El 4 por ciento de las enfermedades en el mundo son atribuibles al alcohol, una cifra que el tabaco supera en sólo una décima.
Londres, (EFE).- El alcohol es tan perjudicial para la salud como el tabaco, puesto que causa prácticamente el mismo número de muertes y enfermedades, publica la prestigiosa revista médica británica "The Lancet".
Investigadores internacionales han determinado que el 4 por ciento de las enfermedades en el mundo son atribuibles al alcohol, una cifra que el tabaco supera en sólo una décima.
En particular, los científicos mencionan males como el cáncer de boca, hígado y pecho, las hemorragias cerebrales, los infartos y la cirrosis, en cuyo desarrollo el alcohol constituye a menudo un factor determinante.
Esa sustancia también juega un papel central en muchos de los accidentes en carretera, así como en caídas o en muertes por ahogo, según el estudio en el que han participado varias universidades, como la de Estocolmo (Suecia).
¿Por qué fuma?
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En el cerebro se localiza una hormona causante de la sensación de bienestar llamada dopamina. Pese a que nacemos con ella, a lo largo de la vida puede llegar a bloquearse y trabajar en porcentaje menor a su capacidad. La carencia de esta hormona genera cambios importantes en el individuo, como angustia, irritabilidad, e incluso bulimia, lo que lo orilla a buscar desde edades tempranas algo que la active.
Uno de los elementos que libera a esta hormona en niveles adecuados es el ejercicio físico, por lo que muchas personas que sufren deficiencia de esta sustancia se convierten en adictos al deporte. Uno más es la nicotina, agente químico contenido en el tabaco que al aspirarse se dirige hacia el cerebro en tan solo cinco segundos, produciendo en él estímulos importantes.
La nicotina genera
-Sensación de placer.
-Reduce la angustia.
-Disminuye la depresión.
-Acelera la velocidad de asociación de ideas y la expresión del lenguaje.
-Pese a lo gratificante que pueda parecer, la nicotina crea adicción, es decir, cuando el organismo no la reconoce genera otro tipo de sensación, el lado opuesto a un estímulo que dificulta al enfermo de tabaquismo la posibilidad de dejar de serlo.
Alcoholizado
Tras su ingestión, el alcohol tarda entre 1 y 2 minutos en llegar a la sangre, donde puede permanecer durante varias horas. Una vez en el torrente sanguíneo se distribuye por todos los órganos del cuerpo humano, afectando de forma especial a cerebro e hígado, el cual cumple la función de transformarlo en otras sustancias inofensivas al organismo. Sin embargo, su capacidad para metabolizarlo es de 20 a 30 gramos por hora, por lo que si el consumo es superior a estas cifras, la bebida permanece en la sangre dañando al resto de los órganos.
Cabe destacar que el nivel máximo de alcohol en sangre se alcanza cuando han transcurrido entre 30 y 90 minutos a partir de su ingestión. En cambio, su eliminación requiere aproximadamente entre 8 y 10 horas, aunque es factible que se mantenga en el organismo hasta 18 horas después de haber sido ingerido.
El principal componente del alcohol, y responsable de las intoxicaciones, es el etanol, el cual se ve influido por factores como la presencia de alimentos en el estómago, la cantidad de alcohol ingerida y las características de la bebida consumida, para su velocidad de absorción, su paso a la sangre y su alojamiento final en el intestino delgado.
El alcohol altera ciertas funciones del cerebro, lo cual repercute en la personalidad del bebedor; al principio provoca excitación y euforia, debido a que se trata de un depresor que bloquea el funcionamiento del sistema nervioso cerebral, responsable de controlar las inhibiciones. Por la misma razón provoca que el consumidor actúe en forma temeraria y agresiva, lo que desencadena que adopte posturas que pueden dañar su integridad física y psíquica.