Algo cambió en este Quinto Informe de Gobierno del presidente Vicente Fox.
El titular del Ejecutivo federal fue conciso. Su intervención duró sólo cuarenta y dos minutos. Las interrupciones, abundantes en otro tiempo, esta vez se redujeron a cuatro. El presidente no utilizó muchas frases ofensivas o retadoras, aunque no dejó de recurrir a ellas.
El diputado priista, Heliodoro Díaz, presidente del Congreso, se condujo como tal sin arrogarse la facultad de hablar a nombre de su fracción, sino de todo el Poder Legislativo, que es dominado por la mayoría opositora de ideología plural.
Y fue precisamente él quien utilizó una frase contundente, simple y palmaria que deberíamos tener presente siempre: “Todos nos necesitamos”.
A su vez el presidente dijo una gran verdad: “Hemos construido demasiados muros y pocos puentes”.
Porque, en efecto, en las condiciones actuales se equivocan quienes piensan que no requieren de sus adversarios para sacar adelante las grandes reformas que el país está demandando y los que han invertido años en construir esos muros que evitan la comunicación racional entre adversarios políticos.
Nos hemos pasado cinco años de confrontaciones, de bloqueos, de desgastes y ofensas, quizá confiando en que los otros se desgastarán, desaparecerán o se darán por vencidos, cuando eso nunca va a suceder.
Al contrario, los opositores al régimen foxista se fueron tornando más fuertes, pero al mismo tiempo más radicales. Y los leales al presidente se mostraron muchas veces triunfalistas, despreciativos y ofensivos y en cierta forma, más débiles.
Por esa vía no se llega a ningún lado, y menos se pueden ofrecer respuestas efectivas a las demandas populares.
Lo dicho en otras ocasiones: es éste un sexenio perdido y difícilmente se pueden recomponer las cosas en tan sólo unos meses, los que faltan para que se lleven a efecto las elecciones del próximo año.
Hay sin embargo, una pequeña luz de esperanza si tomamos en cuenta que, cuando menos en el discurso, parece haberse entendido que nadie se salva solo y por tanto, que todos necesitamos de todos.
Si acaso el PAN conservara la Presidencia, requeriría de los otros para construir avances significativos. Si acaso el PRI recuperara la Presidencia, necesitaría aliados para enderezar rumbos y corregir desviaciones. Si acaso el PRD ganara por primer vez una elección presidencial, no podría gobernar si aplicara una política de enfrentamiento con los otros partidos.
Se puede considerar que un lustro no es nada en la vida de un país. Pero sí lo es cuando se ha permanecido en la inmovilidad mientras muchos otros países, en ese mismo tiempo, han avanzado a pasos agigantados.
La diferencia entre nuestro país y otros que hace cinco años estaban más atrasados que nosotros, es que mientras aquí nos enfrascamos en una dinámica de confrontación, allá se pusieron de acuerdo en lo fundamental y lograron avanzar.
Mientras aquí seguimos anclados en el nacionalismo decimonónico, allá superaron esas concepciones y se percataron que el nacionalismo no se come.
Mientras aquí mantenemos un esquema cerrado en materia energética y consideramos que abrirse a la inversión privada es traicionar a la patria, allá se abrieron a ella sin perder el control sobre sus recursos naturales.
Nos lanzamos en picada hacia la denigración de la política y alejamos al pueblo de los asuntos públicos, asqueado de ver la forma en que se conducía la mayoría de los actores políticos. Y luego nos asombramos del abstencionismo electoral.
Quiero pensar que comenzamos a recuperar la fe. Aunque estoy consciente que una golondrina no hace verano... pero lo anuncia.
Quiero pensar que, en efecto, hemos entendido que ha llegado el tiempo de pasar de las palabras a los hechos. De las promesas a las realizaciones.
Quiero pensar que caímos en cuenta que nada bueno trae el que los poderes jueguen a las vencidas. Porque nadie gana. Nadie da su brazo a torcer. Ni siquiera por el bien de la nación.
Quiero pensar, porque aún conservo la fe, que podemos construir un gran pacto nacional sobre la base de aquello que nos une, dejando de lado lo que nos desune.
Quiero pensar... que aún tenemos remedio.