EFE
WASHINGTON, EU.- Sandra Day O’Connor, la primera mujer en ocupar un puesto en el Tribunal Supremo de Estados Unidos (EU), anunció ayer su dimisión, lo que abre una batalla política de gran calado por el nombramiento de su sucesor y el control de la Corte.
El Supremo, que hace también las funciones de tribunal constitucional, tiene un enorme poder en asuntos como la pena de muerte, el aborto, la libertad de expresión o las garantías de los detenidos por terrorismo.
El voto de O’Connor ha sido decisivo en muchos de esos temas. Considerada como una conservadora de ideas moderadas, la magistrada de Arizona ha roto más de un empate en un tribunal de nueve miembros dividido entre conservadores y progresistas.
Su voto, por ejemplo, fue el que inclinó la balanza en el Supremo en el caso conocido como “Bush vs. Gore”, que puso fin al interminable recuento de papeletas en las elecciones de 2000 y se tradujo en el nombramiento de George W. Bush como presidente.
Fue ella, también, la que pronunció la última palabra en el conocido caso de la Universidad de Michigan, al defender, junto a otros miembros progresistas del tribunal, la importancia de la diversidad racial en la educación universitaria y el que ésta pueda considerarse un factor en el proceso de admisión.
Bush, por su parte, aseguró que propondrá “pronto” un candidato para sustituir a la juez O’Connor e insistió en que quiere que el nuevo magistrado sea confirmado por el Senado de manera “expedita”, para que pueda incorporarse al puesto antes del comienzo del nuevo periodo de sesiones del tribunal, el tres de octubre.
El presidente pidió al Senado que el proceso de confirmación se desarrolle de manera “digna” y dé al aspirante un “trato y una votación justas”.
Entre los requisitos para seleccionar a su candidato, explicó Bush, tendrá en cuenta, entre otras cosas, “su capacidad como jurista, su integridad y que sea alguien que vaya a interpretar fielmente la Constitución”.
“Seleccionaré a alguien de quien los estadounidenses vayan a estar orgullosos”, prometió el presidente.
La Oposición teme que elija a un ultraconservador ideológicamente afín a la derecha religiosa evangélica, que busca anular la sentencia que legalizó el aborto en EU en 1973.