Durango

Acribilla ex policía a presunto ladrón

Se lían a golpes por 20 pesos

Hizo justicia por su propia mano. Nadie pudo detenerlo a tiempo cuando apuntó el arma al cuerpo de Luis Felipe, que yacía tirado en la banqueta después de someterlo a golpes. El presunto ex policía rural descargó cinco disparos de calibre .9 mm en tórax, brazos y piernas, en el cruce que forman las calles de Simón Bolívar y Porfirio Díaz de la colonia J. Guadalupe Rodríguez.

Los gritos de doña María de la Cruz Herrera, madre de la víctima, no alteraron sus sentimientos de rencor y venganza del homicida, mientras Noel y su hermano Isidro, de apellidos Ávalos Murillo, presenciaban el juicio sumario, después de fungir como afectados, testigos y tribunal.

El presunto asesino, Isidro y/o Basilio Ávalos Mora, es aún buscado por elementos de la Policía Ministerial, pero todo aparenta ser meramente trámite, ya que ayudó a limpiar un poco de la ?escoria? que hay en el barrio, manifestaron los vecinos, pues ?Los Chinos? como los conocen, merecían algún freno por el tiempo que mantenían asolada la colonia.

Hechos

El sábado pasado, cerca de las 10:30 horas, algunos vecinos de la calle Porfirio Díaz vieron a Luis Felipe buscando su destino. Al parecer bajo el influjo de alguna droga, ?El Chino?, como lo conocían amigos y enemigos, caminaba desesperado por las calles de la colonia. Hacía ya varios años que dejó el Ejército donde estuvo por tres meses en filas y presuntamente alguna mala costumbre agarró, dicen sus conocidos.

Por ello, dirigió sus pasos a la casa de Noel Ávalos Murillo, hijo de su patrón, Isidro y/o Basilio Ávalos Mora, con domicilio en la esquina de Porfirio Díaz y Carmen Serdán, propietario de un negocio de repartición de ladrillos y de algunos camiones del transporte público.

Luis Felipe, cuentan sus familiares, sólo iba a cobrar los 20 pesos que le debía Noel, quien molesto le reclamó y se liaron a golpes, sacando la peor parte, ya que fue derribado de un golpe por ?El Chino?.

Sin dinero y aún ansioso por el pleito, Luis Felipe fue rumbo a su casa en el No. 1120 de Porfirio Díaz, pero prefirió seguir a la esquina, donde terminarían sus días.

Repentinamente apareció el padre de Noel y fue agredido a golpes. Familiares de Luis Felipe se dieron cuenta del incidente, pero ya era tarde para ayudarlo, pues a bordo de una camioneta hicieron acto de presencia Noel e Isidro, dándole el arma a su padre para terminar con la vida del supuesto ladrón, con el ?cáncer? del barrio.

Cinco tiros paralizaron a doña María, quien a pocos metros presenció el ajusticiamiento, seguida de su hija Lorena, la cual forcejeó con uno de los hijos del homicida, el cual ya iba en busca de Hugo César, hermano de la víctima que presuntamente participó en la golpiza y el robo de su vástago.

Acto seguido, los tres huyeron a bordo de un par de camionetas, sin que hasta el momento la Policía Ministerial haya dado con su paradero.

No merecía que lo mataran: familiares

Varios sujetos a bordo de sus bicicletas intercambian versiones de los hechos, al mismo tiempo que piden se haga justicia, porque ?la justicia siempre abandona al pobre?, dicen. Con la mirada esquiva, evitan más comentar más.

En las afueras del No. 1120, un grupo de vecinos y familiares de Luis Felipe conversa en voz baja, mientras a pocos metros en la calle, los rescoldos de una improvisada fogata humean desde la madrugada.

Una puerta a medio pintar enmarca el dolor que se vive dentro. Una cortina púrpura protege la sala donde yace el cuerpo de ?El Chino?.

En el patio de tierra húmeda permanecen varias sillas vacías y algunas tazas en el piso con sorbos de café. Al fondo las maltrechas habitaciones; Hugo César manotea relatando los hechos mientras invita a pasar a los visitantes.

La señora María de la Cruz Herrera, aún con los ojos rojizos por el llanto, encara a sus entrevistadores, mientras manifiesta que a pesar de la conducta de sus hijos, no era para que las cosas terminaran de tal manera.

?Lo mataron como un perro y no es justo; era preferible tenerlo en el Cereso que muerto, señala. Esta persona debe pagar lo que le hizo a mi hijo; por eso pido que todo el peso de la ley caiga sobre el asesino?.

Manifiesta que uno de sus hijos, Fernando, de 28 años, permanece en el Cereso, a pesar de que trató de hacer lo que pudo para evitarlo, al solicitar a las autoridades el auxilio para canalizarlos a las instituciones de salud para que fuera rehabilitado del vicio, pero para el pobre no hay apoyo, no hay nada, dice.

José Luis Hernández Gómez, padre del finado, dice que su hijo merecía ser castigado pero no privado de la vida. ?Cuando uno busca apoyo de las autoridades no hay eco para recibir atención y rehabilitación a tiempo; sabemos que mis muchachos son ?canijos?, pero no se justifica que le hayan dado muerte a mi hijo?, refiere.

Colonia insegura

Dentro de los comentarios hechos por habitantes del asentamiento, manifiestan que la venta de drogas y en algunos casos la protección que dan algunos elementos de las corporaciones policiacas a los malhechores son casos de todos los días, aun en plena luz del día.

Manifiestan que después de la ejecución de Luis Felipe, arribaron unidades de todo tipo y de las diferentes corporaciones para tratar de atrapar a los presuntos culpables, pero todo fue en vano, ya que por la noche del sábado vieron cómo familiares de los presuntos culpables sacaban cosas de la casa sin que nadie los molestara.

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