El fallecimiento de Ronald Reagan, ofrece comentario sobre su desempeño como Presidente de los Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, el planeta se dividió en dos imperios. Los Estados Unidos se erigieron en líder de las democracias liberales y Rusia en la cabeza de la revolución mundial comunista, encarnada en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.
A la confrontación se le llamó Guerra Fría, porque ambos bandos mantuvieron al mundo al filo de su arsenal atómico y por añadido, estallaron al menos quinientos conflictos bélicos locales grandes o pequeños entre 1945 y 1989, con resultados sangrientos para la humanidad. Ningún lugar de la Tierra escapó a la Guerra Fría. Los grupos que en cada país disputaban el poder, eran alineados por ideología o razones prácticas a una u otra de las potencias.
A fines de los años setenta, el ex presidente Richard Nixon propuso una estrategia para la Guerra Fría, documentada en su obra escrita que es un legado para la ciencia política de todos los tiempos.
En su libro “Líderes”, Nixon enaltece las virtudes de grandes conductores políticos y militares que brillaron en la tercera edad. Wiston Churchill, Charles De Gaulle, Douglas Mac Arthur, Conrad Adenauer y otras figuras longevas, desfilan frente al lector que es llevado a un convencimiento subliminal: El apoyo a la candidatura de Ronald Reagan a la Presidencia de los EU, un septuagenario actor de cine que hizo carrera política como gobernador de California.
Ronald Reagan es Presidente de EU de 1981 a 1989. Abandera una Revolución Conservadora para enfrentar al comunismo al que Reagan bautiza como Imperio del Mal, porque impuso un estilo totalitario de Gobierno construido sobre la violencia de Estado y un profundo desprecio por la dignidad y la libertad de la persona. Según el Premio Nobel Alexander Solyenitzin, el comunismo cobró cincuenta millones de vidas humanas en la pasada centuria.
El plan económico de Reagan enfrenta a la Escuela Monetarista de Chicago heredera del capitalismo clásico y propone un sistema llamado Reaganomics, que sustenta el valor del dinero y la fuerza de la economía en el trabajo y en la producción y oferta de bienes y servicios, como llave de control de los precios e impulso del bienestar.
Para vencer la superioridad de la URSS en armas convencionales, Ronald Reagan pone en práctica el programa “Guerra de las Galaxias”, que crea un escudo desde el espacio apoyado en tecnología de vanguardia.
Ronald Reagan trasladó el eje de la política exterior de EU hacia los organismos internacionales. Es fácil olvidar quién fue su Secretario de Estado, pero todo mundo recuerda a la talentosa Jean Kirkpatrick como embajadora ante la Organización de las Naciones Unidas.
Reagan consolidó la apertura de China iniciada por Nixon; logró una verdadera distensión en el conflicto árabe israelí que dio un respiro en el Oriente Medio; fortaleció las alianzas de EU con los Gobiernos de Margaret Tacher en Inglaterra y de Helmut Kohl en Alemania, lo que fortaleció las luchas de resistencia y liberación de las naciones cautivas de Europa del Este, en las que el Pueblo Polaco, Lech Walesa y Karol Wojtila escribieron páginas heroicas.
El cerco tendido por el Gobierno de Reagan y las debilidades internas del sistema comunista, propiciaron el colapso político y económico de la URSS sin derramamiento de sangre.
Ronald Reagan y Richard Nixon suscitaron grandes controversias en su propio país y en el mundo entero, pero los resultados de su estrategia por evitar un holocausto nuclear y obtener la victoria para occidente en la Guerra Fría están a la vista.
Es una pena que los Gobiernos de los Estados Unidos posteriores a Reagan, hayan claudicado de la misión histórica que demanda la creación de un nuevo orden mundial y hayan dado la espalda a los organismos internacionales.