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Voluble Derbez/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Por su trabajo en el Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo, el doctor Luis Ernesto Derbez ha vivido temporadas en Washington. Ahora espera radicar allí durante los próximos años, si es elegido secretario general de la Organización de Estados Americanos. Por lo pronto, el Gobierno de México formalizó su postulación anteayer, mediante comunicación entregada a la presidencia del consejo permanente de la OEA.

La posición mexicana no despertó entusiasmos, no obstante que al parecer el canciller paraguayo habría notificado al Gobierno de México que la candidatura de Derbez tiene asegurado el voto mayoritario. El Departamento de Estado norteamericano dijo que consideraría la aspiración mexicana, pero insistió en su apoyo a una candidatura centroamericana, en particular de un ex presidente. El Gobierno de Brasil, con el que la diplomacia mexicana ha generado una inútil tensión a propósito de la reforma a la ONU y la eventual pertenencia al nuevo consejo de seguridad de un país latinoamericano, reaccionó con obvia frialdad, diciendo que analiza ésa y otras candidaturas, pero aún no ha tomado posición.

Sin embargo, Derbez podría ser elegido en reemplazo de Miguel Ángel Rodríguez, el ex presidente de Costa Rica que renunció en octubre por acusaciones de corrupción que ahora enfrenta judicialmente en su país. Lo favorece el rechazo a la candidatura de Francisco Flores, ex presidente de El Salvador, a quien alude la declaración del Departamento de Estado. Pero su aparición en el escenario interamericano inconformó a Honduras, por fricciones fronterizas, y a Venezuela. Flores se mostró partidario del efímero Gobierno que destituyó durante unas horas al presidente Hugo Chávez, quien ha invocado ese gesto intervencionista como causa de su rechazo al salvadoreño.

La postulación de Derbez resolvería ese diferendo y permitiría poner fin a la crisis que desde octubre vive la OEA. Aunque no se cumpliría el designio de Washington de otorgar la secretaría general a un centroamericano (razón por la cual había sido elegido Rodríguez), se daría una señal indirecta y gratuita de aprecio a la diplomacia mexicana. Nunca uno de sus representantes ha tenido ese cargo, que desde 1948 ha sido ocupado por dos colombianos, un ecuatoriano, un brasileño, un argentino, un uruguayo, un chileno y un costarricense (aunque fuera sólo por un mes).

Cualquiera que sea el destino de Derbez y su candidatura súbita, la postulación habla de su disciplina y su volubilidad. Diez días atrás había en cierto modo formalizado su decisión de contender por la candidatura presidencial panista, luego de haber deslizado también la idea de que aceptaría ser candidato a la jefatura de Gobierno capitalino. De no ser porque apenas el año pasado hubo elecciones en San Luis Potosí, y entonces no lo asaltaba aún el furor electoral, también lo hubiéramos visto dispuesto a contender por la gubernatura de su Estado natal.

Si bien asegura haber coordinado la campaña de un candidato panista en Matehuala hace muchos años, no se conocía el panismo de Derbez sino hasta recientemente. Fue, sí, un precursor del foxismo y encabezó uno de los mecanismos de financiamiento paralelo del ahora presidente de la República. Quizá con el fin de hacerse ver en la pasarela blanquiazul, dio en presentarse en mítines electorales de sus compañeros de partido, fórmula con la que se le llena la boca. También se le llena de insultos, según los priistas oaxaqueños, que lo denunciaron por su presencia en un mitin de la coalición Todos somos Oaxaca (de que formaba parte el PAN). En esa reunión, a donde llegó en avión oficial, Derbez llamó desgraciados (en el sentido peyorativo que le imprime el coloquialismo mexicano, no en su acepción de infortunados) a los muratistas partidarios del ahora gobernador Ulises Ruiz.

Roberto Zamarripa lo entrevistó sobre sus pretensiones presidenciales. Las enumeró como certezas. Adujo tres causas de que sea el único aspirante panista que puede “ver la continuidad del programa” de Fox y “la visión de largo plazo del país”. Una es su experiencia internacional. Otra, su desempeño en dos secretarías de Estado. Y la tercera, su antigua vinculación con el ahora presidente.

Durante catorce años, en efecto, trabajó para el Banco Mundial, y cumplió misiones en Asia, África y América Latina. Estableció programas de ajuste estructural en Chile, Costa Rica, Honduras y Guatemala. Fue también consultor del Banco Interamericano de Desarrollo, amén de haber estudiado su maestría en Oregon y su doctorado en Iowa (de donde, supongo, no obtuvo su cosmopolitismo).

Ha sido, es cierto, el único miembro del gabinete presidencial que ha ocupado dos carteras, la de economía y la SRE, desde enero de 2003 en que Jorge G. Castañeda abandonó el cargo (ahora sabemos que por recomendación presidencial: Fox le dijo que si quería moverse lo hiciera sin pertenecer al Gobierno). Y ciertamente, fue el encargado de preparar el plan económico para la candidatura de Fox, de quien había sido asesor desde 1997, cuando su antiguo alumno Eduardo Sojo lo invitó a conocer al gobernador de Guanajuato.

En la entrevista con Zamarripa (Reforma, 28 de noviembre) Derbez enumeró los ejes de su programa de Gobierno: educación, modernización económica, gobernabilidad, imperio de la Ley y apertura al exterior. De eso se perdieron los panistas y, por así decirlo, los mexicanos todos. Aunque quizá unos y otros ganen con el alejamiento de Derbez, que debe ocurrir de todos modos.

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