CANATLÁN, DGO.- Los policías no son ?sparrings?. Pero cada vez que los contratan para mantener el orden público en los bailongos resultan golpeados por rijosos al calor de las copas o bajo la influencia de alguna droga.
Lamentablemente, los agresores recobran su libertad; dicen los policías que más tardan en remitirlos a los separos de la cárcel municipal que ellos en salir. Por lo regular se trata de personas que gozan de influencias en el Ayuntamiento.
Ayer, a primera hora de la madrugada, Martín Núñez Graciano conducía con exceso de velocidad y en estado de ebriedad; los policías en las patrullas 04 y 07 prendieron sus torretas para detener al infractor, pero nunca imaginaron encontrar una reacción agresiva.
Cuando los policías trataron de someter a Núñez Graciano, porque por las buenas no quiso, éste reaccionó a golpes, poniendo en la lona al preventivo Arturo Mijares Chávez, mientras una señora saltaba al cuello del guardián del orden Efraín González Torres, a quien le rompió su chamarra.
La ley se impuso y Núñez Graciano quedó detenido por conducir ebrio con exceso de velocidad y agresión física y verbal a las autoridades, pero el juez administrativo Tránsito Martínez lo dejó libre tras cobrarle la chamarra del policía como sanción.
El sábado pasado en el baile de céntrico negocio se contrató a tres policías para cuidar el orden, pero la fiesta terminó en una riña campal entre familias de los novios e invitados a la boda; aquí también los preventivos sacaron la peor parte. En fin, confiesan los policías que les resulta difícil cumplir con su deber, la gente es muy bronca y además hay quienes usan sus influencias con funcionarios del Municipio.
De esa manera no habrá respeto para los policías, pues hoy los golpea cualquier rijoso a sabiendas de que con una multa módica salen libres; al rato las agresiones podrían ser con daños irreversibles, todo por la tolerancia a la violencia de las autoridades municipales.
