Ya sea por indiferencia, falta de credibilidad en el proceso, por considerar que realmente no existe la democracia o por motivos más simplistas como la falta de tiempo o “se extravió la credencial”, lo cierto es que en Coahuila -como en el resto del país- el gran impedimento para que la ciudadanía asuma cabalmente su corresponsabilidad en todo lo que impacta de alguna u otra manera la vida en sociedad, es precisamente la apatía que se expresa a la hora de votar, en la abstención.
Los datos fríos resultan preocupantes. En 1999, sólo el 51 por ciento de los ciudadanos mayores de edad con credencial de elector vigente emitió su sufragio; el promedio de abstención, según el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPCC), de los últimos cuatro procesos electorales en la entidad es de 43.5 por ciento, comportamiento que debilita a la democracia, empobrece la ciudadanización y deslegitima a los representantes populares.
Además, la apatía ciudadana -la que realmente nos importa- la coahuilense, muestra un sistema de partidos frágil y favorece el triunfo electoral de aquellos partidos que poseen más recursos humanos, financieros y mercadotécnicos, según el propio análisis del IEPCC.
El escenario de cara a este 25 de septiembre, no resulta nada alentador. El Instituto realizó un sondeo telefónico del 27 de junio al ocho de julio y de los 508 ciudadanos mayores de edad entrevistados, el 93.11 por ciento manifestó tener la credencial de elector. De éstos, el 84.65 por ciento señaló que sí piensa votar, pero sólo el 15.35 por ciento dijo saber en qué fecha se realizarían las elecciones. El siguiente dato es escalofriante: ya que de los que aseguraron saber qué día acudirían a las urnas, el 93.31 por ciento señaló una fecha incorrecta.
En 2004, el nivel de abstención en Durango fue del 65 por ciento y del 53.83 por ciento en Oaxaca; en este año, sólo 42 de cada 100 ciudadanos mayores de edad y con credencial de elector votaron en el Estado de México. El nivel de participación es muy pobre en un país que al menos en la teoría, transita ya por derroteros democráticos.
Queda en manos de los coahuilenses, de los laguneros, el decidir si es realmente importante o no, el salir a la calle el domingo 25 y emitir el sufragio. Finalmente la corresponsabilidad, la participación y la madurez cívica no se inyecta o se toma en píldoras; depende de la voluntad y la conciencia de los ciudadanos. La moneda está en el aire.