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CRISTAL BARRIENTOS TORRES

Crisis de valores | Violencia intrafamiliar y divorcios en aumento

EL SIGLO DE TORREÓN

Cambios sociales, culturales y económicos plantean nuevos escenarios de convivencia.

Comarca Lagunera.- Durante tres años Isabel no fue dueña de nada, ni de sus ojos ni de su voz, menos de su cuerpo. Los huesos le temblaban entre cada golpe. Los gritos y los insultos la hacían sentir un vacío en el estómago y la idea de no valer nada.

Isabel tiene 23 años y es madre de dos niños. Se enamoró y la ilusión de formar una familia fue más fuerte que todo.

- Yo trabajaba en una tienda de ropa cuando lo conocí, comenzó a frecuentarme y tenía muchos detalles conmigo, pensé que la relación era seria.

Al poco tiempo todo cambió. Los detalles y las frases de amor fueron remplazadas por golpes e insultos. Los celos de su ex pareja, lo llevaron al extremo de dejarla encerrada bajo llave todo el día en la casa.

- Cuando quedé embarazada pensé que las cosas iban a cambiar, pero no fue así, incluso me llegó a golpear en mi estado y fue el responsable de que perdiera a nuestro tercer hijo.

Un día huyó de la casa. Tenía miedo que la matara a golpes o con la pistola que tantas veces tuvo frente a ella amenazándola.

Muchas veces Isabel sintió que ella era la responsable de los golpes e insultos.

-Sentía que no valía nada. Me decía que yo sin él no era nadie, me repetía tanto eso que llegó un momento en que me lo creí, después me sentía culpable, me decía a mí misma: yo tengo la culpa de que me pegue porque no le puse sal al salero, tengo la culpa porque no calenté bien las tortillas. Llega un momento en que te sientes culpable hasta porque llueve.

Las huellas de los golpes, dice, desaparecen, pero quedan los recuerdos que son más difíciles de olvidar.

Divorcios en aumento

Ramón Roberto Robledo Rodríguez, juez segundo de lo familiar de Gómez Palacio, advierte: en la actualidad lo mismo se divorcia una pareja con unos días de casados que un matrimonio de 50 años.

Y la violencia intrafamiliar es la principal causal tanto en Gómez Palacio como en Torreón.

En 2003, 845 parejas decidieron divorciarse en el Juzgado Primero de lo Familiar y en el Juzgado Segundo de lo Familiar de Gómez Palacio. A inicios de año, es decir, hasta el 31 de enero de 2004, 71 matrimonios se disolvieron.

En Torreón el número se incrementa a 1525: tan sólo el Juzgado de Primera Instancia en Materia de lo Familiar, reporta un total de 802 divorcios mientras el Juzgado de Segunda Instancia en Materia de lo Familiar señala que 723 parejas decidieron separarse.

Hasta el 31 de enero de 2004 en Torreón 95 matrimonios optaron por la vía del divorcio para solucionar sus problemas.

A diario en las desavenencias queda al descubierto que los problemas al interior de las familias son de tipo económico. Y es que los hijos no saben si hay o no dinero, sólo piden a los padres y de ahí se derivan algunos conflictos entre las parejas.

En el Juzgado Segundo de lo Familiar se han registrado casos donde el divorcio es solicitado cuando las parejas apenas tienen unos días de casados.

Las mujeres son quienes más interponen las demandas de divorcio. Robledo Rodríguez señala que en algunas ocasiones la pareja cree que se identificó en el noviazgo, pero durante el matrimonio cambian las circunstancias, incluso la forma de tomar la vida y las responsabilidades, sobre todo cuando hay hijos y la falta de dinero impide satisfacer las necesidades generando conflictos.

La mayoría de las separaciones podrían solucionarse porque incluso la Ley autoriza a los jueces para antes de desahogar la audiencia, platicar con la pareja y tratar de arreglar su situación.

Cuando no se logra la reconciliación la opción es un divorcio por mutuo consentimiento. En las separaciones necesarias las principales causales son: malos tratos, injurias, abandono de hogar y la violencia intrafamiliar.

Desde el momento en que un matrimonio llega ante un juez existe un distanciamiento. “Muchas parejas se detienen por las penalidades pero seguramente serían capaces de cometer algún delito”.

La desilusión es normal

En opinión de Roberto López Franco, psicólogo y director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila, en la cultura mexicana se parte del hecho de que el amor es un sentimiento muy subjetivo.

Y por atribuirle esas características tan mágicas, los seres humanos se despreocupan de la parte objetiva y realista. Explica que el amor es una construcción cotidiana, pues una vez pasada la luna de miel debe seguir la fase de la admiración, del respeto y del deseo de vivir juntos a pesar de que no haya ese sentimiento inicial que atrajo en un momento.

“El sentimiento inicial es muy intenso y le llaman amor. Tiene que ver con toda una serie de ideas mágicas, fantaseadas por los seres humanos sobre la persona de la que se van a enamorar”.

Entonces cuando se encuentra a la persona amada de manera inconsciense te le atribuye una gran cantidad de características, pero conforme va pasando el tiempo se dan cuenta que en realidad no tiene los atributos que originalmente se le dieron.

Por eso, dice, viene la desilusión, la cual es normal pero ésta debe ir aparejada de un deseo intenso de seguir al lado de esa persona, ya no con el mismo amor pero sí con admiración y respeto.

En el matrimonio el hombre se desilusiona más rápido, normalmente después del tercer o cuarto año suele desaparecer esa fase de enamoramiento intenso. En el caso de la mujer es común que perdure hasta por ocho o nueve años, incluso en muchos casos para toda la vida.

Los problemas que en la actualidad viven las parejas, tienen que ver con el relajamiento de las normas de comportamiento social donde incluso los medios de comunicación proponen abiertamente el divorcio como la mejor solución para concluir una relación de pareja.

“Difícilmente se encontrará un mensaje en los medios que diga que una vez que acaba la fase del enamoramiento, lo que debe seguir es la fase de la construcción en una relación de pareja donde la admiración y el respeto sea lo principal”.

El divorcio genera una gran inseguridad en las personas, hay un sentimiento de devaluación, de miedos muy fuertes porque creen que no van a ser lo suficientemente atractivos para volver a mantener a alguien a su lado.

“En el caso de la mujer es verdaderamente catastrófico lo que sucede, una divorciada no solamente es estigmatizada y señalada sino que muchas veces es excluida de la dinámica social y entre ellas la posibilidad de volver a tener una relación de pareja”.

Los hijos suelen tener muchos conflictos y problemas de identidad por la carencia de la figura masculina, aunado al hecho de que la madre pasa muchas horas fuera del hogar porque tiene que trabajar para mantenerlos, de tal forma los niños tienen una doble ausencia.

“Hoy en día las parejas muy jóvenes suelen divorciarse en períodos cortos de tiempo porque las normas de comportamiento se han relajado. Si una mujer o un hombre en su primera noche juntos o luna de miel se dan cuenta que no es lo que estaban esperando de su pareja, inmediatamente en la primera posibilidad que piensan es en el divorcio”.

Antes de pensar como hace 20 ó 30 años en mantener la relación, en hacer un esfuerzo e iniciar una búsqueda de construcción para seguir con el matrimonio, lo que aparece es la idea del divorcio, señala el psicólogo.

En el caso de las parejas que llevan años de casados y se divorcian, hay toda una tradición de daños psicológicos mutuos, pero en términos estadísticos el número de separaciones no es significativo.

“El amor sigue siendo un sentimiento que todos desean poseer y experimentar, finalmente es una fantasía maravillosa de los seres humanos con respecto a la posibilidad de que el día de mañana va llegar la pareja perfecta, ese sentimiento permite una sociedad más armónica y benéfica”.

Los matrimonios deben saber que la fase del enamoramiento se acaba, que dura a veces tres o cuatro años -depende de las características de la pareja-, pero una vez que termina lo que sigue es construir.

Respecto a la amistad, considera que prepara para las relaciones de pareja porque el ser humano aprende a querer primero a los amigos y luego a enamorarse de las personas.

“Es un sentimiento importante en las sociedades porque además lo que hace es demostrar la capacidad de las personas para vincularse íntimamente con los demás”.

Falta compromiso

A decir de Laura Orellana Trinidad, investigadora y catedrática de la Universidad Iberoamericana, Plantel Laguna, los jóvenes en no quieren establecer compromisos muy profundos en sus relaciones de pareja.

Y hay quienes se comprometen como si estuvieran casados.

Todo tiene que ver con la falta de compromiso porque los jóvenes le tienen terror, sobre todo cuando son hijos de padres divorciados y no tienen la imagen del matrimonio.

La mujer se compromete más porque tiene una formación cultural encaminada al matrimonio y a la procreación de hijos, pero también están las que se niegan a casarse porque son profesionistas.

“Conozco varios matrimonios cortos, creo que se debe a que se conocen muy poco. No hay conocimiento de la pareja y de lo que implica vivir juntos”.

En la actualidad, señala, a los jóvenes se les hace más fácil casarse pero la opción del divorcio está más presente que hace 20 años porque hay menos presión social.

“Sí es una situación compleja mantener una relación durante muchos años porque cada pareja va cambiando y en esos cambios tienes que seguirte encontrando y ahí está lo difícil, en una pareja bien avenida siempre habrá diálogo, hay otras que se aguantan y a lo que venga”.

Antes los matrimonios duraban mucho porque había una presión social tremenda y no porque quisieran estar juntos, hace 50 años una divorciada moría en vida, señala Laura Orellana Trinidad.

“Creo que la opción del divorcio es buena porque para qué queremos matrimonios mal avenidos, hay menos presión social y es una opción viable pero con repercusiones sobre todo entre los hijos”.

Laura Orellana Trinidad considera que el amor es una parte muy importante tanto en la pareja, los hijos y los amigos porque es un sentimiento que mueve al mundo. “Es algo que está y que a veces no se logra sostener, es de las sensaciones más plenas que pueden existir”.

La investigadora añade: “no hay una cultura del amor ni una educación sentimental, siento que los jóvenes aprenden a camotazos. Te haces novia de alguien, te va mal y aprendes de eso, pero no hay espacios en los que se pueda hablar de las relaciones de pareja, eso falta mucho en la sociedad”.

Asegura que no hay una pareja ideal: “creo que conoces a alguien que te cae muy bien y te gusta y construyes algo con esa persona, pero no es alguien que te llega como si estuviera en el cielo, no, si estás así nunca vas encontrar alguien, no es algo que se da, es algo que se construye”.

Cambios en la familia

Para Sergio Garza Saldívar, psicólogo y catedrático de la Universidad Iberoamericana, Plantel Laguna, los jóvenes están viviendo los efectos de muchos cambios sociales y culturales, además de la globalización y la crisis económica.

“Han crecido con esto y siento que más bien están tras la búsqueda de algo a lo que se puedan asir. La sexualidad se ha abierto mucho y hay más posibilidades de vivirla sin que necesariamente haya un vínculo afectivo”.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud, hombres y mujeres tienen una menor vinculación de la vida sexual con la vida afectiva, pero el catedrático considera que esto no se puede leer como una falta de valores.

Hay búsquedas a nivel de cuerpo pero también se intensifica la vinculación afectiva sin necesidad de que haya un noviazgo de por medio, asegura el catedrático.

“Creo que ahora se da una exploración a nivel más profundo de quién es el otro y qué me representa, qué represento yo para el otro, para tratar de encontrar posibles respuestas y vínculos que los lleven a sentir estabilidad en su vida”.

Sin embargo, Garza Saldívar señala que hay una presencia más feroz de los medios de comunicación, de la publicidad y artículos de consumo, tendientes a homogeneizar las conductas y las actitudes de los jóvenes.

“Es una lucha tremenda, por un lado un joven que ya estudió y no tiene trabajo, con una situación económica difícil, se encuentra con este panorama y con la posibilidad de sostener una relación afectiva, pero esta frescura y autenticidad se ve atacada por la manera tan homogénea, tan plastificada que tienen los medios de comunicación de ir como queriendo hacer del joven una figura similar de todos, muy tras la búsqueda de lo mismo”.

El resultado, dice, es una conflictiva importante, pues muchos jóvenes le tienen terror a comprometerse, pero al mismo tiempo quieren mantener relaciones amorosas más auténticas.

A nivel de amor y amistad, los jóvenes están sedientos pero con lo que han vivido también están un poco atemorizados ante los resultados con los que se puedan encontrar, señala Garza Saldívar.

En la actualidad se han generado demasiadas expectativas sobre lo que implica el vínculo matrimonial y en consecuencia muchas parejas se desilusionan, “cuando se dan cuenta que el matrimonio no es otra cosa más que una relación estable con otra persona, viene un desengaño profundo”.

La Región Lagunera en Coahuila ocupa el primer lugar -le gana incluso proporcionalmente a Monterrey-, en divorcios. “Esto obedece, entre muchas problemáticas, a que se quiere o se esperan demasiadas cosas de una relación cuando en realidad se debe construir”.

Asegura que la familia tradicional está en crisis porque el hecho de que la mujer trabaje y que el hombre se inmiscuya en las labores domésticas, ha trastocado la vida individual cada vez más acentuada y va haciendo que el matrimonio pierda la fuerza que lo mantenía, pues la pareja organizaba sus roles y convivía en base a ellos.

Hoy la sociedad, asegura, demanda un cambio de roles muy repentinos y esto hace que se cuestione continuamente al matrimonio, luego llega un momento en que éste se vuelve inaguantable y se rompe.

“Es una crisis seria que va durar un buen número de años, tal vez dos generaciones, por eso es importante que podamos hacer más compatibles los requerimientos de la vida social y cultural, con los requerimientos de la vida individual y afectiva, para encontrar una vía de desenvolvimiento más adecuada”.

En la medida que los jóvenes sigan descubriendo el valor de la comunicación y la autenticidad, agrega, va poder permitir esperar familias más liberales y menos rígidas en su estructura, pero con mayor posibilidad de crecimiento emocional, de armonía y bienestar psicológico.

El amor es como una condición inherente del ser humano: “desgraciadamente en la medida en que el amor se ha vuelto el discurso y el abanderamiento de la publicidad, como que lo hemos trastocado y plastificado, pero no es más que la búsqueda del otro donde puedas ser pleno, sentirte realizado”.

Esta búsqueda se vuelve menos auténtica porque está influida por muchos cánones sociales y modelos culturales, por una gran presión que existe hacia la relación amorosa, se vive de manera menos espontánea y eso daña al amor.

La amistad, considera, está menos tocada y plastificada. Es un valor muy importante porque los jóvenes pueden encontrar vínculos de expresión y autenticidad más fácilmente que en las relaciones de noviazgo.

“En la amistad hay mayor solidaridad, comprensión y cercanía. El ser humano es más fresco y más abierto sin tener que cargar con la influencia cultural que le hemos dado al noviazgo y al matrimonio”.

Lo más importante en una relación está en la comunicación porque en la medida en que no se deje de decir las cosas, todo marchará de buen modo, eso implica también saber escuchar y entender al otro.

Una cadena disfuncional

Según Rosario Puente Ledezma, trabajadora social de la Procuraduría para la Atención y la Defensa de la Mujer, la disfunción familiar es un problema complejo derivado de la falta de valores entre las parejas.

“El amor es un valor que ayuda mucho a rescatar esos lazos emocionales que hay dentro de la familia, las responsabilidades y esa conducta compartida, desafortunadamente todo esto se ha ido perdiendo por el nivel y la calidad de vida que llevamos”.

La trabajadora social considera que el ritmo de vida tan competitivo y apresurado impide a las parejas tener tiempo para convivir, pues en ocasiones ni siquiera comparten la hora de la comida ni intercambian actividades.

“Una de las cosas es hacer un alto y decir: la familia es la célula de la sociedad y hay que luchar porque se unifique buscando estilos de vida donde se tenga una convivencia como pareja y con sus hijos”.

La convivencia ayuda a lograr mayores lazos emotivos y con ellos construir una sociedad más saludable y armónica.

La violencia intrafamiliar es un problema desgarrador porque fractura una relación, deteriora la vida y la autoestima de la víctima. “Eso pasa en las relaciones donde no hay respeto, donde hay insultos, palabras resonantes, reclamos y rencores, hasta llegar a los golpes”.

Puente Ledezma asegura que muchas veces esa situación no se puede superar. Y en la actualidad las mujeres no sólo utilizan los brazos como protección sino también para golpear.

“Son reacciones humanas, la violencia es una emoción humana que se debe prevenir a través de una calidad de vida saludable, reconstruyendo estilos de vida a través de los valores, de lo contrario hay divorcios”.

Es una cadena, dice, en la cual los primeros afectados son los hijos porque una familia debe estar constituida por el padre, la madre e hijo, de esa manera cada uno desempeñar un rol que le dé una identidad.

“Hemos visto este tipo de problemas dentro de la sociedad tan difícil de entender, es aquí donde la Procuraduría está trabajando en un programa en donde se enfatice que se va salvaguardar la familia, reconstruyéndose a través de los valores”.

La Secretaría de Educación Pública dentro de su plan de estudios a nivel primaria y secundaria, cuenta con una clase de valores. La trabajadora social asegura que es una materia que ayuda mucho al estudiante en formación.

“Es una persona vulnerable, es una esponja que está aprendiendo y hay que contribuir a conseguir jóvenes sanos, hay que empezar desde la casa. Es importante la participación de todos porque la violencia es un problema que no se puede combatir solitariamente, aquí estamos comprometidos las instituciones y la sociedad, de esa manera vamos a tener un ambiente positivo y con ello una sociedad sana y productiva”.

A pesar del panorama, Puente Ledezma asegura que el sentido del amor no se ha perdido porque es un sentimiento que toda la vida va existir. Lo que sucede dice, es que se transforma.

“Una de las cosas que nos sorprende es el amor de las mujeres hacia su pareja a pesar de los golpes porque es un sentimiento que el ser humano lo traemos, el amor es algo que permite seguir, es el motor, ese valor no se ha perdido, se ha transformado con la calidad de vida que llevamos y eso deteriora una relación”.

Y añade: “no necesitamos tener un día como el 14 de febrero, pero qué bueno que lo recordamos porque nacimos por amor y quien quiere ser feliz necesita este sentimiento, pero hay que demostrarlo porque desafortunadamente a veces es más fuerte nuestro orgullo que decir te quiero, te amo, hay que demostrar que amamos porque eso nos va traer como consecuencia sentirnos bien y hacer sentir bien a la otra persona”.

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