EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Addenda/Entre el desafuero y la poesía

Germán Froto y Madariaga

Comienzo a escribir estas líneas el día jueves. Desde ayer, como muchos otros en el país, estaba a la espera de lo que resolvieran los cuatro diputados que integran la sección instructora del llamado juicio de procedencia.

Me mueve como es obvio la curiosidad política; pero también la jurídica. De manera especial el hecho de que en resumidas cuentas el desafuero de un servidor público dependa de dos diputados para que el asunto pueda o no ser tratado por el pleno de la Cámara.

Significa también que el escenario político nacional se puede convulsionar por el sentido en que se ha manifestado la voluntad de dos almas solitarias, en su momento presionadas por todos lados, quizá atribuladas, quizá ensoberbecidas por los cientos de reflectores que día tras días las iluminan. A pesar de todo sobre ellas recayó la responsabilidad histórica de una decisión tan importante.

Y sostengo que depende de la voluntad de dos diputados no obstante que sean cuatro los que componen la citada comisión, porque actualmente ésta se integra por un perredista, que votó en sentido negativo; un panista, que lo hizo en sentido positivo; y dos priistas, cuyo sentido del voto estaba hasta ayer en veremos. No obstante ello, el jefe de Gobierno, hoy por la mañana, dijo suponer que estos dos últimos votarían a favor del desafuero. Y no se equivocó.

Aunque el desafuero ya fue declarado procedente, si nos colocásemos en la hipótesis de que cada uno de estos diputados priistas hubiera votado en sentido distinto, la votación se habría empatado y el caso no sería tratado por el pleno, puesto que no existiría dictamen, lo que no me parece correcto por las razones que apunto, ni en éste ni en ningún otro caso igual. Pero así lo establece el reglamento de la Cámara y a él hay que atenerse.

Ahora ya sabremos cuál fue el desenlace y por ello, en vez de ponerme a especular sobre las posibles consecuencias que esa determinación acarreará en el futuro inmediato, preferí leer el poemario de Konstantinos Kavafis, titulado: “Deseos y otros poemas”, de editorial Leviatán.

Sobre este poeta solo diré que vivió en el siglo XIX. “Era egipcio de nacimiento, inglés en su formación y griego en su tradición”, pues vivió y escribió en la legendaria Alejandría.

En lo que me es posible abordar el asunto del desafuero con elementos concretos, permítaseme reflexionar sobre algunos fragmentos de la poesía de Kavafis.

“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca, ruega que tu camino sea largo, y rico en aventuras y experiencias”.

Cuentan, por cierto, que este poema titulado: “Ítaca”, era el favorito de Carlos Castillo Peraza y que por eso, el día de su funeral, lo declamó ahí Felipe Calderón.

En la vida de todo ser humano, hay una Ítaca a la que queremos llegar, aunque en realidad ésta no exista. Pero es el ir en pos de ella lo que nos hace emprender un largo viaje que es en sí la vida misma.

“Ruega que tu camino sea largo, que innumerables sean las mañanas de verano que (¡con cuánta delicia!) llegues a puertos vistos por vez primera”.

Larga vida es el deseo natural de todo hombre. Una vida en la que abunden los momentos dichosos (las mañanas de verano) y al mismo tiempo pletórica de acontecimientos maravillosos, de visiones deslumbrantes que lo asombren. Gratas estadías en ciudades en las que compruebe que existen otras culturas, otras tradiciones y otras formas de pensar distintas a las de él.

Al final cada cual llegará a su Ítaca. La que se haya marcado como meta. Pero sin apresuramientos y disfrutando intensamente de las experiencias del viaje.

Aprende de todo cuanto en ese largo trayecto hayas visto, recomienda Kavafis. Y yo añadiría: instrúyete mediante el contacto con la gente y has tuya la sabiduría que posee, porque ésta no tiene qué ver ni con la educación, ni con el poder o el dinero.

Al final del camino, dice Kavafis: “sabio como te has vuelto con tantas experiencias, comprenderás al fin qué significan las ítacas”.

Lo valioso no es lo que uno encuentre al final del camino de la vida, sino lo que encontró en el trayecto y qué tanto se enriqueció espiritualmente. El lugar final no importa. Lo importante es cómo llegamos a él. Lo que vivimos, lo que aprendimos, lo que conocimos y disfrutamos.

Ése es el verdadero sentido de la vida.

Addenda II.- “El Papa agoniza”. Pero como dijo el cardenal Javier Lozano Barragán, debemos de rogar para que su tránsito a la Casa del Padre lo realice sin muchos sufrimientos. Lamentablemente hasta en esto a la mayoría de los medios electrónicos de comunicación lo que les interesa es el morbo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 141437

elsiglo.mx