que, según asegura, también sufrieron humillaciones similares pero las callan por vergüenza.
Ella padeció problemas psíquicos durante años e intentó suicidarse, aunque tiene hijos, y cuando contó la verdad a su marido, éste sufrió un trastorno nervioso grave.
Finalmente ha reunido el coraje para tratar de incriminar ante la justicia a uno de los violadores, que sigue viviendo en la misma ciudad.
Decenas de miles de casos similares de todas las etnias pueden encontrarse a lo largo de la antigua Yugoslavia, aseguran algunos observadores.
El Tribunal Penal Internacional de la Haya para los crímenes de guerra en la ex Yugoslavia (TPIY) condenó en 2002 a tres varones de la República Serbia de Bosnia por violaciones masivas de musulmanas bosnias a 28, 20 y 12 años de prisión.
Esos crímenes fueron tratados por primera vez en la historia como crímenes de lesa humanidad.
Mladen Loncar, investigador de Zagreb del Centro médico para los derechos humanos, estudió cuatro mil abusos y torturas sexuales contra varones, y ha sido testigo-experto ante el TPIY.
"El perfil de los torturadores es en la mayoría de los casos de gente común, nuestros vecinos, que en tiempos de paz no mostraban anomalías", afirma Loncar.
Los crímenes masivos de este tipo fueron castraciones, la colocación violenta de objetos en el recto, la felación forzosa, choques eléctricos en los órganos sexuales y todo tipo de lesiones.
Sobre todo en ambientes patriarcales, las víctimas tienden a esconder la verdad, a pesar de que los traumas tapados hasta ahora ocasionan numerosos trastornos psíquicos, el divorcio, el suicidio y la violencia, advierten los psicólogos.
Nenad Puhovski de Zagreb ha filmado hace poco un documental con testimonios de víctimas serbias de torturas a que fueron sometidos en 1991 en el cuartel militar croata "Lora" de Split, incluidos choques eléctricos y otras lesiones de los órganos sexuales.
"Sólo si encaramos estos temas, podremos dejar la guerra detrás de nosotros", comentó Puhovski.
Mientras muchos croatas opinan que tratan de desviar la atención pública del hecho de que ese tipo de torturas fueron en realidad típicas para cárceles serbias, la prensa reveló hace días varios casos de graves abusos sexuales cometidos hace diez años en los cuarteles croatas por oficiales contra reclutas o mujeres soldados.
La escritora croata Slavenka Drakulic, cuya novela más conocida "Como si no existiera" (1999) fue traducida a unos 20 idiomas incluido el español, analiza en su libro "They would not harm a fly" (No le harían daño ni a un mosquito) a algunos criminales de guerra juzgados ante el TPIY.
Una madre bosnia acudió al juicio de un ex militar serbio para testimoniar sobre su hija, que éste había mantenido en cautiverio y violado durante meses cuando ella tenía 12 años, y luego la vendió a otro soldado, después de lo cual la niña desapareció y no volvió a ser vista jamás.
La mujer no logró pronunciar ante los jueces más que un gemido.
Si no fuera por el Tribunal de La Haya, este criminal todavía estaría tomando copas y riéndose en algún café local bosnio, honrado como veterano de la guerra, advirtió Drakulic.
Pero aparte de la necesidad de que las víctimas hablen, de que cada una de las naciones admita los crímenes propios y los juzgue, la escritora señaló que es imprescindible comprender algo más: "Salvo algunas excepciones, los autores de los crímenes no fueron "monstruos", como nos gustaría pensar, sino gente común y "normal".
"Sólo si comprendemos que los criminales fueron gente corriente, como nosotros, podremos ser realmente conscientes del peligro", advirtió Drakulic.