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‘No hay cura para la pobreza’ | MATAMOROS, COAH.

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

EJIDO HORMIGUERO | SON POBLADORES VÍCTIMAS DE LA INSEGURIDAD Y LA VIOLENCIA

EL SIGLO DE TORREÓN

Carece la comunidad de pavimento, drenaje y alumbrado público suficiente

MATAMOROS, COAH.- Sin pavimento ni drenaje, donde el alumbrado público es insuficiente, los vecinos son víctimas de violencia e inseguridad y abunda el clandestinaje en la venta de cerveza, es el ejido Hormiguero, que pertenece al municipio de Matamoros.

Los habitantes de esta comunidad con frecuencia tienen problemas con el agua, pues se descompone la noria o se quedan sin electricidad y deja de funcionar. Dicen que muchas veces no se completa para el recibo, muy apenas alcanza para comer.

La mayoría de las viviendas son humildes, se observan algunos jacales. Los vecinos coinciden en que el principal problema es la pobreza, “para eso no hay cura”.

El alumbrado no es suficiente, algunas zonas siguen oscuras a pesar de la nueva lámpara que instaló el Ayuntamiento hace unos meses. La falta de vigilancia se presenta en la generalidad de los ejidos de Matamoros.

“Los policías no vienen, uno necesita llamarles y ni así vienen”, cuenta Lupita Fuente, quien es madre soltera, “ellos tienen la obligación de hacer rondines en los ranchos, pero en todos es lo mismo, no se aparecen”.

Los ejidatarios recuerdan la última vez que vino el presidente municipal, Felipe Medina Cervantes, a visitarles. Le explicaron todas sus carencias y necesidades, mientras él las apuntaba en una libreta. De esto ya pasó más de un año y coinciden en que ninguno de los problemas se ha atendido.

“Yo le pregunté por qué no mandaba apoyos ni despensas como sucede en los demás ejidos y me contestó que sí los enviaba, que lo viéramos con el comisariado, pero se ‘echan la bolita’ mutuamente y a los que lo necesitan no les toca nada”, manifiesta Rosa Alviso, quien se dedica al hogar.

En el ejido hay más de 20 personas con capacidades diferentes que nunca han recibido terapia alguna y algunos incluso desconocen qué discapacidad tienen. Los ejidatarios se enteran en los medios de comunicación de las despensas del programa de Desarrollo Integral para la Familia (DIF), pero aseguran que la gente que verdaderamente necesita, no recibe ninguna.

Los vecinos desconocen si miente el presidente o el comisariado ejidal, Tomás Puentes Leyva, pero manifiestan que han perdido la confianza en las autoridades, en Felipe Medina, en el diputado federal de este distrito, Eduardo Olmos, pues sus promesas de campaña se quedaron en la publicidad que pedía el voto de los ciudadanos.

“Todo se quedó a medio camino, ya no sabemos ni a quién creerle”, dice Rosa Alviso, mientras observa los charcos y el fango a la entrada del ejido. Comenta que con las lluvias, la escuela parece isla en medio de la laguna de agua estancada, donde las mamás y los pequeños tienen que cargar sus zapatos y caminar descalzos a la institución.

El panorama que pintan los ejidatarios es desolador. Don Rubén afirma que hay “muchísimos niños sin padres y muchas mujeres sin esposo, tanto viudas como madres solteras”. Cuenta que se les ve pasar seguido, van de casa en casa tocando puertas, en busca de que algún alma caritativa se apiade de ellos y les convide “un taco”.

La señora Rosa coincide con el octagenario. Explica que “hay gente que si tenemos un jarrito de frijoles o una sopita les damos algo, porque hay personas que ni eso tienen, parece mentira tanta carencia, toda esa pobreza”.

Las macetas de su casa son llantas cubiertas de tierra, al igual que el suelo. Considera que Hormigue-ro es un pueblo muy abandonado por las autoridades municipales.

“Sí hay carencias, en todos los ejidos y casas de Matamoros hay, pero con eso se puede vivir, hay veces en que es más la necesidad, y ahí apenas se sobrevive”, agrega Rosa, “tenemos años manteniendo la esperanza sin beneficios para el pueblo, pero ya nos hemos ido cansando”.

Alcohol a todas horas

De acuerdo con los vecinos, en Hormiguero se vende cerveza durante todo el día y la noche, sin restricción de horarios ni lugares establecidos. Los problemas con el Comité de Gestión Social fueron frecuentes, por lo que se acordó la destitución de los miembros y la instalación de otras personas, con las que tampoco se ha visto el beneficio de las utilidades en obras para el pueblo.

“Se vende aquí, allá y en todos lados, no nomás en la cantina”, dice una señora, que prefiere guardar su nombre bajo el anonimato, para evitarse represalias, “no es cierto que nomás en la cantina, en muchas casas también”.

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