BANDERAZO DE SALIDA.- Conocer restaurantes de buena comida siempre ha sido uno de mis mayores placeres, y los pocos que he visitado en París son excelentes. No soy un gourmet, pero las mejores cocinas las he encontrado en pequeños lugares sin ningún renombre, donde se hacen los platillos típicos que come la verdadera gente del pueblo, y no los turistas? El Gran Véfour, por ejemplo, en la rue du Beaujolais, en un extremo de los jardines del Palais Royal siempre ha sido uno de mis favoritos. Su propietario, monsieur Raymond Oliver es también un excelente chef. Se dice que éste era el restaurante preferido de Napoleón y que allí fue donde conoció a Josefina. Este restaurante tiene una gran historia y uno de los platillos que siempre pido es muy sencillo de preparar. Se llama Huevos Parmentier y el señor Oliver tuvo la gentileza de darme la receta. Se preparan así:.
CURVA PELIGROSA.- Se necesitan cuatro papas, dos cucharadas de mantequilla, una cucharada de aceite de oliva, cuatro huevos, sal y pimienta. Se asan las papas con todo y cáscara, y cuando están listas se cortan por la mitad, se saca la pulpa de las mismas y se ponen en una sartén para freírlas ligeramente con la mantequilla y el aceite. Se sazonan con sal y pimienta y se les rompe encima los huevos introduciéndose todo al horno en un platón refractario. Cuando los huevos están cocidos, el platillo se sirve? Maxim´s, en la rue Royale, es probablemente el restaurante más famoso del mundo. Conserva su misma decoración de siempre y monsieur Alexandre Humbert es su chef principal. Es un hombre incansable del que se dice que muchas veces abandona la cama después de medianoche y baja a la cocina a ensayar algún nuevo platillo que tiene en mente.
RECTA FINAL.- Un establecimiento poco conocido, cerca de París, es el restaurante Lasserre, en la avenida Roosevelt. No son pocos los que, comiendo allí por primera vez, le dicen a todos que han descubierto un lugar donde se come estupendamente bien, aunque se trata de un lugar modesto que opera desde la Primera Guerra Mundial. En este lugar funciona precisamente el famoso grupo llamado Club Gastronómico de la Cacerola que se compone de los clientes habituales al Lasserre, lo que da la mejor idea de lo bueno que es este lugar. Los socios del club se reúnen en una comida cada dos semanas donde se deleitan con lo mejor de la cocina del Lasserre.
META.- Drouant, en la Place Gaillon, es uno de esos pequeños y poco conocidos restaurantes que siempre visito. El lugar es tranquilo y muy limpio. El servicio escrupuloso y la comida sencillamente deliciosa. Allí no va gente famosa, ciertamente, sino las modistillas y los oficinistas de las calles cercanas, muchos de los cuales tienen allí sus comidas anuales o sus cenas especiales... La comida aquí es abundante y son célebres sus sopas de ajo, cebolla, mariscos y de pollo con verduras. Entre sus platillos más conocidos están los cangrejos con vino, conejo en salsa de ciruela, cordero en salsa de manzanas y su variedad de postres con helado encima, o crema y natas que son todo un poema tanto para la vista como para el paladar. Este restaurante es para comer bien, quedar totalmente satisfecho y pagar poco. Y siempre me ha preguntado qué pasaría si esos grandes gastrónomos un día cayeran por Drouant y disfrutaran de sus platillos. Convertirían el restaurante en una catedral del buen comer, y lo cambiarían. Mejor que siga así.