“Me quieren enjaular”.
Andrés Manuel López Obrador
Los propios panistas se encargaron de echar atrás en la Cámara de Diputados la discusión sobre las modificaciones que darían autonomía a las instituciones financieras del país y designarían a sus titulares para el próximo sexenio desde hoy. Los votos del PAN eran indispensables porque el primer paso para dar autonomía a las instituciones de supervisión financiera es enmendar los Artículos 25 y 31 de la Constitución, lo cual requiere de una mayoría de dos terceras partes.
El que la decisión de congelar la iniciativa vino de arriba lo confirmó el propio vocero de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar, quien señaló ayer que la propuesta no había venido del Ejecutivo. Felipe Calderón, el candidato del PAN, señaló también que no está contento con las reformas.
La marcha atrás tiene razones muy importantes. López Obrador había encontrado en esas iniciativas un nuevo complot sobre el cual construir su popularidad. Desde el desafuero, no había tenido una amenaza que le permitiera presentarse como víctima, uno de sus papeles más rentables en lo político. “Me quieren enjaular”, dijo Andrés Manuel en una de sus presentaciones de campaña.
Y quizá tiene razón. Una de las razones por las que se impulsó la modificación de la Ley a estas alturas del sexenio es, precisamente, “blindar” una razonable administración financiera. Los impulsores de la iniciativa no estaban pensando solamente en las acciones que López Obrador podría llevar a cabo como presidente, sino en los temores que los inversionistas podrían albergar durante la campaña.
En 2002, cuando Luiz Inácio Lula da Silva era candidato a la Presidencia de Brasil, los mercados del país se desplomaron por el temor a sus posibles políticas. La recuperación sólo se registró cuando Lula asumió la Presidencia y empezó a impulsar medidas moderadas. Al dar autonomía a las instituciones financieras, y designar desde ahora sus titulares, se buscaba asegurar que se mantuvieran políticas económicas responsables.
Una de las razones por las que López Obrador ha protestado ante este intento de dar autonomía a las instituciones financieras tiene que ver con el Fobaproa. Desde mediados de la década de 1990 Andrés Manuel ha presentado el rescate bancario como un gran fraude en contra de los mexicanos realizado para beneficio de unos cuantos banqueros y empresarios abusivos. ¿Es cierta o no esta acusación? Poco importa. Lo realmente relevante es que la gente la cree. Y ésta es una de las grandes armas políticas de López Obrador.
El problema es que Andrés Manuel difícilmente va a poder cumplir con su promesa de campaña de limpiar el Fobaproa si la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que supuestamente tendría las pruebas del fraude, es dominada por funcionarios designados por el actual Gobierno, el cual, aunque prometió investigar el Fobaproa en campaña, cerró el caso cuando llegó al poder.
A final de cuentas, sin embargo, ni Fox ni Felipe Calderón vieron la necesidad de continuar con el esfuerzo de imponer directivos transexenales para las instituciones de supervisión financiera. El presidente no consideró suficientemente importante este esfuerzo si ello significaba darle a López Obrador una nueva excusa para presentarse como mártir. Y Calderón, el más interesado en darle nuevo combustible al candidato del PRD, tiene otra razón especial: él querría ser el responsable de nombrar a los titulares de las instituciones financieras en su sexenio.
Preocupa, sin embargo, que la razón por la cual Andrés Manuel ha rechazado que las instituciones financieras sean encabezadas por funcionarios nombrados este sexenio sea, en sus propias palabras, que se busca impedir que él cambie la “política neoliberal” que se ha aplicado en nuestro país en las últimas décadas. Este es el mensaje más claro que el tabasqueño ha emitido de que piensa abandonar la economía de mercado en caso de ser electo presidente.
¿Lo hará de verdad? Es difícil saberlo. Lula tenía una retórica similar cuando era candidato en Brasil, pero a final de cuentas no cumplió con lo prometido. Ni siquiera Hugo Chávez, con su demagogia abiertamente populista y procastrista, ha podido desprender a su país de los mercados. De hecho, la supervivencia de la economía venezolana sólo ha sido posible gracias a la bonanza petrolera.
Sin embargo, el costo político de “blindar” las instituciones financieras, para impedir que López Obrador pueda utilizarlas para apoyar políticas que busquen eliminar el sistema de libre empresa, es demasiado alto. Por eso el PAN ha decidido echarse para atrás. La experiencia con López Obrador, que es la misma que el sistema político tuvo con Fox en 2000, es que golpear a un candidato de protesta no hace más que fortalecerlo.
MERCADOS
Ayer, el mismo día que la nueva Ley del Mercado de Valores fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados, el índice de precios subió 0.89 por ciento para registrar un nuevo récord. El peso se fortaleció y se cotizó al mayoreo en 10.47 por dólar. Las reservas internacionales subieron a un nivel récord de 66,917 millones de dólares. Los Cetes bajaron 0.12 por ciento en promedio. Hoy hay un gran optimismo en los mercados. La pregunta es si se mantendrá conforme avance el proceso electoral el año que viene, especialmente si AMLO sigue a la cabeza en las encuestas electorales.
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