SIETE DE UN SOLO GOLPE...
Hoy en día mucho se habla de los ?súper? atletas que han conquistado tanta fama, títulos, medallas y gloria dentro del deporte, pero que han terminado marcados por el fantasma del doping.
Mark Spitz, quien en realidad fue un atleta de verdad y el único hombre capaz de ganar siete medallas doradas en una presentación olímpica, es sin duda, y en base a los logros, el mejor nadador de la historia y uno de los más grandes personajes del deporte mundial.
Si le parece demasiado que haya ganado siete medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, es mucho más cuando cada uno de los metales llegó acompañado con records mundiales. Darle a Spitz la especialización en un solo estilo o una distancia dentro de la alberca sería una barbarie, él dominó todos los estilos y todas las distancias, pero lo más importante fue que dominó al mundo entero con esa propulsión que cortaba el agua a una velocidad incalculable.
Por supuesto que en 1972 fue nombrado el ?Nadador Mundial del Año?, pero fácilmente pudo haber sido nombrado ?El Deportista del Año?, ?El Hombre del Año? o lo que usted quiera, lo que hizo no tuvo precedente.
Cuatro años antes, en los Juegos Olímpicos de México 1968, ya había dado una llamada de atención Mark, conquistó dos medallas de oro, una de plata y otra de bronce.
La primera en colgarse fue la plata, en los 100 metros estilo mariposa, el bronce fue su segunda medalla en la espectacular prueba de los 100 metros libres; las dos áureas llegaron en los relevos del equipo de Estados Unidos; 4 por 100 y 4 por 200 en estilo libre.
Desde muy pequeño su padre Arnold Spitz forjó en él un carácter recio y decidido, convencido a lograr cualquier meta que se entrometiera en su camino; en la piscina de la YMCA en Sacramento, California, Estados Unidos, desde los doce años ya parecía con escamas, nadaba por espacio de seis horas.
Versa la leyenda que su padre llegaba a recogerlo pero nunca estaba listo, seguía dando de brazadas en la alberca; ahí el padre le cuestionaba. ¿Cuántos carriles tiene esta piscina? -Seis, respondía el pequeño, tomando profundos respiros. ¿Y en cuántos está el ganador?, Sólo en uno, en el mío.
No fue el muchacho más carismático de la escuela, la pasión por nadar le cegó su vida privada, además contagiado del seco estilo de su padre, que nunca lo felicitó, porque sabía que tenía que ganar consistentemente, sin embargo los triunfos fueron acercándole la admiración de compañeros y rivales.
Mark Spitz nació el diez de febrero de 1950 en California, antes de caminar ya sabía nadar, a los tres años pasaba horas nadado sin cansar en las playas de Hawai donde vivieron hasta que cumplió ocho años en que volvió a Sacramento.
En los XXX Juegos Panamericanos de 1967, con apenas 17 años de edad conquistó cinco medallas de oro, y a los 18 llegaron las primeras cuatro en olímpicos en México, sin embargo fue hasta Munich, Alemania, cuando consagró una carrera dorada.
Siete, un número cabalístico es el favorito de la natación de Estados Unidos y de Mark Spitz, ganó cuatro medallas de oro en pruebas individuales, en todas marcando récord mundial y en los relevos no fue menos, tres medallas más con el equipo y otros tres records.
Dos medallas en 100 metros, estilo libre y mariposa y otras dos en 200 metros en los mismos estilos; las de relevos llegaron en 4x100 estilo libre y combinado y en el 4x200 estilo libre.
Entre otras distinciones Mark consiguió 26 records mundiales individuales y siete en relevos, 24 títulos nacionales, 25 records de Estados Unidos y 13 en relevos, ocho títulos de la NCAA, es decir las competencias universitarias, cuatro campeonatos de la NCAA en 100 metros estilo mariposa, su prueba favorita, además de las once medallas olímpicas.
No fue el más agradable de los retiros para Spitz, apenas a horas de haber ganado su última medalla en Munich, un grupo de 12 atletas judíos fueron asesinados por terroristas árabes, siendo judío Mark decidió volver rápidamente a Estados Unidos y anunció su anticipado retiro.
Intentó conseguir un buen oficio pero nada le satisfacía tanto como la natación, producto de su matrimonio con Suzy Winner, su hijo mayor provocó que por momentos encaminara su entusiasmo a entrenar al equipo de futbol de su hijo, sin encontrar el mayor de los placeres, por eso para Barcelona 1992 intentó regresar a unos nuevos Juegos Olímpicos, claro, la casta lo llevó a instalarse una vez más en la gran final, pero los 42 años pesaron demasiado y no pudo revivir las emociones de 20 años atrás en aquel Munich 72 que ganó todo, pero sobre todo el cariño del mundo entero que contempló a un tritón romper el agua con una facilidad que nadie más ha podido, aunque muchos lo han intentado. Ese reto sigue y quizás seguirá vigente e inspirando a muchos nadadores y deportistas de otras ramas a conquistar lo que sólo Mark Spitz, siete medallas de oro en una sola cita olímpica.
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