Para quienes nos formamos en la Universidad Autónoma de Coahuila y vivimos las épocas aciagas en que el academicismo decayó sensiblemente, prácticamente no había investigación y la difusión de la cultura era escasa, todo ello derivado del clima de inestabilidad política que existía, la situación actual de la Universidad es satisfactoria por haber cambiado radicalmente esas condiciones.
Ello se desprende del primer informe, de su segundo período, que rindió esta semana el rector Jesús Ochoa Galindo, pues la labor desplegada durante los cuatro años que él ha estado al frente de la rectoría se encaminó a mejorar y fortalecer las áreas mencionadas.
En ese sentido es de destacarse algunos aspectos relacionados con esas tareas, de manera especial los que se refieren a la labor editorial, la construcción de nuevos recintos universitarios y la certificación académica.
Aunque todos ellos son importantes, evidentemente hay grados, de ahí que analicemos esos aspectos en el orden en que han sido expuestos.
La labor editorial que ha realizado la Universidad a lo largo de estos años, evidencia la preocupación de la administración central por difundir la cultura más allá de la presentación constante de lo que son las exposiciones pictóricas, obras de teatro, recitales, conciertos y otros eventos de ese tipo que sin duda nutren el espíritu.
Pero los libros son muestras claras de la preocupación por difundir la cultura y como tales trascienden en el tiempo.
Entre esas ediciones destaca la colección denominada: “Siglo XXI. Escritores Coahuilenses”, que comprende una selección excelente de los escritos de más de veinte autores coahuilenses.
Así, en una sola edición, la Universidad dio a la luz esta serie de obras bellamente editadas que recogen las ideas y el pensamiento de los más preclaros hombres y mujeres de Coahuila. La Universidad rindió así, un merecido homenaje a poetas, literatos e historiadores que en su mayoría vivieron y crearon en nuestro estado obras que deben ser consideradas como maestras y que sin duda son de gran utilidad para nuestra sociedad.
La dignificación de la Universidad pasa obligadamente por la construcción y el mejoramiento de los recintos universitarios. Sin instalaciones modernas y funcionales la labor de profesores y el aprendizaje de los alumnos se dificulta.
Por ello, aunque estas tareas de la administración central van desde el mantenimiento de edificios, hasta la construcción de nuevos recintos, pasando por el remozamiento de los ya existentes, hay dos acciones que es pertinente destacar.
Una, es la relativa al remozamiento del paraninfo de la preparatoria Ateneo Fuente, de Saltillo, que por cierto corrió a cargo de un torreonense, Jesús Siller, pues hace ahora lucir ese añoso espacio emblemático como en sus mejores tiempos.
La otra es la continuación de la Ciudad Universitaria de Torreón, que es el resultado de un antiguo anhelo que hoy puede decirse ve cristalizado nuestra sociedad y que no tiene precedente en el resto del estado.
En un terreno de ochenta hectáreas se avanza significativamente en la construcción de las escuelas y facultades que integran la Unidad Torreón, lo que viene a sumarse a una Infoteca, un edificio de postgrado y un centro cultural universitario al que con acierto se le impuso el nombre del ex gobernador Braulio Fernández Aguirre, en reconocimiento a su encomiable labor a favor de la educación superior.
Pero además de todo ello, está el empeño y la dedicación que el rector Jesús Ochoa ha puesto en el programa de evaluación y acreditación de programas académicos, el cual ha dado como resultado que a la fecha la institución cuente con casi un ochenta por ciento de sus programas certificados, lo que la colocará entre las mejores universidades públicas del país.
Es éste un aspecto fundamental que merece el reconocimiento no sólo de los universitarios que, ya sea como alumnos o profesores, somos los directamente beneficiados con esas acciones, sino también de la comunidad; porque en la Universidad estudian miles de jóvenes que no tienen otra forma de acceder a la educación superior y ésta debe ser una educación de calidad.
En un mundo globalizado y competido como es el nuestro, el que los jóvenes puedan estudiar una carrera profesional en instituciones de calidad, a un bajo costo, es invaluable.
Quienes formamos parte de la Universidad sabemos la importancia que ello representa y estamos obligados a esforzarnos cada vez más por mantener e incrementar la calidad de la educación, como una forma de reciprocar a la UA de C y a la sociedad, todo cuanto de ellas hemos recibido.
Es evidente que todas estas tareas son el resultado del trabajo de muchas personas que forman la Universidad. Pero también lo es que sin la voluntad política y una firme convicción universitaria, como la que tiene el rector, no sería posible avanzar en el grado en que se ha hecho.
Por ello, vaya desde este espacio nuestro reconocimiento al rector Jesús Ochoa y a todos los que laboran en la Universidad, exhortándolos, como él mismo lo dijo, a mantener a la institución en “ese ambiente de trabajo, armonía interna y en un auténtico espíritu de superación”.