Las dos principales fuerzas políticas del estado han seleccionado ya a sus candidatos para la gubernatura de Coahuila. En procesos distintos el PRI y el PAN decidieron al través de sus militantes y simpatizantes que fueran respectivamente Humberto Moreira y Jorge Zermeño los que enarbolaran sus banderas y propuestas con miras a la elección del próximo 25 de septiembre.
Los demás partidos políticos, dicho sea con todo respeto, poco tienen que hacer en el escenario estatal, porque carecen de la estructura electoral o del suficiente respaldo ciudadano como para que sus candidatos tengan posibilidades de ganar la gubernatura. Pero así se construyen los institutos políticos. A base de lucha, participación y consolidación de los avances que se van logrando. Digamos que están en el camino correcto, pero aún les falta mucho para poder llegar a esa meta.
Conozco personalmente a los candidatos mencionados y ello me obliga a ser objetivo. Cierto es que cuando uno aborda estos temas con ese antecedente o profesando cierta ideología, alcanzar la objetividad resulta difícil. Pero eso no significa que dejemos de intentarlo. Sobre todo porque los lectores de estas líneas (pocos o muchos) así lo exigen y además lo merecen.
Sobre este punto, no debemos perder de vista que en política no todo es blanco y negro. Buenos y malos. Porque la política la realizamos los humanos y como seres imperfectos que somos todos tenemos virtudes y defectos. Fortalezas y debilidades.
En primer término debemos considerar que una elección abierta a la ciudadanía, como la que realizó el PRI, tiene la ventaja de que genera un posicionamiento entre el electorado que no reportan otras formas de selección de candidatos. Tan esto es así, que de manera especial Jorge Zermeño buscó sin éxito, pero con razón, que su partido realizara en Coahuila la elección del candidato a gobernador mediante ese sistema.
Sin embargo, lo verdaderamente importante es que el sistema que se elija sea democrático, pues ello garantiza que el partido y sus militantes resulten fortalecidos con el ejercicio.
Los otros aspectos tienen que ver de manera especial con las cualidades de los candidatos, el programa de gobierno y las estrategias de campaña.
En este momento, sólo podemos bordar un poco sobre las cualidades de los candidatos, puesto que no conocemos el programa de éstos, que seguramente se está elaborando y tampoco están a la vista las estrategias que habrán de ponerse en práctica. Lo que sí podemos comentar a grosso modo en razón del espacio, son los perfiles de Moreira y Zermeño.
Una característica de la que gozan ambos es que son personas empeñosas. Tanto Humberto como Jorge vienen luchando desde abajo. A ninguno de los dos les ha sido regalado nada.
Del empeño de Zermeño es prueba su determinación a destiempo de estudiar una carrera profesional y hacerlo de manera seria y responsable. Del de Moreira su apego a las tareas políticas que se le encomendaron cuando aún era muy joven, las cuales realizó en forma también responsable.
Jorge es un hombre serio. Quizá para algunos demasiado serio. Humberto es un hombre alegre. Quizá para algunos demasiado alegre. Por ello, es posible que a uno se le vea pasivo y a otro impulsivo. Pero unas y otras cualidades son buenas en el servicio público. Porque una es muestra de mesura y la otra de energía.
A favor de uno se puede abonar la madurez. A favor del otro la juventud. Ambos saben ya de la grave responsabilidad que entraña ocupar un cargo de elección popular. Del peso de las exigencias ciudadanas. De la importancia que tiene una buena selección de equipos de gobierno.
Ambos son personas abiertas, francas, tolerantes y deben estar conscientes de que Coahuila ha tenido antes buenos gobernantes, por lo que quien ocupe la gubernatura en el próximo sexenio está obligado a continuar trabajando por el engrandecimiento de Coahuila.
Moreira y Zermeño tienen perfiles distintos. Eso le brinda a la ciudadanía la posibilidad de optar de acuerdo a sus preferencias y desde luego, en su momento, actuar tomando en cuenta la oferta de gobierno que cada cual proponga.
De ellos, el electorado espera campañas de altura. Porque, independientemente de los perfiles, el ciudadano está ávido de ideas y fórmulas viables de solución a los problemas que enfrenta.
Y como consecuencia lógica, está harto de descalificaciones, calumnias, mentiras y bajezas.
Dignificar la política debe ser una de las metas de todo candidato. Ojalá y así sea en este caso, por el bien de Coahuila.