La única buena noticia en el oscuro y complicado panorama del PRD es la posibilidad de que ese partido retenga la gubernatura de Zacatecas, esta vez con una genuina militante suya, la todavía vicepresidenta de la Cámara de Diputados Amalia García.
Hace seis años, ella impulsó la candidatura de Ricardo Monreal, diputado priista entonces, que chocó con la estructura autoritaria de su partido en su búsqueda de la gubernatura y la alcanzó postulado por el PRD. Monreal se volvió después un activo militante perredista que para fortuna suya y de su partido superó una tentación del mismo corte autoritario que antes padeció y convirtió esa coyuntura en ocasión de servicio al perredismo.
Monreal se empeñó durante un largo momento, el año pasado, en hacer candidato a sucederlo a su secretario de Gobierno, Tomás Torres Mercado, que había concluido su período como diputado federal plurinominal. La decisión del Gobernador resultaba errónea y ofensiva pues al pretender que prosperara esa precandidatura se marginaba a la diputada García, una figura emblemática en el PRD, que fue una de sus fundadoras y lo presidió y, sobre todo, estaba mejor situada que nadie ante la opinión pública, según repetidas encuestas de preferencias electorales.
Monreal percibió, porque así se lo hicieron saber dirigentes partidarios y figuras sobresalientes del PRD, incluido Andrés Manuel López Obrador, que su impulso a Torres Mercado podría ser lesivo para sí mismo y para su partido, al punto de perder la gubernatura y se avino a que la candidatura perredista se decidiera a partir de una evaluación de las circunstancias, que otorgara un peso adecuado a las mediciones demoscópicas. Y así resultó candidata la diputada García, hija de un gobernador priista de esa misma entidad, don Francisco Espartaco García.
No obstante la militancia de su padre y haber vivido su infancia en el palacio de Gobierno (nacida en 1951 el período gubernamental corrió de 1956 a 1962), Amalia García fue una militante de izquierda desde sus años estudiantiles, cuando cursó sociología en la Universidad Nacional e historia en la de Puebla. Integrada al Partido Comunista Mexicano, orientó esa pertenencia a la defensa de perseguidos y a la promoción de las mujeres. Como miembro del comité central de su partido, contó entre quienes decidieron su fusión en lo que fue el Partido Socialista Unificado de México, convertido después en Partido Mexicano Socialista y luego en Partido de la Revolución Democrática, en todos los cuales ha tenido una participación sobresaliente.
Fue miembro de la Asamblea Legislativa (desde donde convocó en 1993 al plebiscito ciudadano sobre el destino político del Distrito Federal), diputada federal dos veces y senadora. Ganó dos veces en 1999 la presidencia de su partido, pues la primera elección fue anulada en una aberrante decisión que es todavía un remoto factor de la poliédrica crisis que vive su partido.
La candidatura de Amalia García produjo inconformidades que se disiparon y la unidad en torno de su candidatura se confirmó cuando el propio Torres Mercado aceptó ser el coordinador de la campaña a la gubernatura. De ese modo se fortalece la posición perredista, boyante en las elecciones locales de hace tres años y en las federales del año pasado donde los cinco distritos fueron ganados por ese partido (incluido el tercero, capitalino, donde la ahora candidata a gobernadora alcanzó en julio un holgado triunfo).
Una de las razones por las que Monreal cambió de parecer estriba en sus aspiraciones de alcance nacional. Antes de la manifestación más reciente de la crisis perredista había declarado su propósito de buscar la presidencia de ese partido, después de que declinó su también expresada gana de ir en pos del Poder Ejecutivo federal. Es joven para ello y puede esperar y convertirse, mientras tanto, en pieza de situaciones clave.
El PRI designó ya a su candidato, al que también apoyan el Partido Verde (como es usual desde hace dos años) y el del Trabajo (tal como también ocurre en Oaxaca). La adhesión de este partido al priismo fue concretada por José Narro, uno de los dirigentes históricos del PT, que hace seis años fue candidato a gobernador por su propio partido.
El candidato de esa coalición es el senador José Bonilla Robles, que fue el segundo integrante de la fórmula encabezada por el ex gobernador Genaro Borrego que en julio de 2000 se impuso con amplitud a las de la Alianza por México (que logró la condición de primera minoría y por tanto hizo senador al perredista Raymundo Cárdenas, también impulsor de la candidatura de Amalia García) y de la Alianza por el Cambio.
Bonilla es ejemplo de una simbiosis frecuente en el régimen priista, la de político y funcionario y hombre de negocios. Es empresario rural y comerciante y también concesionario de radio. Él mismo ha sido locutor y es técnico en electrónica y pasante de Derecho. Fue delegado federal de Turismo al mismo tiempo que secretario de ese ramo, alcalde de Fresnillo, diputado local y dos veces federal, antes de llegar al Senado. Presidió agrupaciones de propietarios rurales.
El candidato panista es quien menor presencia política ha alcanzado y como causa y efecto de esa circunstancia es el que menor posibilidad de triunfo tiene. Su nombre es Francisco Xavier López y, como Bonilla, ha desarrollado actividades empresariales. Es presidente municipal de Villa de Cos y como sus contendientes pedirá licencia cuando se formalice el proceso electoral.