Desde hace tiempo debió pedírsele al presidente que, por prudencia, no le contestara a López Obrador. Solicitar a éste deje de atacar al mandatario sería en vano, pues ya dijo que no se callará y se defenderá con todo. O sea, es más terco que una...., con perdón de las asémilas.
Si Fox permitió desde el principio que aquél se le subiera a las barbas, hoy no le queda más que hacer mutis, aunque le asista toda la razón del mundo; pues Andrés Manuel no entiende razones, él es la única razón y única Ley. Como los pendencieros de barrio, aunque les propinen una felpa, de todos modos no se callan, porque su lengua es su fuerza. Está claro que las entrevistas mañaneras y sus bravatas son la clave de su popularidad y de su campaña presidencial, que inició desde que asumió el Gobierno del DF. En esas condiciones, mejor que lo dejen hablando solo.
Con la ayuda de sus mucho$ corifeos en los medios, hace creer a la gente que fue el presidente Fox quien abrió el pleito, pues AMLO no repara en mentiras, calumnias, en retorcer los hechos y engañar al pueblo. Y para seguir haciéndolo quiere ser presidente.
No se explica por qué nadie hacía recapacitar al presidente al respecto, ni le aconsejaba no hacerle el caldo gordo contestándole, pues de eso pide su limosna -Fox es mi principal publicista, dijo- y lo aprovecha para volver a vituperarlo, en un cuento de nunca acabar.
Y ya vemos que no se mide. Ya le dijo a Fox que degrada y envilece la Presidencia entre otras lindezas, y hasta mandó al ambulantaje invadir la banqueta frontal del Palacio Nacional, en una burla más a la investidura presidencial, que él ambiciona con tanta desmesura.
Ni su partido ni sus colaboradores han defendido al Ejecutivo, a excepción de Santiago Creel que anduvo muy salidor. Lo procedente es que Fox ya no le rebote las pelotas al rijoso, que se baje del ring, cuelgue los guantes y ni quiera convencerlo de que debe respetar la Ley y al presidente, porque es inútil.
Y si la Presidencia ya cerró la polémica, ojalá Fox se contenga, pues hay que distinguir entre Vicente Fox y el presidente. Quizá al primero le sobren ganas de fajarse con AMLO; pero el segundo ha de contenerse por su cargo y ponderar que es jefe del Ejecutivo, del Estado Mexicano, de las Fuerzas Armadas y el exponente máximo del Gobierno; por ello no debe equipararse al jefe de Gobierno del DF, que ni a gobernador llega. Demasiada diferencia hay entre ambos, como para que se midan en el ring.
Por su parte, el vocero presidencial merece un punto y aparte.
¿Puede confiar Fox en Rubén Aguilar, ex guerrillero del Frente Farabundo Martí de El Salvador y ex jefe de prensa de una campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, que llegó a Los Pinos con Alfonso Durazo, el infidente ex secretario particular y vocero del presidente? Lo menos que él debió hacer ante la traición de Durazo, fue barrer a todo el personal que él llevó, y llamar a quien mereciera de veras su confianza y supiera de comunicación social.
Un reportero de la fuente de la Presidencia comentó que el primer contacto de Aguilar Valenzuela con ellos fue un desayuno, donde anunció que iba a costearles un curso para capacitarlos. Lo que ya podemos imaginar cómo les cayó a los colegas, pues sin tacto alguno simplemente los tildó de impreparados e incapaces. Ahí del primer esfuerzo para mejorar la relación del presidente y su fuente informativa.
Preocupa también que en el canal del IPN, el 11, tiro por viaje los lunes a las diez de la noche los comentaristas del programa Primer Plano se dediquen a deturpar al presidente y alabar a Andrés Manuel.
¿Qué RTC no puede sugerirles que le bajen, al menos por transmitir en el canal oficial y por elemental respeto al presidente? El colmo ocurre los domingos en la Hora Nacional, que depende de la Secretaría de Gobernación. Hace años que la primera parte se dedica a obras y mensajes del Gobierno Federal y en la otra mitad el Gobierno de cada estado donde se transmite el programa aprovecha para lo mismo, según convenio con RTC.
Pero resulta que el Gobierno del DF ocupa su segmento en insultar al presidente y ensalzar a AMLO, en razón del desafuero.
Lo menos que se ocurre es preguntar ¿A quién le van en Bucareli?