Desde la semana pasada los ojos del mundo occidental estuvieron puestos en España. Primero, por el ataque terrorista atribuido a un grupo vinculado con Al Qaeda en el que murieron doscientas personas y mil quinientas resultaron heridas y segundo, por las elecciones generales que se efectuaron el día de ayer y en las que la mayoría de los electores le dio el triunfo al Partido Socialista Obrero Español, lo que permitirá que su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, llegue al cargo de primer ministro.
Duro golpe para el Partido Popular de José María Aznar, cuyo candidato a ese cargo de primer ministro, Mariano Rajoy, reconoció su derrota y ofreció al candidato triunfador todo el apoyo para lograr un efectivo combate contra el terrorismo, pues es este flagelo mundial el problema más grande que actualmente enfrenta España, no sólo por la presencia en su territorio de la ETA, sino por las amenazas provenientes del exterior que ya comenzaron a cobrar víctimas entre el pueblo español.
No se puede afirmar que el Gobierno de Aznar haya sido más perjudicial que benéfico para los españoles, pues sin duda hubo avances importantes en los cuatro años de su administración. Pero sí llama la atención el hecho de que el electorado haya decidido dar una vuelta a la izquierda y a favor del partido que gobernó durante catorce años con Felipe González al frente de la administración.
Es indiscutible que al PP le afectó de manera determinante el ataque terrorista de la semana pasada, pues el mismo es consecuencia de la decisión de Aznar de apoyar a los Estados Unidos en la guerra contra Irak a la que se opusieron millones de españoles. Los citados acontecimientos le dieron la razón a todos los que dijeron en su momento que España tenía más que perder que ganar al seguir los pasos de EU y ese error estratégico le costó ayer a Aznar y a su partido la permanencia en el poder.
