Líder campesino que atropelló y mató a una mujer y su nieto permanece prófugo ante complacencia de autoridades
A una semana de la tragedia de la familia Alanís Hernández, donde perdieran la vida la señora Antonia Hernández Gutiérrez y el pequeño Juan Carlos Gómez Alanís a manos del presunto homicida Donaciano Guevera Garay, existen dos interrogantes por despejar para sus hijos y la mayoría de los vecinos que presenciaron los hechos: ¿Porqué lo hizo y cuándo atraparán al culpable?
El Siglo de Durango acudió al domicilio marcado con el 106 de calle Ricardo Flores Magón, en la colonia J. Guadalupe Rodríguez, en cuyo frente tuvieron lugar los hechos.
Al tocar el portón de lámina café, sus moradores dudan en abrir. Santiago, uno de los sobrevivientes al atropellamiento múltiple, abre la puerta y habla a sus dos hermanas, Cristina y Lucía, para que atiendan al medio, aunque de antemano saben que es doloroso recordar el momento.
Cristina y su esposo Martín Gómez, padres del pequeño Juan Carlos, el menor de tres hijos, señalan que hasta el momento las autoridades mintieron al distorsionar en realidad cómo sucedió el homicidio, al que insisten ubicar como un accidente.
Hechos
Como cada domingo don Juan y doña Toñita, como de cariño le decían sus vecinos, se preparaban a salir de paseo con sus hijos. Cristina y su familia subían algunas cosas a su vehículo estacionado frente al domicilio.
Doña Toñita cargaba al pequeño Juan Carlos, mientras don Juan cerraba la puerta y a pocos metros aguardaba Santiago. Repentinamente, con dirección de sur a norte observan una camioneta conocida, tipo Voyager, propiedad de su vecino, Donaciano Guevara, la cual pasa frente a ellos.
Dando vuelta en ?U?, hizo alto frente a su domicilio, estacionándose con la parte delantera apuntando al portón de la vivienda de los Alanís Hernández, saludando a quienes salían. Según menciona Cristina, la mirada del conductor parecía fuera de lo normal, pues denotaba malestar y odio.
Desde su llegada a los departamentos donde ocasionalmente asistía, las quejas comenzaron a llegarle al dueño del inmueble, ya que continuamente las borracheras y desmanes del inquilino fastidiaban a los vecinos. Ocasionalmente el sábado 23 por la tarde, doña Toñita comentó al propietario de la finca sobre la conducta de este individuo, que ya era por demás insostenible, pues no dejaba dormir y hacía mucho ruido, situación que afectaba su salud.
Según los testimonios de sus hijos, esta queja pudo ser la causa para que Guevara Garay quisiera tomar represalias contra la familia, esperando el momento para cobrar venganza. El domingo 24 los presentes, al observar la camioneta de su vecino, lo tomaron como una situación cotidiana, sin pensar que ya planeaba terminar con la vida de los integrantes de la familia.
El homicidio
Segundos antes de abordar el vehículo, listos para marcharse, doña Toñita se preparaba para subir con el pequeño Juan Carlos, cuando repentinamente los presentes vieron cómo la unidad subía la banqueta y se enfilaba hacia la puerta, atropellando a la abuelita y su nieto, golpeando la pared con el lado derecho de la defensa, al mismo tiempo que lanzaba en distintas direcciones a don Juan y a su hijo Santiago. Este último cayó junto a su madre, perdiendo el conocimiento por algunos instantes.
El infante cayó a un lado de una de las jardineras del domicilio contiguo, golpeándose la cabeza contra el concreto. Mientras el conductor sin disminuir la velocidad destruía otra de las jardineras, pasando por encima de la señora en dos ocasiones, al echarse en reversa para.
Nadie de los presentes podía creer lo que estaba pasando, pues a pesar de que varios de ellos trataron de capturar al conductor, no fue posible y se dio a la fuga.
¡Que pague por lo que hizo!
Los tres hermanos, acompañados por su afligido padre, señalan que nunca hubo problemas con otros vecinos, sólo que a los pocos meses de que Guevara Garay llegó a la colonia iniciaron los desmanes cada fin de semana, aunque ya los vecinos presagiaban que esta persona causaría alguna desgracia, pues nunca llegaba en su sano juicio.
Lucía, con la mirada humedecida, exige justicia, señalando que ya no pueden salir a la calle libremente, pues temen que alguna persona que esté relacionada con el prófugo pueda hacerles algo.
?Créame que ni siquiera podemos salir sin dudar cruzar la calle, pues sabemos que tiene poder y puede hacer daño a quien se lo proponga. Ya privó de la vida a mi madre y mi sobrino, ya qué falta, avisamos a las autoridades sobre las actitudes de esta persona y nunca hicieron nada, ahora que cobró dos vidas a ver si lo encuentran para que pague?.
Van ocho días de la tragedia, cinco del novenario en memoria de los fallecidos, pero ignoran cuánto tiempo debe pasar para que capturen a Donaciano Guevara Garay. Por lo pronto, don Juan muestra una foto con ella y uno de sus hijos, en tanto con voz temblorosa solloza al acordarse de su mujer, de su compañera, pensando hasta cuándo se hará justicia.