EL GRAN PRINCIPE DE RIVER
Uruguayo de nacimiento pero argentino por adopción, Enzo Francescoli puede ser considerado el último gran ídolo del River Plate de Argentina, el equipo que en próximos días visitará la Comarca Lagunera para enfrentar una de las llaves de los octavos de final de la Copa Libertadores, misma que en par de ocasiones han ganado los también llamados “Millonarios”.
Aunque su rostro, cuando jugador, indicaba el de un tipo serio y metido en su pensar, en realidad su carácter distinguía a un ser humano completo, preocupado siempre de sus seres queridos y con una capacidad de encariñarse con un equipo como muy pocos.
Mas allá de su exquisito estilo de acariciar la pelota con el pie, de conducir, de pasar y sobre todo de definir, Enzo fue un jugador entregado a las órdenes de sus técnicos, si el equipo necesitaba un defensor se calzaba la garra y defendía, era tiempo de organizar y el medio campo le abría su terreno y para definir se dio gusto con goles de toda clase, desde la deliciosa chilena ante Polonia, la pulcritud de cobrar penales, el alto remate de cabeza y también el disparo sorpresivo que frecuentemente hizo desatinar a los porteros rivales.
Francescoli nació el 12 de noviembre de 1961 en el barrio Cupurro de Montevideo, en Uruguay, tiene un hermano mayor, Luis Ernesto y Pablo que es menor que él, ellos nacieron del matrimonio de Ernesto y Olga.
La primera camisola futbolera que Enzo vistió fue a los seis años con el Baby Club Cádiz Real Junior, un equipo infantil que jugaba muy cerca de su casa, también jugaba con el Colegio Maturana, en donde incluso el sacerdote que le daba clases, una ocasión que el niño estaba enfermo, autorizó a su mamá a que no lo llevara a clase, con tal de que el fin de semana estuviera sano para el partido de futbol, por supuesto su mamá quedó sorprendida, era una muestra del talento que los pies de aquel pequeño ya denotaban.
Unos años más tarde antes de los 12 fue a pedir oportunidad al equipo de sus amores, el Peñarol y también al River Plate de Uruguay, en ambos le negaron el acceso por ser tan pequeñito y flaquito, su primer equipo profesional terminó siendo el Wanderers y es que ahí jugaba un gran amigo suyo de la infancia, Gustavo Raúl Perdomo, quien “la rompía” desde pequeño y estando en la cuarta división del Wanderers enfrentó en partido amistoso al Liceo Maturana, donde Enzo, con 15 años, convenció al entrenador, que había sido ya prevenido por Perdomo del talento de su viejo amigo.
Desde aquella cuarta división el entrenador del equipo sólo le pedía a sus jugadores que robaran el balón y que se la pasaran rápido a Francescoli, él seguramente sabría qué hacer y hacerlo bien.
La formación fue muy rápida y quedó listo para su debut en la primera a los 19 años de edad, fue el nueve de marzo de 1980, una goleada de su equipo 5 por 0 al Defensores Sporting, desde entonces surgieron los rumores de que el River de Argentina ya lo quería, incluso se hablaba del Milán de Italia.
Esos rumores tardaron tres años en capitalizarse, cuando el 21 de abril de 1983 se concretó el traslado a River tras el sufrimiento de los socios del Wanderers que no querían soltarlo; al llegar a su nuevo equipo dio su primera declaración: “Lamentablemente para todos, tantas tratativas quizás magnificaron mis cualidades, por eso espero no defraudar a nadie. Tan sólo tengo la ambición de satisfacer las expectativas que se crearon. Pero quiero recalcar que en River hay jugadores de primer nivel y yo seré uno más. No me considero el salvador de River. Lo único que voy a tener que hacer el domingo es no pensar en que todos los ojos van a estar puestos en mí. Eso sí: vine a uno de los mejores clubes del mundo y no me voy a achicar".
Tres días después de su llegada tuvo su debut ante Huracán, fue un triunfo de 1 por 0, tres días después anotó su primer gol ante Ferro, fue de penal, aquella temporada fue para olvidar para River, los jugadores se fueron a huelga y Enzo tuvo que flanquear dos lesiones, el equipo terminó en la posición 18 de 19 equipos.
El siguiente año en 1984 fue el mejor goleador con 24 goles, aunque nuevamente la temporada fue para olvidar, en 1985 en lo personal se destacó siendo nombrado el mejor futbolista del año, recibió el trofeo Olimpia de Plata.
Para el ocho de febrero de 1986 inició un año muy especial, River jugaba un partido amistoso ante la selección de Polonia que se preparaba para el mundial de México, el juego lo perdían 4 por 2, luego de empatar sobre el tiempo, llegó una jugada más cuando el juego agonizaba, un centro que pasó de largo pero Enzo lo bajó de pecho para rematar una chilena que quedó filmada en las pupilas de los miles de aficionados que para entonces se entregaban a los amoríos que Francescoli tenía con el balón.
Un mes más tarde, el nueve de marzo y con cinco jornadas por jugarse River Plate terminó goleando 3 por 0 a Vélez, el tercero de la tarde fue anotación suya, ahí se coronó por primera vez con el equipo de la Banda Roja atravesada en el pecho. Fue quien más partidos jugó en la temporada con 31 y anotó 25 goles para su segundo título de goleo; terminó ahí su primer romance con la hinchada de River, estando en Uruguay jugando con la selección recibió la noticia de su traspaso al Racing Matra de París, evidentemente mostró tristeza en dejar el equipo al que se había entregado: “Yo termino mi carrera en River, acuérdense de lo que digo esta noche”.
Sus años en el Racing fueron de contraste, triste por el poco reconocimiento en la plaza por el futbol, porque el equipo no terminaba de conseguir resultados halagüeños y de felicidad por el nacimiento de sus hijos Bruno y Marcos.
El dueño de aquel equipo no quería dejarlo salir, aunque él mostraba su desinterés de continuar, hasta que por fin en 1989 fue llevado por el Olympique de Marsella donde consiguió el campeonato de Francia y se quedó muy cerca de la Copa Europea.
Pasó también por el Calgary de Italia en 1990 y terminó su carrera europea con el Torino, pero en ocho años en Europa no tuvo las emociones que su corazón acostumbraba estando en River, precisamente en un cuadrangular amistoso en 1991 tuvo que enfrentar a los millonarios, incluso les anotó, evidentemente se evitó el festejo.
Para el 30 de agosto de 1994 se dio el anunciado retorno, firmó por un año y medio con River, Américo Gallego, su ex compañero lo recibió ahora como técnico, antes en 1983 lo había recibido como el capitán del equipo.
El siete de septiembre de ese año regresó a vestir la blanca con todo y su franja, volvió anotando ante el Nacional de Montevideo y a su vuelta evidentemente encontró rostros nuevos que iniciaban su despegue, quienes reconocieron en diferentes ocasiones su humildad y los constantes elogios para sus compañeros, un personaje muy humano y sencillo que en la cancha nunca supo de miserias, siempre era entrega total, era la única forma de entender el futbol.
El 26 de noviembre de 1994 fue una vez más líder de goleo y empató el récord de más goles con River, 76 dianas, días más adelante un título más y lo más especial ganando 3 por 0 al archirrival Boca Juniors y en la misma Bombonera.
Su segundo Olimpia de Plata le llegó en 1995, cuando a finales de año fue operado del hombro izquierdo, algunos aventurados pensaron que llegaría su retiro, pero volvió el 15 de febrero de 1996 para consagrar un año de ensueño, ese día precisamente ante Boca anotó y encaminó a su equipo a ganar, superaron a equipos como Sporting Cristal, San Lorenzo, Universidad de Chile y América de Cali para coronarse campeones de la Libertadores, el título que le había quedado pendiente antes de partir a Europa.
Para el 20 de octubre de ese año llegó a los 100 goles con River Plate, el primero en lograrlo, el 18 de diciembre un título más en Argentina, en 1997 otro título más a la colección y además la victoria de la Supercopa.
Son muchos los apodos que le han quedado a Enzo Francescoli: “El Master”, “El Uruguayo”, “El Enzo” y “El Príncipe”, este último el más conocido, pero en la cancha un solo mote dejó clavado, la entrega y calidad que pocos jugadores disfrutan en sus carreras.
vozdeportiva@yahoo.com.mx