LA CRUZ AZUL...
Sin duda uno de los equipos grandes del balompié nacional, uno arraigado en Hidalgo y el Distrito Federal, pero con seguidores por doquier; la Máquina celeste de la Cruz Azul se ha convertido en un conjunto querido y bien recibido por todas partes; su historia se crece con el tiempo, y la campaña venidera está colmada de optimismo para los cementeros; recogiendo la riqueza de los libros, “La Historia Azul – 40 años en Primera División”, fue un regalo que me hizo el jefe de prensa del club, el mismo que escribió esta joya.
Platiquemos hoy un poco de la historia de este equipo, sobre todo de aquellos años en que les llegó el profesionalismo, apenas en la segunda división; para la temporada 1960 un grupo de jóvenes futbolistas recibió el apoyo de la Federación Mexicana de Futbol para actuar como invitados en la división de ascenso.
Ya que la actuación fue buena esa campaña, la Federación dio anuencia a los celestes de participar como afiliados, y es que además del buen torneo regular, habían dado buena cara en el torneo Copa Presidencial ante equipos incluso de la Primera Nacional.
Por aquellos años Carlos Garcés López fungía como presidente, acompañado en la directiva de Fernando Rojo, Ángel Sánchez, Domingo Ávila y Cirilo Cuevas, mientras que el plantel de jugadores lo formaban: José Guadalupe Díaz, Roberto Díaz, Pedro Ferreira, Melesio Galván, César Gamboa, Porfirio Gutiérrez, Jaime Lomelí, Enrique López, Felipe Negrete, Gabriel Peña, José Luis Sánchez, Rogelio Alba y Ramón Ibarra, y el técnico que los dirigía, el señor Paulino Sánchez.
Para el segundo año, ahora como partícipes de la división de ascenso, buscaron refuerzos en jóvenes hidalguenses ingresando a Víctor Arellano, Juan Díaz López, Enrique López, Gonzalo Pérez, Roberto Reynoso, Jorge Soria y Alfonso Vergara.
Al ser todos jóvenes la cualidad unánime era la velocidad, por eso los aficionados que cada día se multiplicaban los empezaron a llamar “liebres”, de ahí surgió la mascota que sigue vigente.
Esa segunda temporada fue en realidad buena, terminando en la cuarta posición y desde ahí, con sus visitas por todo el país fueron dejando la querencia de seguidores que hasta hoy siguen multiplicándose.
Para la campaña 1962–63, la directiva le apostó a las alturas y el cuerpo técnico tomaba forma de equipo profesional, incluso los refuerzos que llegaron; Rogelio Alba, Raúl Arellano, Ramón Ibarra, Félix Cárdenas, Héctor Pulido, Rafael Padilla y Roberto Muciño.
A ellos se unió a finales de la campaña Fernando Bustos que rápido conectó con el equipo y principalmente con la tribuna, que pronto reconoció su calidad; Walter Ormeño se sumó como entrenador en esa misma campaña.
Las expectativas al siguiente año eran pocas, según los expertos, el equipo era muy joven y con pocas aspiraciones al sueño dorado del ascenso, pero tras iniciar ganando de visita al Celaya 3 por 1 el 20 de junio de 1963, terminaron la temporada regular el 19 de enero de 1964 en su casa; el Estadio Diez de Diciembre en Jasso, Hidalgo, llamada ahora Ciudad Cooperativa Cruz Azul, fue el triunfo más sonoro de la campaña, golearon 7 por 1 al Zamora con tres goles de Porfirio Gutiérrez, dos de Roberto Muciño, uno de Raúl Arellano y otro más de Fernando Bustos, todos en el primer tiempo.
En aquella campaña de 30 jornadas, ganaron 19 partidos, con siete empates y sólo cuatro derrotas, para un total de 67 goles a favor y sólo 30 en contra, sumando 45 puntos, pero al llegar a la última jornada el Poza Rica tenía 44 y visitaría al Orizaba, allá se combinó su derrota con el triunfo azul: la alineación del ascenso fue con Jesús García, Roberto Reynoso, Rogelio Alba, Rafael Padilla, Ramón Ibarra, Héctor Pulido, Fernando Bustos, Raúl Arellano, Porfirio Gutiérrez, Luis Bejarano y Roberto Muciño.
Cruz Azul inició aquel torneo con 12 juegos sin perder y recetando un 5 por 1 al Texcoco de visita y un 8 por 3 a La Piedad en Hidalgo, también golearon al Celaya 5 por 0 y ninguno de los dos equipos laguneros pudieron ganarle, ante el Laguna ganaron 3 por 0 de visita y empataron de local a dos y con el Torreón empataron a uno en casa y los vencieron a domicilio 2 por 1.
Llegó aquel día el primer título de la institución, pero no sólo eso, de la mano del entrenador Jorge Marik, los jóvenes mexicanos ascendieron al máximo circuito donde están cumpliendo ya 40 años de éxitos, con ocho títulos y mil ilusiones por delante, primordialmente la de esta temporada, que con Luis Fernando Tena en el timón buscarán su noveno título y el que sería tercero para “El Flaco”, segundo con La Máquina celeste de la Cruz Azul.
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