Reconoce la entidad haber lavado dinero en beneficio del ex dictador por lo que tendrá que pagar una multa de 16 millones de dólares.
Washington, (EFE).- El banco Riggs de Estados Unidos se declaró hoy culpable de ocultar cuentas secretas del ex dictador chileno Augusto Pinochet en las que se depositaron 10 millones de dólares de origen desconocido en la última década.
El Riggs y el Departamento de Justicia cerraron hoy un acuerdo ante un tribunal federal de Washington, por el que la entidad reconoció haber cometido un delito al no informar a las autoridades de transacciones que apuntaban al lavado de dinero en beneficio de Pinochet y del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.
El banco aceptó pagar una multa de 16 millones de dólares, que se añade a otra de 25 millones que abonó en un caso civil en mayo.
En su declaración de culpabilidad, el banco Riggs reveló que desde principios de los 80 manejó cuentas con dinero de Pinochet, que gobernó Chile de 1973 a 1990, que estaban a su nombre, de su mujer o de varios agregados militares chilenos en Washington.
Entre 1994 y 2002, Pinochet depositó más de 10 millones de dólares de origen desconocido en sus cuentas en esa entidad, una suma más elevada de la que se conocía hasta ahora.
Esa es una cantidad "mucho mayor que los bienes declarados" del ex dictador, según dijo en una rueda de prensa tras la audiencia el fiscal federal Kenneth Wainstein, que ha investigado el caso.
El abogado de Pinochet, Pablo Rodríguez, dijo el mes pasado que las cuentas de su cliente en el Riggs "eran de entre cuatro y ocho millones de dólares y no hubo delito en la obtención de ese dinero".
El banco no sólo no dio la voz de alarma a las autoridades sobre los fondos sospechosos, como le obligaba la ley, sino que además colaboró con sus clientes para ocultarlos.
Por ejemplo, emitió 1.9 millones de dólares en cheques bancarios a nombre de Pinochet o su mujer en cantidades de 50 mil dólares, que fueron canjeados en el Banco de Chile y otros bancos.
El Riggs reconoció que ese es un procedimiento "muy extraño", ya que las transferencias bancarias son el método usual y más barato de enviar dinero al exterior.
Además, reconoció que uno o varios empleados del banco viajaron a Chile para dar en mano al ex dictador algunos de los cheques.
En opinión de Wainstein, está claro que fue un mecanismo para que no se descubriese el origen del dinero.
En marzo de 1999, a pesar de que había una orden del juez español Baltasar Garzón para congelar los bienes de Pinochet, el ex dictador chileno transfirió 1.6 millones de dólares de una cuenta en el Riggs en Londres a otra en el mismo Banco en Estados Unidos.
El Riggs realizó la transacción a pesar de que tenía constancia de la orden. Garzón ha ampliado la querella por terrorismo, torturas y genocidio que sigue contra Pinochet a los delitos de alzamiento de bienes y blanqueo de dinero en relación con las cuentas del Riggs.
El acuerdo del banco con la Justicia de EU no pone fin al caso, pues los fiscales han dejado claro que continúan su investigación y no descartan presentar cargos contra los responsables de esta institución involucrados en las cuentas secretas.
En su declaración, el banco reconoció que desde el principio de los 80 y durante más de una década tuvo cuentas bancarias "nominalmente a nombre de varios agregados militares de Chile, pero que parecen haber sido usadas por Pinochet".
Además, permitió que abriese cuentas a nombre de su mujer o con su segundo apellido, Ugarte. Los empleados del Banco evitaban usar su nombre y se referían a Pinochet con alias, como "el cliente de Washington" o "Zorro Rojo-Chile".
El Riggs, que se especializa en clientes diplomáticos y políticos, también reconoció que ocultó cuentas y transacciones "sospechosas" de Obiang, su familia y altos funcionarios del gobierno y otras cuentas del estado de Guinea Ecuatorial, que en 2003 ascendían a casi 700 millones de dólares.
Reveló que entre junio de 2000 y diciembre de 2003 transfirió 26.4 millones de dólares pertenecientes a Guinea Ecuatorial a una cuenta en el Banco de Santander en Madrid, a nombre de Kalunga Company S.A., una empresa ecuatoguineana cuyo propietario o propietarios se desconocen.
El banco Riggs reconoció que la transacción era sospechosa, ya que desviaba dinero del Estado ecuatoguineano sin ninguna justificación, pero la realizó de todas formas. Wainstein dijo que no se sabe quién se quedó al final con el dinero.