Lovell LONDRES, (Reuters).- Incluso en los días más oscuros de 1940, trabajando en los bunkers del gobierno debajo del centro de Londres bajo una lluvia de bombas alemanas, Wendy Maxwell no tenía dudas de que los Aliados ganarían la Segunda Guerra Mundial.
La fuente de su optimismo era el hombre con el que su jefe trabajaba día y noche, el primer ministro británico Winston Churchill.
"Incluso durante la evacuación de Dunquerque, la Batalla de Gran Bretaña, el 'blitz' (ataques relámpago), la caída de Singapur, nosotros nunca, nunca pensamos que no ganaríamos" dijo a Reuters en la inauguración del primer museo británico dedicado a Churchill.
"El era nuestra inspiración. Era un gran privilegio estar allí con él a lo largo de esos tiempos" dijo Maxwell.
Junto con su jefe, el general Ian Jacobs, quien era el secretario militar del gabinete de guerra de Churchill, Maxwell, que apenas tenía 20 años al inicio de la guerra, manejaba todas las noches mensajes secretos.
Ella también presenció los encuentros más cruciales de la guerra, cuando Churchill negociaba con los líderes aliados -inicialmente el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y luego el ruso Josef Stalin- sobre la dirección de la guerra y la forma que tomaría el mundo después del conflicto.
"Nosotros conocimos los peores y los mejores momentos y conocimos todos los secretos. Era muy emocionante", dijo.
"Viajábamos en un bombardero modificado, algunas veces sobre territorio enemigo, especialmente cuando íbamos a Moscú", dijo la vivaz mujer de 85 años de edad, sentada en las "war room" del gabinete debajo de Whitehall. "Pero de alguna forma, nunca nos asustamos".
El museo, que costó seis millones de libras esterlinas (unos 11.16 millones de dólares), sigue la vida de Churchill desde su nacimiento en 1874, a través de las distintas carreras como soldado y periodista, político, novelista y estadista, hasta su fallecimiento en 1965 a los 90 años de edad.
Entre los 172 objetos, miles de documentos, fotografías, filmes y grabaciones, hay muchas cosas que nunca antes se habían visto en público, desde la túnica blanca de su bautismo y un sonajero plateado, hasta uno de sus característicos habanos masticados.