Viena, (EFE).- Markus Hengstschlaeger, experto en genética del Hospital General de Viena, ha desarrollado un método para aislar células madre obtenidas del líquido amniótico de mujeres embarazadas, que podrían servir para fines terapéuticos.
El experto descubrió hace un año que hay células madre pluripotentes, aprovechables para fines terapéuticos diversos, en el líquido amniótico.
Ahora ha desarrollado un método para su aislamiento sistemático marcándolas con un gen de luminiscencia obtenido de unos peces fluorescentes.
En un trabajo publicado en la revista especializada "International Journal of Molecular Medicine" señala que este procedimiento permitirá establecer en el futuro unas estrategias totalmente nuevas en el tratamiento de una serie de enfermedades, como Parkinson y Alzheimer, diabetes, apoplejías y otras.
Hengstschlaeger y su equipo quieren aislar esas células para convertirlas en otras específicas de páncreas, musculares o de nervios que puedan asumir las funciones perdidas en el cuerpo del paciente.
Según señala el experto, este método constituye la alternativa a la explotación de embriones que numerosos científicos buscaban a nivel internacional, y ha conseguido ya convertir las células madre en otras específicas, de nervios y piel.
Para el uso en la práctica faltaba, sin embargo, el procedimiento de separar las células pluripotentes aptas para estos fines de otras, inadecuadas, de las que se teme que podrían dar origen a tumores o resultar inservibles como "material de repuesto" en los órganos.
A fin de aislar con máxima precisión las células pluripotentes, Hengstschlaeger marca el factor de transcripción característico de estas células, oct-4, recurriendo al gen de luminiscencia de determinados peces.
Las células madre idóneas pueden ser seleccionadas con la citometría de flujo, que consiste en hacer pasar una célula tras otra por un dispositivo donde se irradian a una longitud de ondas determinada para hacerlas fosforecer.
Este constituye el paso decisivo hacia su empleo en la medicina, para el que el especialista tiene ya diversos planes concretos, por ejemplo en el tratamiento de niños nacidos con espina bífida abierta.
Los niños recién nacidos con esta malformación grave necesitan trasplantes de piel para cubrirles la espalda donde durante el desarrollo embrionario les ha quedado una abertura.
En caso de saberse de la malformación antes del nacimiento del niño portador de este defecto congénito, se podrían obtener células madre del líquido amniótico.
Así resultaría posible preparar cultivos de células de la piel idóneas para el trasplante después del parto, lo que tendría la ventaja de que el niño recibiría material propio y se evitaría probablemente el rechazo del tejido. EFE
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