¿Qué le ha faltado a nuestra sociedad para lograr una transición exitosa?
Nos encontramos a más de la mitad del actual sexenio y apenas se están dando los primeros escarceos y reuniones entre los actores políticos con la finalidad de establecer un acuerdo nacional que le dé rumbo a la República.
Los anteriores años han sido de paciencia y justificación. De apelar a la buena voluntad de la gente, al tiempo que se argumentaba que “setenta años de atrasos” (¿?) no pueden revertirse fácilmente.
Argumentos falaces y simplistas para encubrir incapacidades y falta de visión política; de ausencia de articulación en un gabinete en que cada cual está pensando en sus propios intereses y nadie o casi nadie en el bien comunitario.
Lo cotidiano son las trivialidades y las obsesiones por mantener el poder a toda costa dentro de un reducido círculo (el de la pareja presidencial) en el que se cree que todo debe ser para el vencedor, mientras en la calle se incrementa la inconformidad y cunde el desaliento.
Ni siquiera en los Juegos Olímpicos se cumplieron las expectativas de un pueblo que no sólo esperaba más de sus atletas, sino también de sus autoridades en materia deportiva, quienes prefirieron incluir a otros en su viaje a Atenas, antes que apoyar a los atletas facilitando la presencia de sus entrenadores.
Pero como para refrescarnos implícitamente la memoria y recordarnos en dónde reside la verdadera grandeza de un pueblo, llegaron los Juegos Paralímpicos y las medallas de oro, plata y bronce colgaron del cuello de estos atletas discapacitados o con capacidades diferentes y entonces sí, el Himno de México se escuchó en repetidas ocasiones en la Grecia milenaria.
Una verdadera muestra de coraje y entrega fue ver lanzarse a la piscina a Juan Ignacio Reyes, Doramitzi González y Patricia Valle, con un coraje y una determinación que ya la quisiéramos muchos de los mexicanos que andamos por esta vida de cuerpo completo.
De manera especial me llamó la atención el caso de Juan Ignacio, que faltándole los dos brazos y una pierna impuso nuevo récord mundial y paralímpico en cincuenta metros dorso.
Catorce atletas mexicanos materialmente en condiciones corporales desventajosas nos han dado ejemplo de lo que se requiere para triunfar en la vida: Determinación, voluntad, coraje, entrega, disciplina y claridad de metas.
En evidente desventaja frente a los atletas que acudieron a la Olimpiada, estos jóvenes demostraron que cuando se tiene fe en lo que uno hace y en ello se empeñan todas las fuerzas físicas y mentales no hay meta que no se pueda alcanzar.
Sin duda eso nos falta como pueblo. Eso nos falta como sociedad y eso mismo le falta al Gobierno.
Hemos perdido la fe en nuestras propias capacidades. Hemos permitido que la política la ejerzan aquellos que se dicen políticos y eso es lo peor que podemos hacer, pues como se afirma, la política es algo muy serio como para dejarlo en manos de los políticos.
Y ello es verdad sobre todo entre nosotros, pues en nuestro medio se ha tergiversado este término, el de político. Ahora cualquiera que por la vía de la componenda partidista llega al servicio público se siente político, aunque carezca de la vocación de servicio y no entienda lo que es ser un servidor público.
Mientras que los atletas que ahora compiten en Atenas nos dan muestras sobradas de lo que es el honor, la disciplina y la entrega, aquí seguimos siendo rehenes de ciertos grupos “políticos” con parálisis cerebral. En los que sus máximos dirigentes sólo piensan en cómo descalificar al enemigo. Cómo sacar al inquilino de Los Pinos o cómo lograr seguir durmiendo en esa residencia con la misma compañera.
Los grandes problemas del país pueden esperar por una solución cuando menos seis años más. Eso no importa tanto porque el propio pueblo pierde de vista y hasta olvida sus problemas de inseguridad y desempleo, mientras abarrota la iglesia a la que acudió Gloria Trevi a dar gracias a Dios por haber alcanzado su libertad.
Pasa el tiempo sin que el Honorable Congreso de la Unión se ocupe de las ingentes reformas en materia económica, energética y de seguridad pública.
Eso también puede esperar. Para ellos lo más importante en este momento es si desafueran a Andrés Manuel López Obrador y le impiden así entrar a la competencia electoral del dos mil seis.
Pero a su vez, el jefe de Gobierno capitalino, que no curte malos cueros, lanza acusaciones a diestra y siniestra, al tiempo que se rasga las vestiduras. Todos están implicados en un complot en su contra (según él). No obstante hablar de un “proyecto de nación del PRD que puede encabezar cualquiera”, no sólo él, pide, exige, que si lo quieren vencer le ganen en las urnas.
El mensaje implícito que nos dan nuestros atletas paralímpicos queda de lado. No muchos lo advierten. Son contados los que reconocen en ellos el valor de su lucha por lograr que la bandera de México ondee en todo lo alto ante los ojos del mundo.
No obstante ello, su ejemplo ahí queda. Un ejemplo lleno de voluntad y fe. De coraje y orgullo. De claridad de metas y determinación para alcanzarlas.
Un ejemplo que debería imitar sin duda la clase política nacional.