Sos la tibia resolana
sos la tibia resolana
que calienta mi existir
y no me hace sentir
el frió de la mañana
sos grueso poncho de lana
que cobija mi osamenta
contra la ruda tormenta
de mi vida borrascosa
la que en noche tenebrosa
la paz de mi alma sustenta.
Así dicen los versos de una milonga argentina que acuden a nuestra mente, para evocar con amor a la mujer de todas las edades, que desde su vientre materno nos transmite su calor, mismo que continuamos recibiendo a través de la tibieza de su seno al amamantarnos; nuestros primeros pasos y balbuceos fueron encausados al calor de su paciencia y sabiduría.
Más tarde transitando la vida otra mujer nos brinda la calidez de sus manos y de sus labios, nos alienta a luchar por nuestros sueños y propósitos en la vida y gracias al calor de su cuerpo culminan nuestros anhelos al convertirnos en padres.
Por eso paradójicamente en medio de la crudeza de este invierno, rendimos pleitesía al calor femenino, al calor conyugal, al calor maternal y deseamos a la mujer lagunera una cálida y feliz Navidad. ¡Admiramos, bendecimos y amamos a todas las mujeres del mundo!
Agradeciendo a las personas con las que he compartido todas las alegrías y tristezas en este año en especial a mis papás, mis hermanos, amigos y a todos ustedes les deseo una feliz Navidad.