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Zacatecas/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Sería risible si no fuera peligroso el postrer esfuerzo del PRI por recuperar el próximo domingo la gubernatura de Zacatecas: intenta hacer creer que el pasado comunista de Amalia García significa que cerrará templos y prohibirá imágenes religiosas en los hogares. El ridículo argumento, que por supuesto carece del mínimo apoyo en la realidad, es más que advertencia tramposa a los electores, señal de la certidumbre priista sobre su propia derrota.

Aunque en la democracia sólo al contarse el último voto puede conocerse con certidumbre el resultado de la elección, sólo un cataclismo evitaría que los pronósticos fundados en encuestas se cumplan y de la jornada electoral surja la primera gobernadora de Zacatecas. Desde antes de formalizar su candidatura en marzo pasado, Amalia García ha marchado a la cabeza de los estudios de preferencias electorales. Y se ha mantenido en esa posición, aunque con variantes, hasta la víspera de los comicios de pasado mañana.

Según la más reciente medición de Reforma (practicada hace dos semanas), si bien la candidata perredista perdió cuatro puntos de abril a junio (al pasar de 52 a 48 por ciento) mantiene ventaja sobre su antagonista del PRI, José Bonilla, por más que éste subió en la misma encuesta de 32 a 39 por ciento. Por su parte, El Universal, que no pregunta por candidatos sino por partidos, encontró un resultado similar en líneas generales: 41 por ciento votaría por el PRD y 30 por ciento por el PRI. En mayo, los porcentajes eran de 38 y 27 por ciento, respectivamente. Importa señalar que este sondeo registró en mayo un 20 por ciento de indecisos (o que prefirieron no contestar), que en junio había descendido a 13 por ciento. De allí podría brotar una sorpresa, porque el porcentaje del voto no expresado es alto y mayor que la diferencia entre Amalia y Bonilla y a esa franja parece dirigirse la burda, aceda y sucia propaganda anticomunista que busca abatir las posibilidades de la candidata perredista.

Ciertamente ella no es, como su antecesor Ricardo Monreal, devota del Santo Niño de Atocha. Pero su inicial formación liberal y su militancia en la izquierda no la impregnaron de sesgo antirreligioso alguno. Por lo contrario, su espíritu abierto a la modernidad ha fortalecido su tendencia a la conciliación y a las alianzas, que se basa en el respeto y la tolerancia. Miembro del Partido Comunista en su primera juventud, contó siempre entre los favorecedores de la ampliación del entorno político de la izquierda. Y de ese modo participó en la dirección del PSUM y el PMS, antecedentes del PRD en que dos veces ganó la presidencia, ambas en 1999. La primera elección en que resultó triunfante fue indebidamente anulada, pero no se eliminó su preeminencia por lo que también en la reposición del procedimiento alcanzó la victoria. Esa experiencia ganadora se renovó el año pasado, cuando obtuvo con holgura su diputación federal en el tercer distrito zacatecano. Se hizo evidente desde entonces la sintonía que había logrado con los electores, simpatía que evitó el éxito de maniobras en su partido, que fueron hechas abortar a tiempo.

José Eulogio Bonilla Robles, su contendiente priista, enfrenta el difícil desafío de recuperar para su partido la gubernatura que el PRI perdió frente a sí mismo en 1998. El ahora gobernador saliente Ricardo Monreal era un decidido miembro del tricolor hasta la víspera misma de su postulación por el PRD, propulsada con entusiasmo y eficacia por quien ahora lo sucederá. Rompió de ese modo, desde dentro, la permanente y avasalladora hegemonía priista: todavía en 1992 ese partido gobernó en todos los 56 municipios y todavía en 1995 obtuvo todas las 18 diputaciones locales de mayoría. Y Arturo Romo, el último gobernador priista, alcanzó todavía dos tercios de la votación: 67.7 por ciento.

A pesar del adverso resultado de 1998, cuando el PRD alcanzó no sólo la gubernatura, sino mayoría legislativa y el Gobierno de municipios importantes, en el 2000 tuvo el PRI un repunte que le permitió ganar las senadurías de mayoría (en las personas del ex gobernador Genaro Borrego y de Bonilla mismo) y tres de las cinco curules federales. Sin embargo esa alza no se mantuvo ni en los comicios locales intermedios de 2001, en que el PRD obtuvo los mejores resultados, ni en la elección federal del año pasado, cuando las cinco diputaciones federales en juego fueron para el partido al que ahora pertenece el gobernador Monreal. Entonces y ahora mismo el Ejecutivo federal ha sido señalado por una propensión no probada legalmente a organizar una “elección de Estado”, como las que el PRI realizaba (y realiza donde puede).

Bonilla ha sido miembro eminente del antaño poderoso PRI, ahora en declive en Zacatecas. Ha sido dirigente partidario y alcalde (de Fresnillo), diputado local, federal (dos veces) y senador. Es también un empresario con actividad variada y dirigente de agrupaciones de productores, especialmente de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (que nació como Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad) y de la Coalición Nacional de Agrupaciones Colectivas y de Servicios. Concesionario de tres emisoras que integran el Grupo radiofónico B-15 en su ciudad natal, presidió la delegación zacatecana de la Cámara Nacional de Radio y Televisión.

Acción Nacional apenas figura en la contienda. Su candidato Francisco Javier, alcalde de Villa de Cos, con 12 por ciento de preferencias, quedó preso en la polarización de PRI y PRD.

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