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A L E C O / PARA QUE NO CAIGA EN EL ESTRÉS

Dr. Raúl Domínguez González

Usted es la única que puede procurarse cuidado personal, por usted no lo va a hacer ni su esposo, ni sus hijos, ni su jefe. (Comenta Martha García Gil).

El trabajo diario y los múltiples roles que desempeña cada día le pueden llevar a generar estrés.

Hay personas que por sus características de personalidad son muy activas y muy rápidas, por lo general bastante eficientes, pero también hay quienes de más tiempo para la ejecución de las tareas, y esto no es necesariamente porque tengan algún problema, quizás usan mayor tiempo para los detalles y se concentran de manera más profunda.

Existen otras personas que aceptan sobrecargas de trabajo con tal de no tener un enfrentamiento, y lo único que hacen es prolongar sus horas de trabajo normales, dejar asuntos pendientes en casa, o no tener ni tiempo para ir al baño.

Hay quienes se generan infecciones en las vías urinarias para postergar esta necesidad de desalojo: ?Nada más le paso esta llamada a mi jefe, y me voy?. Entonces la llaman, recibe otra llamada, o alguien llega a solicitarle algo, y así se va tardando más y más tiempo para cumplir con su apremio.

En todas las formas anteriores se pueden generar ansiedad y tensión cuya base son las cargas de trabajo y/o las preocupaciones. La preocupación es inútil. Nos conduce presiones innecesarias: en lugar de preocuparse, mejor ocúpese de ello.

Puede haber una situación completamente agradable, nueva y desafiante pero que también puede generar estrés.

Refiriéndose a la tensión Hans Seyle señala: ?Todo -ya sea agradable o desagradable- lo que interfiera con el equilibrio del cuerpo es un tensor fuente de tensión?.

El estrés dañino es causante de enfermedades; la tensión constante puede disparar mecanismos enfermizos que llegan a convertirse en crónicos. El estrés puede en verdad alterar el funcionamiento de nuestro cuerpo.

Así, la tensión es un síndrome general de adaptación. En esa presión para adaptarse el cuerpo genera una serie de respuestas, algunas pueden ser de lucha, otras de evasión. Estas expresiones estaban generadas desde el inicio de la humanidad cuando los primeros hombres tenían que enfrentar citaciones peligrosas de vida o muerte. Las respuestas de nuestro cuerpo hoy en día ya no son necesarias en la misma magnitud porque ya no tenemos qué enfrentarnos al mamut; no obstante en nosotros siguen prevaleciendo como un mecanismo de defensa ante las situaciones que percibimos amenazantes.

Si no soy para mí mismo, ¿quién será para mí?

Si no soy para los demás, ¿para quién soy?

Y si no es ahora, ¿cuándo?

El talamud

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