El día que se fue la magia...
“Buenas tardes, porque el virus del VIH me ha atacado, he decidido retirarme de los Lakers hoy”; sin más, así apareció en conferencia de prensa Earvin “Magic” Johnson, fue el hombre cauto de siempre, que elegantemente vestido y acompañado de su esposa, el siete de noviembre de 1991 dio la cruel noticia, que puso fin a una de las más brillantes carreras del baloncesto en la NBA.
Nadie de los presentes podía creer lo que salía de la voz del “32” del equipo de Los Ángeles, no sólo puso en shock a los asistentes, sino al mundo entero; por aquellas fechas se pensaba que el virus del SIDA era sólo contagiado entre los homosexuales o por uso intravenoso de drogas, pero a “El Magic” jamás se le atribuyó algún incidente como esos.
Johnson decidió retirarse, sus facultades, como él, eran grandes aún, no sabía la sorpresa que los aficionados le tenían preparada, incluso la presea que por él esperaba.
En aquella conferencia, mientras todos estaban incrédulos y tristes, “Magic” no, incluso ocasionalmente sonreía, él decía estar muy bien, no pensaba morir pronto y tenía muchos planes en su vida. Incluso, dijo que él intentó esconderlo, pero por su propio bien y el de sus compañeros de profesión, prefería hacerse a un lado, pero pidió de favor que le recordaran tomar sus medicinas.
El sobrenombre de “Magia” no lo recibió gratis; fueron muchos años de espectaculares pases, de engaños constantes y de encestes majestuosos; él, ciertamente dominaba todo en la duela cuando se encontraba en ella, así también en aquel noviembre, tenía todo bajo control aquel día del aviso, aunque seguramente, por dentro, como siempre estaría con la nostalgia de dejar su verdadera pasión en la vida.
Portador del virus del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, el doctor que le trataba sabía que su rendimiento físico no sería igual, en caso de exigirle mucho al cuerpo éste se haría inmune a los tratamientos, así que le exigió retirarse.
Aquel día, aunque no lo mostró, estaba triste, pero la recompensa la conoció el día que los aficionados al baloncesto lo votaron para ser parte del juego de estrellas de aquella temporada 1991–92, que aunque prácticamente ni la había jugado, las boletas tenían su nombre y por su coraje y honestidad con el balón, la gente lo eligió para ser parte de aquel partido.
Él mismo fue quien más se cuestionó para esa época, ¿tendré la forma de un jugador NBA?, ¿qué tanto ha invadido el virus en mi cuerpo?; las preguntas encontraron una pronta respuesta, se veía como cualquier jugador a media campaña, aquel partido de estrellas fue el suyo, simplemente Earvin fue el dominador en la duela.
Su estilo único hizo escuela, ha sido quizás el más grande, en tamaño y capacidad de jugar como uno, o base armador, su potencial le hacían en la duela ser más completo que muchos, igual que botaba el balón con la vista al frente, dominando el panorama y mandando las jugadas, siempre respetando los movimientos de sus compañeros, también penetraba la pintura y atacaba el aro, era tan dócil como los más en bajar un rebote y eso sí, el más respetuoso jamás visto, nunca humilló a un rival cuando se encaró solo ante el tablero; constantemente robaba el balón y se iba tranquilo de lado a lado, pero nunca volcó un balón grotescamente, pensando que sería ofensa para su rival.
El juego de estrellas le abrió la duela y llevó al equipo del Oeste a vencer drásticamente 153 a 113 a las Estrellas del Este, anotó 25 puntos, con nueve asistencias; entre aquellas, un preciso pase a Dan Majerle en los últimos minutos, en dos ocasiones provocó el error de su más acérrimo rival y también su gran amigo Isaiah Thomas. Ahí estaban, una vez más frente a frente, atrás y adelante, a un lado y al otro, “Magic” invitándolo al enfrentamiento; no sólo como testigo, sino como partícipe, Michael Jordan, recogía la estafeta de la magia y también fue parte de aquella férrea defensa que el “Magic” exigía.
Para finalizar aquel juego, All Star, Drexler consiguió un rebote, pasó a Johnson, así recorrió la duela y desde el perímetro sacó su tiro para su tercer triple del último cuarto, alzando el dedo al cielo, como siempre, su señal de agradecimiento.
“Es el primer juego de todos en que estoy contando los abrazos”, comentó más delante en su libro “My Life” donde relató: “Fue un momento en mi vida que me hubiera gustado tomar un poquito de ese sentimiento y ponerlo en una botella, pero no lo puedes llevar contigo siempre; tengo una temporada entera de valor y placer recogida en aquel día”.
Aquel juego hizo a los dirigentes pelear por su lugar para los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde se formó el “Dream Team” que ganó la medalla de oro, luego de eso Johnson dijo: “Los que portamos el virus del SIDA hemos demostrado cómo las personas infectadas pueden hacer y llevar una vida productiva”.
“Magic” se ilusionó con volver a la duela, por supuesto con su equipo los Lakers, pero otros jugadores comenzaron a circular el rumor de cómo iban a compartir la liga con un infectado que los podría contagiar.
Para el 30 de enero de 1996 se puso una vez más la playera de los Lakers, jugó los últimos 32 partidos, como su camisola y en los playoffs quedó fuera en primera ronda a manos de los campeones Rockets de Houston.
Sin duda, aquel nombramiento al jugador más valioso del juego de estrellas de la temporada 1991–92 y el mérito de su carrera, fueron votos para que en 2001 ingresara al Salón de la Fama.
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