BUENOS AIRES, ARGENTINA.- Jornada de fervor futbolístico vive Argentina previo al superclásico de hoy ante Brasil, el cual definirá al líder en la eliminatoria de la Confederación Sudamericana rumbo al Mundial Alemania 2006.
El superclásico despertó en Buenos Aires una devoción que parecía olvidada entre los seguidores argentinos, quienes en menos de dos días agotaron los 75 mil lugares que serán ocupados en el Estadio Monumental.
La selección de Argentina llega golpeada después de la caída 2-0 frente a Ecuador, en Quito, en una derrota que le quitó la cómoda ventaja en el liderato que había ostentado a lo largo del torneo.
En cambio, los brasileños llegan envalentonados por la goliza de 4-1 que el domingo propinaron a Paraguay, en Porto Alegre, y que le permitió alcanzar los 27 puntos, apenas uno menos que Argentina en la tabla general de la eliminatoria sudamericana.
El partido Argentina-Brasil, el más esperado de la jornada, se cubrirá de una serie de aderezos que sobrepasa el interés de llegar como líderes a Alemania 2006.
La polémica previa se desató cuando Carlos Alberto Parreira convocó, de manera inusual, al jugador Grafite, quien el mes pasado acusó judicialmente de discriminación al argentino Leandro Desábato.
El llamado a Grafite se interpretó como una provocación de Parreira, pero el debate se detuvo cuando el jugador quedó fuera de la selección por una lesión.
A ello se le sumó la decisión de Parreira de viajar con agua potable desde Brasil para evitar la posibilidad de que los argentinos les dieran "líquidos extraños".
El técnico se protegió así de episodios como el que presumió el ex astro argentino Diego Maradona, quien confesó que en el Mundial Italia?90 le dieron agua alterada al brasileño Branco para afectar su juego.
Las provocaciones entre ambas escuadras también han sido verbales, pues hace días Parreira minimizó el impacto del encuentro, mientras que José Pekerman, técnico albiceleste, advirtió que Argentina "siempre toma este partido como decisivo".