Existe un grupo de laguneros preocupados por lo que hoy se puede ver en televisión.
“Ciudadanos por la Dignificación de la Información” lanzan su voz de protesta por lo que consideran contenidos vulgares, soeces y desorientadores en algunos anuncios comerciales y programas televisivos.
Estos laguneros lamentan el afán por corromper y vulgarizar nuestro idioma y llaman a enfrentar el reto de encontrar una solución desde las trincheras de la sociedad civil.
La preocupación de este grupo es justa, pero sería menester extenderla no sólo al uso del lenguaje o los mensajes comerciales, algunos que podrían incluso calificarse de agresivos, sino además al caudal de información visual que bombardea cotidianamente a todos y cada uno de los hogares en donde exista un televisor y que refiere a un mundo con crecientes índices de violencia.
Los mexicanos tuvieron acceso ayer a las imágenes en las que un grupo afín a la red terrorista Al Qaeda ejecutó a un estadounidense, cercenándole la cabeza.
Es la violencia, la vulgarización del idioma, la pérdida de los valores tradicionales, la simplificación de los mensajes y el imperio de la funcionalidad productiva, la realidad del mundo en que vivimos y de la que dan cuenta, no sólo la televisión, sino también la radio y la prensa escrita.
El llamado entonces sería a proteger con educación firme, con valores familiares bien cimentados y sobre todo con la herramienta de la inteligencia, a todos aquellos que tienen por necesidad funcional y de vida, tener acceso a lo que hoy se puede encontrar en los medios de comunicación.
