BANDERAZO DE SALIDA.- Abuela: señora cuyos hijos crecieron, se casaron, tuvieron sus propios hijos y ahora se los dejan a ella para que los cuide mientras los padres pasean. *** Como tenía dinero y tiempo, antes de morir el príncipe Rainiero de Mónaco vivía entre cuidar sus jardines, su colección de automóviles antiguos, sus álbumes de estampillas valiosas y los animales que hay en su zoológico particular. *** Otra fanática de los animales, la actriz Kristie Alley, frustrada por no tener hijos, convirtió su casa en un lugar donde convive con tres conejos, seis perros, diez gatos, un mapache, seis loros, un hurón, y una tortuga. Ya se imaginarán a qué huele la casa y la actriz.
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CURVA PELIGROSA.- Madurez: etapa que muy rara vez alcanza toda la gente de edad adulta. *** Y siguiendo con las extravagancias de los ricos, la reina Isabel II de Inglaterra también tiene las suyas, y muy especiales: cuando la invitan a cenar fuera de su palacio, siempre lleva su propios cubiertos. Al menos no lo hace para ella sola, sino para todas las personas que comerán con ella. Poco antes de que la reina llegue al sitio donde comerá, dos de sus servidoras hacen su aparición para colocar en la mesa los cubiertos reales. Cuando la comida ha terminado. Esos mismos empleados recogen los cubiertos y se los llevan tan discretamente como cuando llegaron.
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RECTA FINAL.- Y la misma reina Isabel, cuando viaja al extranjero, lleva también sus cubiertos, su propia vajilla y grandes botellas de agua potable para beber y asearse. La vajilla, por cierto, es valiosísima, con un costo aproximado de cien mil dólares, pues fue hecha especialmente para María Antonieta, y se conserva intacta y brillante... Pero para extravagancia realmente extraordinaria, la del artista danés Eric Andersen, que busca mujeres embarazadas a punto de dar a luz que acepten que él presencie el alumbramiento para captarlo con su pincel y hacer lo que dice será su obra maestra.
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META.- Dice Anderson que necesita por lo menos cinco mujeres en el momento supremo de dar a luz para hacer un cuadro. No quiere fotos, porque dice que no le transmiten el sentimiento que espera captar en el momento real del nacimiento, Y aunque parezca raro, ya tiene una docena de señoras embarazadas que han aceptado la presencia de Andersen, pues esperan así alcanzar ellas y sus hijos recién nacidos parte de la fama que logrará la obra del pintor. Ahora, Andersen hace la lista de las posibles fechas de los alumbramientos y prepara su tela y sus pinceles. *** Madurez: cuando se llega al convencimiento de que las canas que tenemos no son prematuras.
