“La aventura podrá ser loca, pero para llevarla a cabo el aventurero ha de ser cuerdo”.
G.K. Chesterton
El próximo mes de septiembre vendrá a México el presidente de Corea del Sur, Roh Moo-hyun. La gran pregunta es si ésta será una simple visita formal como tantas otras o si podemos convertirla en el inicio de una relación que beneficie realmente a nuestros dos pueblos. La única forma en que podemos lograr esto es a través de la firma de un acuerdo comercial.
Hace ya algún tiempo el secretario de Economía de nuestro país, Fernando Canales Clariond, anunció que México dejaría de firmar acuerdos de libre comercio con otros países del mundo. Sólo se concluyó el pacto con Japón que ya estaba siendo negociado. Otros países que esperaban tener un acuerdo con México, especialmente Corea del Sur, se quedaron esperando.
La decisión fue muy aplaudida en algunos círculos ya que muchos empresarios y políticos mexicanos siguen pensando que la mejor forma de prosperar es cerrar las puertas al comercio internacional. Esta idea es particularmente fuerte en los casos de China y Corea del Sur. Nuestro país, después de todo, tiene un déficit comercial enorme con estos dos países.
La verdad, sin embargo, es que el Gobierno Mexicano debe considerar seriamente la posibilidad de buscar un acuerdo de comercio e inversión con por lo menos Corea del Sur. En muchos sentidos la economía sudcoreana es complementaria a la nuestra. Un buen tratado comercial puede resultar realmente beneficioso para las dos partes.
Es verdad que México tiene un déficit comercial enorme con Corea del Sur. El desequilibrio es tan grande que parecería que las empresas mexicanas no tienen manera de vender nada en Corea mientras que no hay forma de extinguir el apetito de los mexicanos por los productos coreanos. Pero cuando se examinan las cifras encontramos que buena parte del déficit se explica por la importación de insumos que se incorporan a bienes que se exportan a los Estados Unidos o por la importación de productos de alta tecnología que no se producen en nuestro país.
Es así que una parte significativa del enorme superávit comercial que México tiene con Estados Unidos, y que ascendió el año pasado a más de 40 mil millones de dólares, es producto de la reexportación de productos fabricados en México por empresas coreanas. Mantener aranceles altos a la importación de productos coreanos, por lo tanto, nos está costando competitividad y empleos.
En Corea del Sur hay lecciones importantes para un país como el nuestro. Si en la década de 1950 el sudcoreano promedio era tres veces más pobre que el mexicano, hoy es tres veces más rico. Corea del Sur no creció simplemente por someterse a los dictados del liberalismo económico. El Gobierno ha abierto sus fronteras en algunos campos y las ha mantenido firmemente cerradas en otros. El ejemplo sudcoreano debe, pues, interpretarse con cuidado. Pero lo que no podemos hacer es cerrar los ojos a una de las mayores historias de éxito del mundo.
A los mexicanos nos conviene acercarnos a Corea. Una mayor libertad de comercio entre los dos países podría aumentar nuestra exportación al mercado estadounidense, pero un incremento en la inversión productiva de empresas coreanas en nuestro país nos permitiría aprender las formas de organización y los procedimientos de trabajo que han hecho tan exitosas a las empresas coreanas. La apertura ayudaría también a los consumidores mexicanos a tener productos de consumo de clase mundial a un menor precio.
Un acuerdo comercial con Corea del Sur debe, por supuesto, negociarse bien. Las autoridades mexicanas deben identificar los mercados en que realmente las empresas nacionales pueden exportar a Corea y asegurarse que no queden en ellos barreras arancelarias o no arancelarias.
Hay que entender, sin embargo, que una de las razones por las que la exportación mexicana a Corea es tan escasa es porque nuestros empresarios simplemente no se han interesado en ese mercado. Los empresarios mexicanos tienden a volver los ojos a los mercados de Estados Unidos o de Europa occidental, que son los que entienden mejor. Nunca están dispuestos al esfuerzo de ir a Corea del Sur, mientras que las empresas coreanas siempre están buscando oportunidades de negocios en nuestro país.
La visita del presidente Ro Moo-hyun puede ser una ocasión ceremonial o convertirse en un momento de decisión. Para eso es necesario lograr un acuerdo que promueva la inversión sudcoreana en México y que reduzca las barreras en el comercio entre los dos países.
ELBA ESTHER
El miércoles el consejo político nacional del PRI decidirá si Elba Esther Gordillo será o no, presidenta del comité ejecutivo nacional durante el proceso de elección del candidato presidencial. La disputa puede llevar a la escisión del partido.
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