EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- La ocurrencia al calor del alcohol de asaltar una tienda, le costó más de siete años de cárcel y Aurelio Enríquez Jaramillo dice haber aprendido la lección y asegura con firmeza no volver a cometer el mismo error de nueva cuenta.
Con 32 años de edad y vecino del ejido Aquiles Serdán, de este municipio, Aurelio cuenta que le ha pesado mucho el tremendo error de haberse animado a cometer un asalto junto con otro amigo con el que andaba tomando.
Entrevistado al término de la ceremonia efectuada en la explanada del Centro de Readaptación Social (Cereso) No. Dos, Enríquez Jaramillo reconoce haberle pesado mucho dejar a su esposa y dos hijos, un varón y una mujercita que en la actualidad cuentan con 14 y nueve años.
Aurelio se dedicaba a las actividades del campo en una pequeña propiedad cercana a su poblado y como la mayoría lo hacen, los fines de semana se reunía con algunos amigos a tomar.
Un día de agosto de 1998, cuando andaba libando con otro amigo en el centro de la ciudad, se les ocurrió cometer un asalto y pensando que sería fácil se animaron, pero su inexperiencia, la mala suerte y el alcohol, les hizo cometer errores que permitieron su captura a los pocos minutos de haberlo cometido.
Aurelio y su amigo fueron consignados al Ministerio Público, luego al Juzgado Penal donde lo condenaron a pasar 12 años en prisión. Sintió que el mundo se le venía encima pero tuvo que aceptar las consecuencias de su error y poco a poco fue asimilando la vida en la cárcel.
Dentro del Cereso aprendió a elaborar cuadros para su venta y de esa manera pudo sostener en algo a su familia, lo que le valió también para disminuir su pena, aunado a la buena conducta mostrada.
Aurelio fue uno de los internos del Cereso propuesto por las autoridades del penal para recibir el beneficio de la libertad anticipada y pudo así ?ahorrarse? cuatro años y ocho meses de prisión.
Acompañado de sus padres, esposa e hijos, Aurelio dice sentirse en realidad contento por la libertad que aprendió a valorar cuando estaba encerrado.
?Para qué digo que no. Adentro del Cereso cualquiera llora y yo lo hice varias veces al sentirme solo. Estos días de diciembre son todavía más tristes para los que están allá adentro y peor si no tienen quién los visite?, dice Aurelio al recordar sus días en prisión.
Regalo de Navidad
Como regalo de Navidad a los propios beneficiarios y sus familias, ayer se les concedió la liberación anticipada a 30 internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) No. Dos de esta ciudad.
En una ceremonia celebrada en la explanada del Cereso y presidida por el secretario de Gobierno, Ricardo Fidel Pacheco, en representación del gobernador del Estado de Durango, dos mujeres y 28 hombres recibieron su preliberación.
Gerardo Lara Pérez, director del Cereso Dos, explica que como cada diciembre, el Gobierno del Estado otorga liberaciones anticipadas a internos que cumplen con el perfil, como buena conducta, trabajo al interior del penal y que no hayan cometido delitos graves, entre otros.
En el acto estuvo también Juan Francisco Vázquez Novoa, secretario de Seguridad Pública del Estado, de quien dependen los Ceresos de Durango.
?Es un regalo para los internos y para sus familias. Es también una nueva oportunidad que les brinda el Gobierno para que se reincorporen a la sociedad, que valoren la libertad para que no vuelvan nunca más a pisar un Cereso?, dice Lara Pérez.
El director del Cereso informa que a lo largo de 2005, hubo tres actos en los cuales se otorgaron liberaciones anticipadas a cerca de 100 internos en total.
Compromiso
En el marco de las preliberaciones de 30 ex internos del Cereso número dos de Gómez Palacio, el secretario general de Gobierno, Ricardo Pacheco Rodríguez, destacó que el principal compromiso de los ahora ex internos para no volver a delinquir es con su familia.
?Es un buen tiempo de reflexión, estos días nos permiten pensar en todo lo positivo que hay en esta vida, tomémosla para darle ?en adelante y para siempre- un buen uso?, añade el funcionario estatal, quien asistió en representación del gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras.